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El Congreso sobre la despoblación y el famoso viaje de Juan de Cárcamo
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LA OPINIÓN DE ÁNGEL IGLESIAS OVEJERO

El Congreso sobre la despoblación y el famoso viaje de Juan de Cárcamo

Actualizado 03/12/2019
Ángel Iglesias Ovejero

Ángel Iglesias ofrece su opinión en torno al Congreso sobre la Despoblación que tuvo lugar la semana pasada en Ciudad Rodrigo

Los lectores que, por falta de tiempo o de estímulo (debido al carácter tendencioso de la información), no siguen la prensa escrita de Salamanca se enterarían con cierto retraso, por la vía digital, de la celebración de "unas mesas redondas" en el marco de un Congreso sobre el "el reto de la despoblación". Para estos despistados, el anuncio de la apertura coincidía con la clausura ("mesa redonda" perfecta), lo que venía a ser un anticipo de inocentada, un poco de mal gusto, por aquello de que "no hay que mentar la soga en casa del ahorcado". La evidencia del vacío demográfico y el desmantelamiento de las estructuras socio-económicas forma parte de la rutina ordinaria de los mirobrigenses y los habitantes de la raya hispano-portuguesa. Por ello muchas personas, chicas y grandes, como acuden a los entierros, han respondido a las "celebraciones" anunciadas por el alcalde de Ciudad Rodrigo unos días antes del evento, previsto y no explicado en semanas anteriores. A día de hoy, no se sabe exactamente con qué objetivos ni a qué resultados han llegado los Caballeros de esta Cruzada contra la despoblación, porque, para empezar, tampoco se estaba al corriente del peaje de entrada que debían pagar los participantes y oyentes en el Palacio de Montarco, donde tenía lugar la reunión (y ahora se revela que no había mucha holgura para la intervención de interlocutores espontáneos).

En espera de estas aclaraciones, el Congreso, las mesas redondas y sus ramificaciones festivas parecen un calco del "famoso viaje de Juan de Cárcamo, de quien se dice que fue y volvió, y no se supo a qué".

Si estas "celebraciones" vienen acompañadas de medios y remedios por parte de quienes, por ostentar el poder político, económico y social en general, tienen capacidad y deseable voluntad de cambiar el curso de las cosas, bien venidas sean. De no ser así, es preferible que se celebren en Valladolid, o bien en el castillo de los Águila (que ya "no se está cayendo", sino caído y reciclado como cementerio) en El Payo, los pizarrales de Lerilla o los matorrales de Irueña. Porque nos tememos que este tipo de eventos sean más bien actuaciones decorativas, para tapar las vergüenzas, como suelen prodigarse en la Comunidad de Castilla y León, cuyas autoridades desgraciadamente no muestran mucha empatía con la situación de quienes habitan en la periferia o tienen en ella peculiaridades culturales específicas. En ello hemos insistido este verano (en sendas jornadas culturales en Robleda y Navasfrías), a propósito de una ayuda prometida y no cumplida por parte de la Junta de Castilla y León con respecto a la modalidad lingüística vernácula de El Rebollar. Más o menos la conclusión era ésta:

"Aquella promesa de la Junta de Castilla y León era (fue) un brindis al sol. Hasta ahora no se tiene constancia del menor interés por parte de entidades o personas representativas comunitarias hacia dichas actividades, ni por supuesto la menor colaboración cuando fueron solicitadas. Asisten a la agonía del habla rebollana con la misma impavidez que (dejando a un lado el espinoso asunto de la memoria histórica durante el primer franquismo) han mantenido ante la emigración masiva, la despoblación, el envejecimiento demográfico, y, concretamente en la comarca mirobrigense, el desmantelamiento de los servicios públicos, la insuficiencia de los transportes (por tren y carretera), la falta de centros sanitarios adecuados (con obligados, laboriosos y arriesgados desplazamientos a Salamanca al menor síntoma de enfermedad), el cierre de la mayoría de los centros escolares locales (por falta de niños), con el consiguiente desarraigo de la cultura y la forma de vida en el campo, etc., etc.". ¿Hace falta añadir que por aquí, en espera del maná turístico, no hay creación de empleo estable desde tiempo casi inmemorial?

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