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Estrenando democracia
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Estrenando democracia

Actualizado 11/11/2019
Antonio Matilla

Estrenando  democracia | Imagen 1

Ayer fui a votar a primera hora de la mañana, que ya se sabe que los curas los domingos trabajamos; aunque sea media hora, a la sombra y con vino, hay que estar listo para el curre. El día de votación en unas Elecciones democráticas siempre he procurado estrenar algo, aunque no más sean unos calcetines, porque para mí es un día de fiesta. Esta vez fue el turno de una chaqueta de lana, con cremallera, verde esperanza, que me gusta mucho, aunque esta vez ha sido verde oscuro. ¿Sería una premonición? Siempre he procurado, digo, estrenar algo, aunque más de una vez me hayan aguado la fiesta.

Sucede que, los que vivimos un poco la dictablanda (no tengo edad suficiente para haber padecido la dictadura), conservamos fresco el fervor democrático; deseábamos con tanta intensidad poder votar en libertad, que no hay resultado electoral que consiga anegar del todo nuestra esperanza democrática.

En mi caso, las raíces de este espíritu festivo están ancladas en mi compromiso bautismal, pues toda la vida de un cristiano, a lo largo de cuatro años de legislatura, o de seis meses y poco de legislatura fallida, siempre está orientada a lo mismo: intentar ser coherentes con el Padre Nuestro que rezamos a menudo, "venga a nosotros tu Reino", y el trabajo por el Reino de los Cielos ? Reino de Verdad y de Vida, de Libertad y de Gratuidad, de Justicia, de Amor y de Paz, como reza el Prefacio del Domingo de Jesucristo Rey del Universo- da para mucho más de una Legislatura completa y para más de siete vidas que tuviéramos, como hipotéticos gatos humanos.

Sucede también que algunos hechos son mostrencos, o sea que ?en una de las acepciones de "mostrenco"- son gordos y pesados, vamos que están ahí y no se pueden ni se deben ignorar de gordos que son. Y así no se debe ignorar que "pobres siempre los tendréis entre vosotros" (compruébese en el Evangelio de Mateo, capítulo 26, versículo 11, que como es obvio viene a continuación del capítulo 25: tuve hambre y me disteis de comer, fui refugiado y me acogisteis, etc?). También es un hecho que hay muchas personas que no son felices, que andan desnortadas o despojadas o desplazadas, o descartadas, o solas en la Sociedad de la Comunicación. O enfermas, que la empresa con más trabajadores de nuestra ciudad es el Complejo Hospitalario.

Por otra parte, en mi condición de ciudadano de a pie, tengo claro que no soy Robín Hood, ni Rambo "solo ante el peligro" y que necesito estar junto a otros para recibir y para dar la caridad política, que es el amor que se puede vivir en las relaciones sociales, así, en general, y ahora globalizadas, pues el amor político no tiene por qué estancarse en el Mediterráneo, sino que puede y debe ir más allá, a Asunción de Paraguay, a la Cochabamba revuelta contra Evo Morales o a Banikoara de Benín. O sea, intento practicar un poco eso tan español del quijotismo, pues Don Quijote no era en absoluto individualista, sino que necesitaba necesariamente del contrapunto de Sancho, que al final fue más quijotesco que el propio Don Quijote.

Y no cito todos los continentes porque sé que a todos no puedo llegar y que, por tanto, casi siempre puedo hacer lo que puedo y no más, o lo que me dejan, o lo que me agencio para hacer aunque no me dejen; entre otras cosas, a las veces, votar al mal menor a falta de bien mayor claro y distinto.

No me importa copiar a mi maestro Don Miguel de Unamuno y decir que me duele España. Me duele que muchos españoles del Norte y del Noreste no quieran serlo, que no quieran seguir la estela del vasco Juan Sebastián Elcano, o de mi tía Fide, que sin dejar de ser zamorana era la mejor cocinera vasca del barrio, fiesta patronal tras fiesta en Guernica, o de la familia Ferrán que dejó su Igualada natal y, sin perder nada de su acentuado acento catalán, vino a invertir su dinero y su vida creando industrias y docenas de puestos de trabajo en el Poblado de Vistahermosa y dejando aquí una amplia y reconocida familia. Euskera no sé, fuera de cuatro palabras y frases hechas, pero catalán sí, no sé a qué nivel ni pienso averiguarlo, y seguiré hablándolo y leyéndolo siempre que tenga ocasión. Andan ahora algunos, a izquierda y derecha, proponiendo soluciones radicalmente fáciles a este problema tan complejo. Esperemos que a la mayoría de los españoles no se nos acabe el sentido común?ni el seny.

Podría concretar más, pero lo verdaderamente concreto para mí es que soy párroco de personas de todo el arco parlamentario?y también de los que están fuera de él.

Por cierto, pasado mañana comienzan por fin las obras de consolidación del templo de San Martín, el más antiguo y el más céntrico de la ciudad. Estoy contento, pero poco, porque soy consciente de la ingente obra de restauración que habría que emprender y mucho me temo que, si vuelve la crisis económica y no tenemos Presupuestos, tengamos que esperar más años, añadidos a los doce que llevamos esperados durante este Siglo. Aún nos queda paciencia, pero ya va escaseando.

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