Viernes, 29 de marzo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
¿Saldremos peores, iguales o mejores?
X

¿Saldremos peores, iguales o mejores?

Actualizado 25/05/2020
Antonio Matilla

¿Saldremos peores, iguales o mejores? | Imagen 1 Los "expertos" discuten y en los chats familiares y de amigos también sale, de vez en cuando, la pregunta de si esta pandemia nos cambiará algo y, si nos cambia, lo hará para bien. Dice un refrán popular que un optimista es un pesimista bien informado?¿O era al revés? ¡Ah, la vejez, ya no me acuerdo! Intento ser optimista por muchas razones, la más importante de ellas porque creo en la común humanidad, creo en el hombre, en la persona humana, en el ser humano?ya he empleado todas las fórmulas posibles para no salirme de la corrección política, no sea que alguien deje de leer desde el principio. Creo en el ser humano porque Dios cree en nosotros, cosa que celebramos ayer mismo, recordando que la humanidad de Jesús de Nazaret se ha sentado a la derecha del Padre, al mismo nivel, y del amor entre ambos se derivará hacia nosotros el Espíritu Santo, porque el amor es difusivo y siempre desborda.

Creo que saldremos mejores porque, aunque todos hemos visto imprevisiones, cálculos electorales, comportamientos poco maduros, inconscientes, insolidarios, a la hora de cumplir bien el confinamiento, hay una serie de indicios que me inducen a pensar que saldremos mejores. Hablo de lo que veo a mi alrededor y veo que hay valores de fondo y actitudes prácticas consecuentes con esos valores que nos pueden salvar. Valores prepolíticos. Y así veo que hay hijos que defienden y miman a los padres para que no se contagien. Veo nietos que se encargan, a sus veinte años, de la intendencia de sus abuelos con puntualidad británica y planificación germánica. Veo empresas que se reconvierten: desde repartir en bicicleta miles de libros, uno por uno, a empresas textiles que dejan los tejidos de moda y fabrican cientos de miles de mascarillas, en Béjar, aquí al lado, sin ir más lejos, o emporios de la moda que fletan aviones cargados a reventar de material sanitario; veo ingenieros que transforman motores de limpiaparabrisas en respiradores para las UCIs o redes de impresores en 3 D a pleno rendimiento.

He visto y veo también médicos, enfermeras, auxiliares de clínica, celadores -¿les han llegado ya a estos los equipos de protección que necesitaban?-, empleados de la limpieza, que aparcan sus reivindicaciones justas y antiguas porque ahora no tienen tiempo, empeñados como están en cumplir el juramento hipocrático de defender la salud y salvar la vida a los enfermos de la Covid-19 y a los otros, que sigue habiéndolos, aunque no hayan oído nunca hablar de Hipócrates, el gran médico de la antigüedad. Ha sido tal su entrega y ha habido tal número de contagios entre ellos -¿50.000? ¿Más?- que todos estamos rezando para que el posible rebrote de la pandemia tarde mucho y les dé tiempo a descansar un poco y poner en paz sus emociones, porque suele suceder, aunque parezca paradójico, que cuanto más se ha vaciado uno en favor del prójimo, más malestar interior tiene, como si pudiera haber hecho mucho más, cosa imposible dadas las circunstancias y la falta de material sanitario en las primeras semanas.

Como chico de pueblo que soy, sé de buena tinta que muchos labradores y ganaderos han seguido doblando el lomo y exprimiendo el tractor, olvidándose de que, en muchos casos, están vendiendo sus productos por debajo de los costes de producción, pero que, ahora, con la que está cayendo, era absolutamente necesario, era un deber de humanidad -¡Tenían que alimentarnos a todos!- que esos alimentos básicos siguieran llegando a los estantes del súper y a los mercados y tiendas de alimentación de ciudades, barrios y pueblos. Antes de ayer mismo, dentro del horario de paseo de los viejitos, me encontré con Jose, uno de los repartidores a domicilio de mi súper más próximo: ¡Estamos desbordados, no paramos en todo el día de mandar paquetes a casa; vienen a la tienda, hacen el pedido y se largan enseguida para que se los llevemos lo antes posible; y además muchos son personas mayores y, aunque el pedido no sea muy grande ¿cómo no se lo vamos a llevar?! Mientras me dice eso veo a través del cristal de la puerta cómo una de las cajeras suda tras la mascarilla?

Viviendo como vivo tan cerca de los hospitales y de las Facultades de Medicina, Enfermería, Farmacia y Biología, conoce uno investigadores que hacen como que no se acuerdan de que su beca de investigación está a punto de expirar y siguen trabajando a tope, interconectados con otros muchos del mundo entero, buscando un medicamento o una vacuna eficaces contra la Covid-19. Trabajan como si les fuera la vida en ello?y les va la vida, la nuestra, aunque se les acabe la beca.

