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La muerte y la suerte
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La muerte y la suerte

Actualizado 01/11/2019
Manuel Rodríguez Fraile

Sólo se vive una vez. Pero si lo haces bien, una vez es suficiente. Mae West, actriz

La muerte y la suerte | Imagen 1En un fin de semana como este, resulta difícil eludir el tema.

Cuentan los mitos que cuando el rey Midas preguntó al sátiro Sileno, considerado el más sabio de los sabios, además de padre adoptivo de Dioniso[1], qué era lo mejor que le puede ocurrir al hombre en esta vida, respondió: Lo mejor que le puede ocurrir al hombre es no haber nacido, y si eso no es posible, morir pronto. Pero claro, eso ya no estaba al alcance del rey pues había nacido, así que sólo le quedaba la opción de morir pronto. Frente al exagerado pesimismo del viejo sátiro, Elbert Hubbard, escritor y filósofo estadounidense aconsejaba no tomarse la vida demasiado en serio porque nunca se logra salir vivo de ella.

En estas fechas, se conmemora en nuestro país, como en muchos otros, el día de Todos los Santos y a continuación el día de los Difuntos, unas fechas para recordar a nuestros muertos, en el buen sentido de la palabra.

En nuestra sociedad occidental estamos más por la postura del sátiro Sileno que en la de Señor Hubbard, la muerte es algo de lo que es preferible no hablar o hablar poco, y siempre hacerlo en voz baja.

En México, la diosa Mictecacíhuatl, conocida por todos como la Dama de la Muerte, es quien preside las celebraciones de difuntos. La gente acude a los cementerios[2] a visitar a los parientes fallecidos. En las casa se colocan fotografías junto a las comidas que más les gustaba vida a los finados para que sus espíritus sigan disfrutando. Los muertos conviven con los vivos y luego regresan al más allá.

El festival Ching Ming es para los chinos la ocasión de recordar a sus difuntos. Lo hacen durante los diez días anteriores y posteriores al 4 o 5 de abril. Se limpian y engalanas las tumbas y también las casas para que todo resulte agradable. Se realizan todo tipo de actividades lúdicas, pero no se puede encender fuego, por lo que hay que cocinar el día anterior alimentos que se puedan comer en frio.

En Tailandia celebran el Phi Ta Khon, una procesión con música y máscaras durante la cual los jóvenes, disfrazados de espíritus y de fantasmas, hacer bromas a la gente y los monjes cuentan historias sobre la reencarnación de Buda.

Aquí, la cosa es diferente. Se está imponiendo, desde hace ya años, esa extraña y degenerada creación comercial que es Halloween. La gente sale de fiestas disfrazada de Zombis, Dráculas, Hombres Lobo, Cabezas Cortas, Frankenstein, personas mutiladas y ensangrentadas (apostaría a que el disfraz más popular de este año será el de Joker) pero todos estos personajes son imaginarios ¡no son nuestros muertos!, de nuevo en el buen sentido.

He calificado Halloween como una extraña y degenerada creación comercial porque el original data de las tradiciones de los antiguos pueblos celtas, de la fiesta del Samhain, que en gaélico quiere decir "el final del verano", es decir el final de la cosecha, la llegada del invierno, el comienzo de una época en que los días son más cortos y las noches más largas. En esa noche, la del último día de octubre, era costumbre dejar comida y dulces fuera de las casas y encender velas para ayudar a las almas de los difuntos a encontrar el camino hacia la luz y lograr un descanso placentero junto al Sol en un eterno verano.

En nuestras sociedades occidentales las celebraciones (dejando aparte el viciado Halloween) tienden a ser tristes y no demasiado visibles en un deseo de ocultar todo aquello que esté relacionado no sólo con la muerte, también con la vejez, la decrepitud, el sufrimiento, el dolor, la enfermedad; todo esto se aparta, se enmascara, se arrincona, se recluye en instituciones de todo tipo, no sea que ofenda los delicados ojos de unos ciudadanos que preferimos vivir en el plácido y confortable hábitat que proporciona la ignorancia, creyendo que nunca vamos a morir porque somos inmortales. En oriente se celebra la muerte, en occidente se la teme.

Yo me quedo hoy con el consejo de escritor Mark Twain: El miedo a la muerte es el resultado de tenerle miedo a la vida. Un hombre que vive plenamente está preparado para morir en cualquier momento. O si lo prefieren pueden escucharle cantar a Joaquín Sabina la muerte sólo es la suerte con una letra cambiada[3]. Pues eso, suerte con la muerte.


[1] Dios de la fertilidad y el vino. Hijo de Zeus y Sémele. Nieto de Harmonía y bisnieto de Afrodita

[2] La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencia cristiana, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el día de la resurrección.

[3] Embustera. Vinagre y Rosas. 2009

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