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Rimas y leyendas de la Semana Santa salmantina (VI)
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Rimas y leyendas de la Semana Santa salmantina (VI)

Actualizado 27/03/2021
Tomás González Blázquez

Rimas y leyendas de la Semana Santa salmantina (VI) | Imagen 1

LA LEYENDA DE LOS SUEÑOS COFRADES

Cuenta la leyenda, y aún se puede escuchar, aunque en voz muy baja, al atardecer de cada Sábado de Pasión o al amanecer de cada Domingo de Ramos, que el tiempo que transcurre desde ese preciso ocaso hasta que sale el anhelado sol del día de los estrenos es una ocasión propicia para que Dios hable a través de sueños a los que duermen, o alguna vez durmieron, como si esa noche fuera una especie de "noche de Reyes" a la manera cofrade.

Le pasa a Cofrade Raso, que se recuesta sobre la almohada después de una Cuaresma en la que ha vuelto a participar en los cultos de su cofradía, como hace a lo largo de todo el año pero ahora con el alma más en vilo y más en suerte. En la percha más resistente que encontró en el armario, túnica y capa bien limpias y planchadas, estiradas detrás de la puerta, para que ni una arruga las distraiga el día de llevar el farol. Sobre la mesa del salón, la Christus recién leída, como hizo con la revista de la cofradía, ahora en formato digital. En la cocina, las torrijas de la madre, y en la habitación de los niños, el sueño limpio de los que están en edad de soñar. Pero Cofrade Raso también sueña esta noche: con la primera vez que leyó una estación o ayudó a Misa en la capilla de su hermandad, con las medidas que le tomaron para su primer hábito a medias entre su abuela y una monja de clausura, con el azoramiento de un vara que le pidió con la puertas ya abiertas si podía llevar un farol, con las páginas novedosas y fascinantes de Pasión en Salamanca que ilustraron su adolescencia, con el sabor inolvidable de los barquillos esperando en la infancia la llegada de la Seráfica o el Santo Entierro?

Cofrade Atareado ha cogido la cama con menor serenidad, después de unos días de vértigo, y eso que este trajín apenas está empezando. ¿Quién le mandaría a él entrar en la directiva, dejarse nombrar jefe de paso, ofrecerse para coordinador del desfile? Listados, cuotas, pagos, esquemas, trámites, invitaciones, permisos, limpieza, montajes, flores, bandas, representaciones? Le sale la cofradía por las orejas, y a su mujer más. ¡También el resignado novio de Cofrade Atareada hace como que reniega de la hermandad? pero el amor es comprensivo, esa lectura han escogido para la boda! Sueñan, claro que sueñan: el bastón no es de mando, sino de servicio; el llamador o el martillo sirven para convocar al esfuerzo común, no para la vanagloria; el orden importa pero sin obsesiones estéticas que frustren. Entonces es cuando las listas agobian menos, y los compromisos se comprenden, y el trabajo resulta más llevadero. Horas de cofradía: don y tarea.

El sueño más necesario es el de Cofrade Decepcionado. Porque él es necesario, todos lo somos. No se trata de hacerle sentir imprescindible, ni de obligarle a un ritmo o un ambiente que le han terminado por decepcionar, pero todos los cofrades sabemos que Cofrade Decepcionado es uno de los nuestros. Sí, también él, muchas veces, fue Atareado, y antes y luego Raso. Por eso los pajes en la noche mágica cofrade le tocan la fibra recordándole los buenos tiempos, las ideas que le ilusionaron, las amistades que hizo y que permanecen más allá de la decepción, las discusiones que sucedieron pero no tienen la última palabra, los desencuentros que se dieron pero pueden no serlo para siempre? Sueños de esperanza y de memoria agradecida: aquel primer elocuente arqueo de cejas de Gaspar Escudero después de escuchar en él la historia viva, aquella vez que Tomás le animó a subir los peldaños de San Pablo para venerar al Rescatado sin ser primer viernes de marzo, aquella sorna de Bernardo que se reproduce cada vez que se lo encuentra por la calle Zamora o la avenida de Italia, aquella foto encuadrada por Julio o aquel primer examen de tío Willy aprobado con nota, y ese detalle o esa palabra o esa imagen que ha visto esta misma semana de Pasión y le han hecho sentir que su decepción inocultable todavía deja a salvo lo más esencial de la Semana Santa.

Diríase, y no nos equivocaríamos, porque en las leyendas puede haber imaginación pero no tantos errores como se cree, que el Cofrade de Procesión, aunque se le hinche el pecho al ver los diecinueve reposteros en la fachada del Ayuntamiento, vive ajeno a esos otros sueños. En los suyos, aunque parezca que luego se le olvidan, surge el abrazo del Cofrade Raso con el que ha formado pareja en la fila, o con el que ha compartido banzo, y que al decirle "¡Hasta el año que viene, hermano!", le desea que vuelvan a coincidir en fila o banzo pero, sobre todo, en la Misa del mes que viene y en la próxima junta general. Su túnica puede estar igual o mejor planchada, y su Christus leída, y su cuota pagada (¿verdad?: ¡si no salimos, paguemos!, que no pagamos por salir). Ahora falta que su sueño sea recordado y hecho realidad.

Como el sueño de Músico Cofrade, que ha soñado acordes nuevos, instrumentos relucientes y una marcha preciosa por ensayar y estrenar. Como los de Artista Cofrade, que sueña pinceles y cinceles, aguja y dedal, versos y partituras, y los de Cura Cofrade, que da gracias por la capellanía aunque cuando le encargaron parroquia con hermandad no terminaba de verlo tan claro. Mientras tanto, Cofrade de Acera, que no es cofrade de lista pero sí de paciente espera, los aguarda a todos. Los quiere a todos delante. Sin excepción. Sueña con los niños que ha visto sujetar las borlas del estandarte y que ahora reconoce cuando lo llevan orgullosos: sí, bajo el capuchón, pero sus ojos encendidos les delatan. Sueña con el sacerdote que ha visto envejecer detrás del mismo paso, siempre fiel, con su capa pluvial año tras año. Con las Vírgenes que cambian de manto pero conservan el rostro de Madre. Con los Cristos que miran a la acera como diciendo "Verónica, ven" o "Acércate, Cireneo". En la misma acera y con la misma certeza de que es Pascua.

Si la leyenda lo dice, sencillamente? soñemos.

PARA DECIRLE LOS NIÑOS DE SALAMANCA A SU AMIGO JESÚS, CUANDO LO VAYAN A VER ESTE AÑO EN LA BORRIQUILLA

Oye, Jesús, que te miro,

Y que al mirarte te rezo,

Y que rezándote digo

Que te siento por Amigo

Y como niño me acerco.

Guarda contigo mi palma

Hasta que salgas de nuevo

A bendecir Salamanca

Con la sencilla enseñanza

Que brota de tu Evangelio.

Pongo a tus pies el laurel,

Ésta es la alfombra que tengo,

La traigo de Vera Cruz

Para que la pises Tú,

Rey poderoso y eterno.

Oye, Jesús, vuelve pronto,

Que aquí en la acera te espero,

En los hombros de mi padre,

En los brazos de mi madre,

De manos de mis abuelos.

Mira, Jesús, que soy niño,

Que te quiero y que te sueño,

Que aquí en la acera ya estoy,

Que hasta la misma Cruz voy,

Y entro contigo en tu Reino.

En la fotografía del álbum familiar, Domingo de Ramos de 1995. Mi estreno azul. La última de la fila, esa chica alta y guapa, terminó siendo mi mujer. María Teresa también sueña Semana Santa.

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