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España e Italia -y Portugal- ante la pandemia
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España e Italia -y Portugal- ante la pandemia

Actualizado 31/08/2020
Antonio Matilla

España e Italia -y Portugal- ante la pandemia | Imagen 1

En esto de la pandemia de la Covid-19 y en sus consecuencias los italianos fueron por delante. Allí atacó el virus con más fuerza al principio, pero pronto les igualamos e, incluso, les superamos para nuestro mal. Ahora, sin embargo, están bastante mejor que nosotros, con los rebrotes más controlados. ¿Cómo puede ser que unos pueblos muy parecidos, europeos, mediterráneos, ambos de tradición católica, vitalistas y amantes de la amistad y la fiesta, estén teniendo unos resultados tan distintos? Ambos países hemos sido criticados por los estados llamados "frugales", de cultura más protestante, más nórdica, más "aburrida", que no ven con buenos ojos nuestro amor a la juerga. Tal vez se equivoquen estos norteños al generalizar y meternos a italianos y españoles en el mismo saco, pues, como digo, en este momento, nuestra situación es bien distinta.

Para intentar explicarnos por qué italianos, españoles y portugueses estamos teniendo resultados muy distintos, bueno sería recapacitar y fijarnos no en lo que nos une, sino en las diferencias, en lo que nos distingue. Yo aprecio estas tres:

Primera: italianos y españoles recuperamos las libertades cívicas y políticas durante el siglo XX. Pero Italia las recuperó antes, a raíz del final de la Segunda Guerra Mundial, con la derrota previa del fascismo y esa escena tan tremenda de Mussolini y Clara Petacci muertos y colgados de los pies. Nosotros tardamos veinticinco años más, en nuestra Transición, que alumbró la monarquía parlamentaria y la Constitución de 1978. Es posible que los italianos, al final de los años cuarenta del siglo pasado, se emborracharan de libertad e hicieran algunas tonterías. Nuestro flipe libertario vino, como digo, más retrasado y se manifestó en la famosa "movida madrileña", de la que tan ufano y propagandista se mostraba el alcalde Tierno Galván, y que se extendió como la pólvora por todo el país dando origen a toda una "cultura de la noche", con expresiones musicales maravillosas, pronto rentabilizada por empresarios avispados.

En Salamanca, sin ir más lejos, la noche juvenil se fue haciendo famosa año tras año y lustro tras lustro, con una "traca final" aparatosísima: la Noche Vieja universitaria, celebrada durante cualquier noche de mediados de junio de los últimos años; no era Universitaria, sino iniciativa de algunos empresarios hosteleros. Pero me da a mí que esa nuestra explosión nocturna juvenil está un poco como Messi, en decadencia natural. Quizá le queden un par de años o tres de "buen juego", pero es difícil que vuelva a ser lo que era. Aunque, como dirían en una saga cinematográfica tiernamente viejuna, "el Poder de la Juerga" mueve las galaxias.

A principios de los noventa pude ir un par de veces a Italia y otras tantas a Portugal con gente joven y no me pareció que allí hubiera tanto furor nocturno; lo había, pero en mucho menor grado. Aquí, sin embargo, la vida nocturna sigue siendo una fuente de pelea continua entre adolescentes y padres, porque hacer vida nocturna se ha convertido para muchos jóvenes en una especie de dogma de obligada creencia y cumplimiento. Ahora mismo, noche sí y noche también, la Guardia Civil y la Policía Local ?imagino que también la Nacional- están desbaratando botellones, obligados los establecimientos a cerrar pronto. De aquellos polvos político-culturales vienen estos lodos alcohólicos e irresponsables y, "por consiguiente" ?Felipe González dixit- posiblemente contagiosos.

Segunda: Los jóvenes escuchan a los jóvenes, como muy bien pedía recientemente el Dr. Fernando Simón, aunque yo ya me había adelantado en esa petición en este mismo medio digital del que me enorgullezco por la parte que me toca, pero sin atalaya ni púlpito televisivos. En Italia, muchos jóvenes están agrupados de modo natural en sus parroquias y en movimientos de inspiración cristiana. Aquí pocos. De mi sé decir, por ejemplo, de lo que yo conozco, que los scouts católicos italianos son unos 185.000 mientras que aquí, con mucho trabajo, apenas llegamos a los 29.000. Cierto es que Italia cuenta con un poco más de 60 millones de habitantes y España 47. La comparación no tiene color. En Portugal (10 Millones y poco de habitantes) hay 72.000 scouts católicos. Si en España sumáramos también los 34.000 de la Asociación scout aconfesional y los 11.000 de la Federación catalana, llegaríamos a los 74.000, todos arrejuntaos; apenas 2.000 más que los scouts católicos portugueses, siendo así que cuadruplicamos ampliamente el número de habitantes.

En España nos falta red de asociacionismo juvenil, sea en torno a la Iglesia, o la Cruz Roja, o las oenegés, o los voluntariados, o los clubs, o los partidos políticos y los sindicatos, o lo que sea. Es decir, las oportunidades de que los jóvenes españoles se ayuden unos a otros para ejercer la responsabilidad social ante esta pandemia son mucho menores aquí, en España, que en Italia y en Portugal.

Tercera: España es una monarquía parlamentaria. Italia y Portugal son repúblicas. Las tres son democracias modernas, con peso específico en la Unión Europea. España es quasi federal y, en muchos aspectos, más federal que la República Federal (Alemana). Italia está aprendiendo a balbucear el concepto de Comunidad Autónoma. En este punto Italia está todavía en Infantil mientras nosotros, a punto de sacar buena nota en la EBAU. Así, en Italia, el Gobierno de la nación no puede desentenderse de la pandemia delegando en las autonomías y sigue siendo el responsable último. Y parece que ejerce. Y no le va tan mal. Portugal, por su parte es un Estado centralizado. ¿Será que, por el tamaño, no necesita autonomías? Sea como fuere, de momento tampoco les va demasiado mal.

Seguramente hay más diferencias y más importantes que estas, que explicarían más cosas. El que más sepa, que más diga.

(en la foto, scouts italianos en el Camino deSantiago)

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