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Amatos, la solución a los problemas del agua en Alba de Tormes en el siglo XX
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Alba de Tormes

Amatos, la solución a los problemas del agua en Alba de Tormes en el siglo XX

Actualizado 24/09/2020
Manuel Diego Sánchez

Un artículo que sirve como adelanto a la edición de la historia de Amatos de Alba, que podría ver la luz el próximo mes de octubre

Estando ya muy adelantada la edición de la historia de Amatos de Alba, que nos gustaría poder presentar públicamente en las próximas fiestas teresianas de octubre, queremos anticipar alguna parte de la misma, con el fin de que se entienda que Alba y Amatos han ido siempre juntos, y que esta historia local no deja de ser también historia de Alba. Así en el siglo XX estuvo casi a punto de realizarse una obra que venía a solucionar el problema de la potabilidad del agua en la villa. Todo ello está suficientemente documentado, pero nos era desconocido este proyecto público; ni siquiera se lo hemos oído comentar a la gente mayor del pueblo. Vaya en adelanto esta primicia para ir saboreando el fruto de esta publicación tan esperada, de la que son autores Manuel Diego Sánchez y Ramón Martín Rodrigo y que tiene este título: "Amatos del Arapil & Amatos de Alba. Páginas de su historia". Es un libro muy documentado y que supera las 500 páginas. Suprimimos ahora todo el aparato crítico de las notas a pié de página que dan fundamento histórico a cuanto se afirma.

En el caso del agua, Amatos no tuvo nunca problemas, porque siempre estuvo bien abastecida por la fuente, regatos y otros manantiales, aparte de la cercanía del río Tormes que favorecía zonas de pasto y cultivo (p.e. la famosa Ribera para el ganado vacuno) y hasta algunos trabajos, como el lavado de ropa a mano, puesto que el agua de la fuente del pueblo no era propicia para esta tarea doméstica, y ésta iba ligada tradicionalmente a la bajada al rio Tormes, semanalmente.

El asentamiento de Amatos al lado del agua

Todos los documentos históricos desde el siglo XVIII insisten en que es una población bien dotada de aguas y que esto, en medio de un terreno de secano, le permite incluso cultivar algunas huertas. Ponemos las palabras de Madoz en su famoso "Diccionario geográfico" (1845) cuando en el vol. 2º (p. 234) habla así de Amatos del Arapil:

"? hay una fuente de agua saludable, y un crecido arroyo llamado Regato del lugar, sin que tenga otro nombre, tan copioso, que riega 12 huertas que encuentra en sus orillas".

O sea, que a nadie pasaba desapercibida esta singularidad del enclave y lo que significaba el acuífero de que disponía, aunque aparentemente daba la impresión de un enorme secadal. Y esto lo sabían todos, incluso en Alba no se ignoraba la abundancia de agua de este arrabal.

Por eso queremos referir algún percance que hubo por cuenta del agua, mucho antes de que se procediera a introducirla en las casas. En este tiempo del siglo XX ya está, por ejemplo, bien establecida y estructurada toda la canalización (bastante rudimentaria) del agua que provenía del manantial y de la sobrante de la fuente para ser aprovechada en las diversas huertas (más bien huertos de menor dimensión) que se agrupaban al lado y después de la charca, la cual recogía el agua no sólo como abrevadero del ganado (importantísima función en esta etapa que no se tenía agua en las casas y que era como un rito diario ?el llevar el ganado a beber- que se debía cumplir al menos dos veces en la jornada), sino también como presa de contención que recogía el agua del regato y desde donde se distribuía, según días y mediante un orden establecido y consensuado, para el riego ordenado de los huertos. Basta pensar que, dada la abundancia del agua, ésta llegaba mediante la distribución por surcos de tierra (estilo árabe) hasta nuevos huertos que estaban incluso muy por debajo del pueblo camino del rio Tormes. Y que incluso, mediante el aprovechamiento de la elevación del terreno y de la recogida en lo más alto del manantial del regato, ésta llegaba por su caída natural también a varios huertos que se hallaban dentro del casco urbano, y además hasta sirviéndose de un puente-acueducto para superar el desnivel del regato. Una obra de ingeniería hidráulica (llamémoslo así) que era antigua, elemental claro está, pero que se había ido manteniendo y mejorando con el tiempo.

