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Pedro Martín Blázquez, colchonero
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Pedro Martín Blázquez, colchonero

Actualizado 28/11/2020
Eutimio Cuesta

Pedro Martín Blázquez, colchonero | Imagen 1

Preguntamos al vecino de Macotera, Pedro Martín Blázquez, sobre el vareo de la lana de colchón. Ya está jubilado, pero lleva el oficio prendido de cualquier conversación que mantienes con él. Veníamos juntos del río y hablamos de muchas cosas, entre ellas, de su oficio de colchonero.

- ¡Cómo aprendiste y quién te enseñó el oficio?

Me enseñó mi madre, Felicidad Blázquez Sánchez, a los ocho años. Esto viene de herencia de mi madre y de sus hermanos, José María y Antonio, primo Miguel (Los Pilatos). En Macotera, había 24 colchoneros entre padres e hijos. Se les conocía por el apodo: Catalán, Chaparros, los Quintos, los Guindines, los Cusinas, Virgilio Capucho y el hijo de Caridad, Quico. Y, todos ellos, últimamente, quedé yo. Al jubilarme, no ha quedado nadie del oficio.

- ¡Cuándo empezaste a trabajar solo?

A los 16 años, me cogí la manta y las varas y recorrí los pueblos de la provincia hasta llegar a Tamames, Las Veguillas, etc. Me tiraba, en algunos pueblos, 15 días trabajando. Después, se hacían contratos con los hospitales y hoteles. Hacía seis colchones al día: tres, por la mañana, y otros tres, por la tarde.

- ¿Cuánto cobrabas por el vareo de cada colchón?

Cuando empecé, recibía cuatro cincuenta pesetas por colchón y cincuenta céntimos, por almohada. Últimamente, llegué a cobrar 800 pesetas por unidad.

- ¿Cómo se ejecuta el vareo del colchón?

Se tiende una manta en el suelo y se vacía la lana en otra; se echa un poco de lana en la primera y se golpea hasta dejarla hueca. Así, sucesivamente, hasta que vareas toda la lana del colchón. Hecha la operación, se acomoda la lana sobre la tela del colchón, se cosen las costuras de éste con una aguja gorda y, con otra, de gran tamaño, se introduce, por unos agujeros abiertos sobre la superficie de las dos caras de la funda, unas cintas para que la lana quede bien distribuida en tramos uniformes, y así el colchón pueda ofrecer la máxima comodidad.

¿Dónde os hacíais con las varas?

Las varas las comprábamos en las tiendas. Las hay rectas y con vuelta. La madera es de castaño. Se rompen algunas al fallar el golpe, dar en el suelo o al coger alguna china.

- ¿Qué tiempo es el mejor para hacer los colchones?

Desde el mes de marzo hasta junio. El verano lo dedicábamos a segar y, en septiembre, se reanudaba la campaña.

- ¿Por qué ha decaído la profesión?

Al introducirse la fibra, el colchón Flex y el Picolín, han desaparecido casi por completo los colchones de lana. Aún existen algunos pueblos, en que se conserva el uso del colchón de lana.

Esta modernidad la trae la evolución de la vida.

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