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El turronero de La Alberca
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El turronero de La Alberca

Actualizado 14/12/2019
Eutimio Cuesta

El turronero de La Alberca | Imagen 1Me gusta pasear por la prensa histórica y, de cuando en cuando, me recreo sentandome en alguno de sus asientos, y entretenerme leyendo los comentarios de esos periodistas, castizos, que saben lo que dicen, porque lo que expresan son sus propias opiniones, y no las dictadas como se hace hoy.

Y a colación de que las turroneras ya han extendido sus ofertas melosas debajo de los soportales de la plaza Mayor de Salamanca, seguí los pasos de un periodista comprometido y viajero, de firma SIR-VE, que, el 18 de diciembre de 1907, cursó una visita a LA Alberca, para enterarse de cómo se elabora el turrón y cómo llega a los hogares.

Y le dejo hablar:

"EL campo que rodea el pueblo es distinto de los de la sierra; por allí, no hay viñas, ni olivos, y quizá esto explica que los albercanos, no cultivando vino ni aceite, como los demás serranos, han hecho un oficio de la fabricación de turrones.

En el pueblo, me esperaba un amigo, a quien había avisado de mi viaje, y, enseguida, nos fuimos a casa de un turronero, conviniendo en que, al día siguiente, iríamos a visitarle, cuando estuviera haciendo el turrón

Y, efectivamente, al día siguiente, nos fuimos a ver al turronero. En una de las habitaciones de la planta baja de la casa, en la que entraba la luz por unas viejas ventana, había una hornilla hecha con unas piedras y, encima de ella, un gran perol. Un muchacho alimentaba el fuego de la hornilla, y un hombre echaba en el perol, según nos dijo, media arroba de miel, gran cantidad de claras de huevo y alguna de azúcar.

-¿Y ahora qué se hace?, le pregunté

-Ahora se coge el mecedor y se da vueltas. Y verá usted, es un trabajo muy intenso, porque ahora hay que estar dando vueltas con este mecedor de corcha, y no se pué dejar, lo menos, en once horas; se pone a fuego manso, porque, si se arrebata, tiene usted que tirarlo; Y cuenta que venga bien que, si no, no acabas, como quiera sobarte, bien te soba y en poquito rato.

-¿Y usted no ayuda?, pregunté a una serrana, que entró a vernos.

-Cá, dijo el marido: "Esto no es mujeres". Las mujeres no hacen más que venderlo.

-¿Y qué más hay que hacer para verlo terminado?

-Seguir dando vueltas hasta que tenga el punto, luego se echan los piñones, las almendras, las avellanas, o lo que lleve.

-¿Ustedes no tienen almendras por aquí, verdad?

-No, señor, mos las train los ribereños; ellos train almendras, y mos las dejan a cambio de castañas.

-Y el piñón, ¿a quién se lo compran? Según, unas veces a los Moretones de Ciudad Rodrigo, y otras, en Salamanca: a 16 reales cuesta cada kilo este año.

-Es carillo, le dije, por animarle a que siguiera hablando.

-Ya lo creo que es caro, y pa tenerlo que vender a peseta la libra, ya ve usted lo que queda.

El turronero, mientras decía esto, seguía dándole vueltas a la masa sin dejarlo ni un momento. Cuando acabó la operación, lo cogió, pulcramente, con una pala, y lo echó en una caja, que estaba forrada con obleas.

- Pues ya está, me dijo el hombre, mientras se limpiaba el sudor.

-¿Y eso se lo llevan ustedes a Salamanca? Sí, señor, cuatro o cinco arrobas, que lleva cada uno, y una rodadita de turrón dorao.

-Aquí lo hacemos, porque se lleva siempre a las fiestas.

-¿A qué fiestas? A las de aquí. Lo llevamos a Mogarraz, por las Nieves; al Madroñal, por Santa Ana; a Cepeda, por San Bartolo; a la Herguijuela, por el Carmen; al Soto, por San Ramón.

-¿Y la nochebuena a dónde van ustedes? A Salamanca, a Béjar, a Macotera y a otros sitios?

-¿De modo que ustedes están haciendo, mientras las mujeres lo venden?

-Sí, señor, cuando lo venden, nosotros vamos a llevar más y, de paso, vendemos por las calles castañas y nueces o cualquier otra cosa que llevamos.

Ahí tienen ustedes como los turroneros de La Alberca fabrican turrón, que venden en la Plaza Mayor, la Polea, la Varesa y demás paisanas vestidas con el traje de la tierra, y llamando la atención de los curiosos por su charla. Algunos hablan, con desdén, de este turrón de tira-tira, como lo llaman los chicos, pero pulcro, es muy pulcro". SIR-VE

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