Todo esto se dice para que se perciba la importancia del agua en este pueblo, y como éste estaba articulado, incluso como asentamiento urbano, en torno y en dependencia del agua que nacía arriba en el manantial (llamado los Regatones) y tenía un primer aprovechamiento en la Fuente, y seguía corriendo por todo el Regato mayor pegado de costado al pueblo hasta la charca y, después de ella, por otro regato, el famoso Regato de la Angostura, hasta desembocar en el río. Al margen derecho se arracimaba el pueblo, con un trazado de casas más extendido a la larga que agrupado, con el fin de seguir la corriente de agua y aprovechar su caída que no paraba, pasando por las alamedas y varias tierras de labor, hasta desembocar en el río Tormes. Era el Regato de la Angostura, así llamado en tantas escrituras notariales. Y servía incluso, por estar tan a mano, para el fregado de platos, cubiertos y cacharros de las comidas, labor que las mujeres preferían hacer en el Regato por el agua corriente limpia y el uso de la arenilla del cauce como revulsivo o detergente. Ciertamente no se entiende la vida diaria de Amatos, en su organización casera y en su trabajo agrícola-ganadero, sin esta dependencia del agua que brotaba abundante en sus mismas entrañas. Esta era la razón fundamental por la que este núcleo tan reducido nunca sufrió la despoblación, siempre se mantuvo activo, aunque con oscilaciones en el número de población. Sobre fuentes y manantiales en el anejo de Amatos, ver el Libro de fiestas de octubre de Alba, 2009, pp. 319-323.

La dificultad del agua potable en la villa de Alba

En la cercana villa de Alba, que ya contaba con el adelanto del agua metida en el pueblo y en muchas casas, elevada desde el rio por un sistema de bombas y depósitos desde finales del siglo XIX, sin embargo existía el peligro de las epidemias al consumirla entonces sin depurar, con la posibilidad de adquirir y difundir ciertas enfermedades entre la población. El problema, conforme se registra en las sesiones del ayuntamiento, se pone sobre la mesa en 1920 dado el peligro de la epidemia de difteria, y ya se piensa durante 1921 en una solución que pasa "por agua que sea en absoluto pura y potable, traída a ser posible de manantial del arrabal de Amatos donde parece ser posible por los manantiales existentes o que pudieran alumbrarse en cantidad bastante"; claro está, lo cual sería factible después del análisis de potabilidad del agua de Amatos, de lo que en principio no se duda. Es una noticia importante, pues confirma que persistía la fama del agua del arrabal, ya sea en cuanto a cantidad como a calidad, pero sólo como agua potable para beber porque para el resto de usos se cuenta ya con la del río como más adecuada.

El tema se sigue debatiendo en el consistorio albense durante todo el año 1921, hasta que en el 1922 se envían unas vasijas de agua para su análisis en Madrid, de lo que resulta favorable el informe. La última vez que se afronta la cuestión en este año, se hace ya en forma definitiva y por estos términos:

"Por el Presidente se manifestó que estando para cumplir el contrato de suministro de aguas, había llamado al concesionario interesándoles diera agua en condiciones mientras que el Ayuntamiento contrataba nuevamente, no dando lugar a quejas por parte de[l] vecindario. Y en vista de que [el] Inspector provincial de Sanidad en su última visita había manifestado que no heran [sic!] potables estas aguas, el Ayuntamiento acuerda que se vea el medio de cumplir lo acordado por este mismo Ayuntamiento en sesión de 26 de Enero de 1921 mandando analizar las aguas de la fuente [de] Amatos, y si analizadas, éstas dieran resultado positivo de potabilidad, se proceda a los estudios para ver si es fácil su desviación a esta villa; y para que se encarguen de activar todo esto, se nombra una comisión compuesta de los tres: Alcalde, 1er Teniente y Clavijo, para que en unión del Secretario de la Corporación hagan lo que proceda" (Acta municipal, 3-4-1922).

No hemos encontrado más alusiones al tema del agua de Amatos, lo cual quiere decir que la idea se abandonó; podemos juzgar que fue así por causa del alto precio que supondría este proyecto, si no es que fuera también por intereses particulares del que suministraba hasta entonces el agua potable de las fuentes públicas de la villa y tenía la exclusiva de explotación. Incluso pudo ser que se recordara que en los alrededores de Alba y más cerca de Amatos existían diversos manantiales adonde podían acudir a pié los vecinos en busca del agua para beber. Años más tarde (1936), salta del nuevo el tema, pero ya en forma distinta.

Conociendo la real situación del agua en Alba de Tormes, extraña un tanto esta solución (aun pareciendo hay detrás algo de más alcance), porque en el mismo Alba existían fuentes cercanas, pero a lo mejor con menos caudal (ese era el problema), tales como el Cornezuelo, la Fontanilla, la Huerta del Rey... Puede ser que desde esta situación precaria se intensificara entonces ya la costumbre de diariamente servir o a ir a buscar agua potable a estos manantiales tradicionales, costumbre que ha durado hasta finales del siglo XX, cuando se empieza a servir el agua embotellada en el comercio o supermercados.

El asunto no debió saltar a la población ni ser muy conocido, ni tampoco sabemos que se alzaran voces en contra por parte de los más perjudicados, que serían los de Amatos por el peligro de perder volumen de agua para el pueblo. Tampoco ha quedado memoria de ello, o al menos yo nunca lo oí a los mayores.

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