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Amatos de Alba restaura su iglesia parroquial
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ALBA DE TORMES

Amatos de Alba restaura su iglesia parroquial

Actualizado 09/06/2021
Manuel Diego

La empresa de Francisco Sánchez ha ejecutado estos trabajos que se han prolongado durante dos meses

La parroquia de Amatos lleva adelante un año festivo en conmemoración del 50 º aniversario de la construcción del nuevo templo (1970). Para quien quiera enterarse a fondo de su historia, del porqué del nuevo edificio y el consiguiente abandono del antiguo templo, aconsejamos la lectura de las pp. 362-364 y 486-494 (apéndice 5) de la recién publicada Historia de Amatos, obra de M. Diego y R. Rodrigo. Y es que la fecha jubilar pedía el emprender o hacer algo especial que quedara como recuerdo de este aniversario. Y, por eso, se pensó de inmediato en la consolidación y restauración del edificio, necesitado ya de una intervención que fuera más allá del simple mantenimiento, como también el ejecutar algunas medidas que resaltaran más el significado eclesial de este lugar para el pueblo. Y así se ha cumplido todo el programa, pudiendo decir que con el mes de mayo 2021 concluyó esta obra de renovación. En esta tarea han estado actuando los dos párrocos (saliente y entrante) que han pasado recientemente por el pueblo: Gonzalo Escamilla y Emilio Vicente de Paz.

Una restauración integral

Mediante un proyecto de la empresa de Francisco Sánchez , constructor y especialista en restauración de edificios y, además hijo del pueblo, se ha emprendido un trabajo que comportaba, al mismo tiempo, ejecuciones diversas de albañilería, carpintería, electricidad, megafonía, calefacción, pintura del edificio por dentro y fuera, pintura también de las puertas y ventanas, etc. Este proyecto empezó en fecha 8 de abril de 2021 y se ha culminado el 1 de junio del presente año.

Además de la pintura interior y exterior (muros) de la iglesia, se intervino en la techumbre, piso del presbiterio y de sacristía, cambio de calefacción de radiadores eléctricos por emisores de aire caliente y frio (según el tiempo). Se han eliminado algunos elementos de la sacristía, ganando ésta en amplitud, como también se han repasado y consolidado los armarios de la ropa litúrgica y de otros elementos. Y sí que se nota mucho la intervención sobre el pavimento del presbiterio, de forma que quedara éste más conforme a la orientación del ábside del templo, dignificándolo además con una tarima especial para el suelo, incluso previendo dentro de este espacio la instalación de un ambón fijo como lugar de la Palabra.

Se advierte enseguida que ha sido una intervención a fondo sobre todo el edificio, mejorándolo y consolidándolo. Basta detenerse en el efecto producido por la pintura, sobre todo en el muro exterior, asegurando así para muchos años una buena conservación y evitando su deterioro progresivo.

Acomodación y puesta al día

Es evidente que, por la escasez de medios en el momento de la construcción del templo (1970), no se pudieron ejecutar entonces todas las medidas de complemento y adaptación a la normativa de la Iglesia; porque no sólo era cuestión de adorno y estética, sino de exigencia litúrgica. Basta pensar en el detalle de que entonces no fueron recolocados en el nuevo templo todas las efigies e imágenes que la iglesia poseía desde antes, sólo las esenciales, y esto con mucha pena por parte del pueblo que asistía preocupado al deterioro de las mismas y, lo más importante, se veía privado de aquellos referentes de su devoción de toda la vida. Por eso, el sacar ahora al recinto celebrativo todas las imágenes relegadas en la sacristía, ha sido una medida muy bien acogida, puesto que vuelven los santos al lugar que les toca ocupar como modelos e intercesores eficaces de la comunidad cristiana. Mediante una cuidada disposición y sobre repisas de hierro forjado resaltan precisamente la presencia y compañía cercana que tienen a los creyentes, que se reúnen en este lugar para celebrar a Jesucristo.

Pero es que además se ha redefinido el templo como lugar que acoge sobre todo a la asamblea litúrgica. Así, por ejemplo, ya hay un ambón fijo o lugar desde donde se ha de proclamar siempre la Palabra de Dios, ejecutado en hierro forjado e imitando la barandilla de los antiguos púlpitos. Igualmente ha quedado bien resaltado el lugar del sacerdote, la sede, desde la que preside a todos los reunidos representando a Cristo. También se ha colocado en lugar más digno y central el Sagrario eucarístico mediante una repisa especial, también de hierro forjado, pero adornada ésta con símbolos de tema eucarístico; y así, ahora, el sagrario, junto con la mesa del altar, son el punto central de mira para todos los que participan en la liturgia. Y hasta se ha completado el adorno del muro del ábside, en forma muy simple y respetando las líneas arquitectónicas del templo, de manera que ahora en esta pared, que hace las veces de retablo, encontramos colocadas en el centro la efigie del Crucificado, el llamado Cristo del Amparo, y a ambos lados, las efigies de la Inmaculada y de San José. Con estas medidas ha quedado verdaderamente completado el significado y la funcionalidad del espacio reservado para la celebración y el culto eucarísticos.

La participación popular

Ha sido un dato muy positivo la participación de hombres y mujeres del pueblo en aquellas tareas complementarias de la limpieza y disposición definitiva del edificio, como por ejemplo en la limpieza de suelos, lijado y barnizado de la mesa de altar de madera, e igualmente se aplicó la misma operación a los bancos de la iglesia. Y no menos importante fue la confección en hierro de las repisas y su colocación o fijación a la pared para recibir a las imágenes. A todos los que participaron en estas tareas (que no son secundarias) hay que agradecer su disponibilidad y colaboración.

Con la aplicación de todas estas medidas verdaderamente se puede decir que ésta sí que ha sido una intervención conjunta y completa, puesto que ahora el templo parroquial aparece como nuevo, como si fuera un blanco castillo que se levanta entre los cercanos campos de mieses, según lo definió al momento de su inauguración el poeta albense Antonio Álamo Salazar.

Solo queda ahora el buscar la colaboración económica para sufragar estos gastos que, esperamos, mediante suscripción popular, colectas y donativos, se pueda llegar a pagar pronto la factura total de la obra. Esto será posible con los fondos disponibles de la misma parroquia, también con la ayuda de los naturales de Amatos (los residentes en el pueblo y los de fuera), y no menos con aquella otra de cuantos nos estiman en Alba y fuera de la villa.

Este año 2020-2021, por tantos motivos, ha sido un tiempo especial, histórico, para el pueblo de Amatos de Alba, puesto que nunca han coincidido tantos proyectos juntos para el futuro y mejora de los que allí habitan y trabajan: restauración de la iglesia y su entorno, plantación de árboles, acabado del parque infantil, recuperación del regato, zona de la fuente y Mirador del Arapil, quizás esta última sea la obra de más envergadura y de la que se viene informando en este periódico digital, la cual fue culminada también en el mes de mayo. Sólo nos falta la carretera que pide a gritos una intervención urgente para facilitar la comunicación segura con Alba.

*DONATIVOS a través de la cuenta bancaria de la Parroquia de Amatos de Alba (indicando: OBRAS PARROQUIA):

IBAN ES58 2103 2214 5800 1000 2614