De los curas no voy a hablar mucho, no sea que me acusen de corporativismo. Pero, cuando en Salamanca nos quedamos sin sacerdotes y sin diácono para atender los servicios funerarios en el Tanatorio y en los cementerios, en menos de 24 horas surgieron once sacerdotes jóvenes ?tenían que ser jóvenes, los viejitos y los malitos no podíamos ofrecernos-. Y sé de otro que está llevando el luto por su madre fallecida, no por la Covid-19, mientras pasa las mañanas como voluntario en el Centro de Acogida de transeúntes y personas sin hogar de una ciudad cercana a la que no puedo viajar todavía porque está en otra provincia. Y otro, el amigo Blas, tiene acogidos en el albergue de Fuenterroble a un montón de peregrinos pillados in fraganti por la pandemia. Una ventajilla: los que no tienen hogar de repente lo han encontrado, las instituciones y la sociedad han sabido reaccionar con prontitud por una vez y esperemos que sirva de precedente. Y ya que estamos en "asuntos de Iglesia", algunos mayores le han pedido a sus hijos o nietos que les enseñen a hacer una transferencia online -¡no pueden ni deben salir de casa!- para inyectar 20 ?, no pueden más, en las exhaustas cuentas de la Cáritas interparroquial. En la misma línea, mis reiteradas llamadas a los mayores de mi Unidad Pastoral, me permiten afirmar que se conservan anímicamente fuertes y prudentes, especialmente los o las que tienen 97 años. ¿Verdad Carmen?

Pablo, un sacerdote amigo, madrileño de pura cepa ?vamos, que lleva mucho más de 15 días seguidos viviendo en Madrid-, me cuenta cómo, en una semana, entre la parroquia y las asociaciones del barrio, sin preguntar a nadie cuál es su creencia religiosa o su ideología política, los adultos y los jóvenes han montado una Despensa Solidaria que está dando de comer a 300 familias de esas que están apuntadas a un ERTE, o no, pero que llevan desde febrero sin ingresar un chavo.

La solución de futuro, la famosa "salida del túnel", está más allá del dinero, más allá del poder, se está encontrando a medida que vamos consiguiendo hacer un poco de silencio espiritual en medio del cacareo mediático. Los políticos tienen, en este punto, una gran responsabilidad. Señores políticos, por el amor de Dios y por el amor a la Humanidad: céntrense en escuchar a la sociedad civil, no se crean que son Vds. "el Estado", en esta época y en esta sociedad tan complejas. Por favor, no confundan el Estado con el Gobierno, porque eso sí que sería franquismo redivivo. Aquí no manda Franco (ni siquiera en Madrid, aunque así se apellide, oh casualidad, casualidad, el Delegado del Gobierno allí). Tampoco manda el Politburó, que diga el Consejo de los Consejos (soviet, en ruso, significa Consejo) de Defensa de la Nueva Normalidad. Tampoco manda Wall Street aunque lo intente. Por favor, no confundan tampoco lo público con lo estatal, que Estado somos todos y a mí me sale a pagar la Declaración de la Renta y no pienso declinar de mis compromisos prepolíticos. Identificar el Gobierno con el Estado es una herencia totalitaria ¿franquista? que no tiene sentido hoy en día. Dense cuenta, por favor, de que estamos en Europa, aunque se hayan ido los ingleses, que no se irán del todo nunca, porque solo nos separan 32 kilómetros, salvados ya por un magnífico túnel bajo el Canal de la Mancha. Europa tiene sus reglas y España también, las derivadas de una Constitución reformable constitucionalmente. No intenten saltárselas, ni las europeas, ni las españolas. Nos va en ello la paz social y mantener un nivel de vida digno. Sobre todo, les va la vida en ello a los pobres y a los empobrecidos en estos meses.

Ya no añadiré más, solo les propondré un acertijo facilito: ¿Qué mayoría tendría un Gobierno formado por dos partidos? No me digan que no pueden resolverlo. Los alemanes han sido capaces de hacer un pacto de Estado entre los partidos principales, dos y a veces tres partidos. ¿Por qué nosotros no? ¿Qué pasa, que se hincharían los votos de la extrema derecha y la extrema izquierda? Pregúntenselo al Sr. Tezanos y que él nos lo pregunte a nosotros, pero sin trampas, sin recurrir a subcontratas ni manipulaciones. Y si, por un casual, me miraran displicentemente como si yo fuera un soñador, les diré que mi voto es mi sueño y que soñará mejor quien sueñe el último.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.

Comentarios...