La memoria del corazón

Pues sí, ya no sólo los jóvenes españoles deben salir del país para buscar trabajo, ahora según dicen los expertos, también se van los extranjeros residentes aquí desde hace años. La población salmantina sufrió el pasado año un contundente descenso y no se trata de un hecho aislado, porque así viene sucediendo desde hace algunos años.

Somos casi 3.000 habitantes menos que el pasado año 2013, aproximadamente la mitad no eran de origen español. Los latinoamericanos se marchan, pero también los africanos emigran a otros países u otras regiones españolas en busca de oportunidades que aquí no encuentran y según el Instituto Nacional de Estadística (INE) la mayoría de los que se marchan tienen entre 20 y 34 años. El consejero de la Presidencia de Castilla y León, José Antonio de Santiago-Juárez, afirmo hace unos días en Mérida: Nos hemos adelantado a algo que iba a pasar, la crisis ha afectado al crecimiento económico y al empleo, pero también a la demografía. Y solicito la implicación de la Administración Central para poner freno a este éxodo crónico.

No sé a ustedes, pero a mí este asunto me preocupa. Y más que el hecho de que se marche la gente, las razones que motivan su marcha porque, en un enorme porcentaje de casos, no es la libre de elección lo que está detrás de su decisión, sino la falta de futuro para realizar un proyecto de vida digno. Y ¿Quiénes se van? Pues parece que los jóvenes y aquellos que tienen menos recursos para enfrentar la crisis. El Gobierno dice que todo está controlado que la cosa va mejor pero los datos, una y otra vez se obstinan en demostrarnos lo contrario.

Muchos fueron los extranjeros que, en aquellos años de bonanza contribuyeron con su trabajo y justo a nosotros, el añorado Estado del Bienestar que disfrutábamos antes de que esta desalmada crisis que, aunque sólo sepamos algunos, tiene muchos responsables con nombres y apellidos, les expulse sin ningún tipo de remordimiento y sin el menor atisbo de agradecimiento a los servicios prestados. Está claro que la gratitud no es una virtud de los europeos y nuestra memoria es efímera. Pero, como predicaba Lao-Tsé, uno de los filósofos más relevantes de la civilización china: El agradecimiento es la memoria del corazón. Poca memoria y poco corazón, tal vez ese sea el problema y en ellos esté parte de la solución.

Cada año somos más viejos y estamos más solos. La inmigración se suele relacionar con la pobreza, pero si ahora nosotros también somos pobres ¿qué se puede hacer? Alguien anónimo escribió: Yo iría tratando bien a los inmigrantes, porque pronto los inmigrantes seremos nosotros.

Sami Naïr, argelino de nacimiento, doctorado en Ciencias Política por la Sorbona, filósofo, sociólogo y especialista en movimientos migratorios y ferviente defensor de los derechos de los inmigrantes, afirma en su libro de obligada lectura "Y vendrán ? Las migraciones en tiempos hostiles: Hay soluciones, pero falta la voluntad política necesaria para ponerlas en práctica. Y además costarían menos que las gigantescas sumas que se gastan en erigir fronteras falsamente herméticas, alambradas humillantes, y legiones de policías y carabineros dedicados a la caza de los nuevos parias de la Tierra. La verdad es que no sé muy bien si estas palabras son esperanzadoras, pero en mi opinión mucho tienen que cambiar las cosas para que así sea, de lo sí estoy convencido es que la voluntad política nos compete a todos y cada uno. ¡Algo habrá que hacer!