Amigos también de invierno

Hace frío. El termómetro marca las temperaturas más bajas en este comienzo de año. El cielo plomizo amenazando nieve pesa sobre las callejuelas del centro. Paseando sólo unos pocos intrépidos, apurados buscando llegar a la calidez de su destino, tapados hasta las orejas dejando sólo visible la ranura de sus ojos, escondiendo sus rostros en un burka occidental a los estragos de la gélida soledad.

Hace algunos días releí por encima algunos pasajes de un libro de Henri J.M. Nouwen (1932 ? 1996) que ya había leído tiempo atrás y que lleva por título "Tú eres mi amado". En él, Nouwen habla de cuatro pasos o etapas para llegar a vivir como "amados" de Dios. Estirando un poco la lectura llegué a comprender que esas cuatro palabras son extrapolables a cualquier relación humana y, en concreto, servirían para apreciar cómo y si de verdad queremos bien a aquellos a los que llamamos amigos a veces con demasiada ligereza o facilidad.

La primera palabra es "coger", en el sentido de "elegir". Por unas razones o por otras, porque se cruce en tu camino o salgas a buscarla? eres libre de decidir querer acercarte a alguien y de empezar a quererlo. Puede matizarse, claro, pues es cierto que al final la amistad debe de ser mutua y recíproca, pero suponiéndolo así aunque no siempre lo sea, uno es libre de "elegir" al otro o de aceptarlo.

El segundo paso es "bendecir", palabra a la que si le arrancamos sus asociaciones religiosas, significa benne dicere, bien decir o hablar bien de alguien. No es halagar, bendecir significa confirmar a alguien como elegido, querido, amado y eso implica, necesariamente, aceptar cómo es, confirmarlo en su bondad y valor intrínsecos y darle la seguridad de que no necesita "hacerse" digno a peso de acciones o muestras? porque ya lo es por el simple hecho de ser.

La tercera es "roto". Todos tenemos roturas, heridas, cosas que no nos gustan de nosotros mismos y de los demás. Muchas veces, estamos fragmentados en distintos "yoes" o disfraces, tenemos nuestras máscaras. También los que escogemos como amigos tienen defectos creo que, afortunadamente, de cadaunadas no se libra nadie. Y sin embargo esta palabra quiere significar la necesidad de que aquél a quien queremos sienta que lo hacemos incluyendo su rotura, aceptando todo su ser, y perciba sin atisbo de duda, nuestra bendición incluso en medio de su incertidumbre y de su oscuridad.

La última es "entregar". Nada de esto tiene sentido si la otra persona no es libre, si no la dejamos ser libre. "Entregar" significa dejarlo ir, dejarlo volar con libertad y seguir queriéndolo libremente. Cuántos creen que por el hecho de ser amigos tienen derecho a "poseer" a la otra persona y a intentar cambiarla y modelarla a su gusto. Y eso no es así, eso no es "querer bien".

¿A cuántos de los que llamamos amigos queremos así? Y ¿cuántos de esos que nos llaman amigos nos quieren realmente de este modo? Muchas veces dejamos nuestras amistades abandonadas a la fría indiferencia, somos incapaces de percibir la soledad y la necesidad del amigo que queremos ahí sólo para cubrir nuestro propio interés o "sólo a las buenas" o que pensamos que "estará ahí siempre" aunque no lo cuidemos porque "nos pertenece"? aunque escondamos todo esto bajo sutiles excusas.

E inevitablemente, este frío me ha hecho pensar en el corazón helado de los que pasan momentos duros por mil y un motivos distintos que, probablemente, desde la ajenidad nos resulten triviales, y que andan pensando dónde estamos todos aquellos que juramos amistad eterna y que los hemos relegado al indiferente olvido apurados en encontrar otro fuego que nos guarezca del invierno.