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Dónde están los pensadores
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Dónde están los pensadores

Actualizado 12/10/2019
Fructuoso Mangas

Se preguntaba no hace mucho un sociólogo y politógo tan notable como Fernando Vallespín, director del CIS (aunque no sé si lo sigue siendo a estas alturas) y muchas más cosas, que dónde están los pensadores en España, incluso en Europa. Porque han desaparecido del debate público.

Su opinión era importante porque venía respaldada por un prestigio intelectual que le da más base argumental a sus propuestas y razones, aunque el buen juicio político o social no esté necesariamente asociado a la calidad académica o al nivel de capacidad intelectual. Pero de un tiempo a esta parte se impone lo irracional, lo explosivo o lo desproporcionado y se puede llegar a la situación en la que una adolescente como Greta (y no digo que no tenga razón en lo que dice) consigue más audiencia que científicos, intelectuales y expertos que lo saben mejor y lo han dicho antes, igual de alto y con mejor argumentación. Pero se imponen la escenografía y los golpes de efecto y por ese camino llegamos cerca. Aunque reconozco que a veces es la única forma de empezar por fin.

Por otro lado hay sin duda una especie de mercado de las ideas o cartera de argumentos que lo mismo valen para un roto que para un descosido, depende de los fines del pagador, con lo que cualquier palabra aunque parezca razonada e independiente puede ser sospechosa de presunta venta o de juego de intereses. Pues ya no sabes, y recuerdo ejemplos de estos días, si es más perjudicial para el medio una flatulencia de un añojo o la caca de un perro o si la robótica es el futuro o si será el final de la historia. Al final los poderes fácticos, pequeños o grandes, deciden lo que es de recibo seguro y lo que hay que rechazar de plano. Y el ciudadano, en medio y perplejo.

Y así, entre expertos, tan numerosos en cualquier campo como las arenas del mar, y tertulianos, nuevos portavoces de la vedad, el ciudadano se va acomodando a lo socialmente correcto y a lo políticamente razonable, cuando el papel del pensador era justamente el contrario: la verdad razonada frente a cualquier poder. Quizás se pueda decir que J Habermas, a sus 90 años, es quizás uno de los últimos intelectuales notables. Recuerdo una frase suya en una entrevista no hace mucho: "No puede haber intelectuales que hablen si no hay ciudadanos que los escuchen", o algo así.

Y me parece que tiene razón, porque ya no hay interés en la gran mayoría de la ciudadanía hacia temas relevantes para la formación de una opinión política, cultural o religiosa. Y sin la existencia de una población lectora que tiene un cierto nivel de interés en el proceso siempre costoso de formación de opinión, no hay papel para ningún pensador. Y hoy esa población se ha esfumado entre las prisas, las redes y las naderías. Pueden ser testigos entre nosotros algunos como Victoria Camps, Fernando Sabater, Olegario González, José Antonio Marina u otros cualesquiera de los que intentan hoy, con más o menos suerte o altura, poner algo de pensamiento en la plaza pública.

No es ajeno a este fenómeno ni tampoco es cosa vana ni banal el hecho, bien contrastado desde Sócrates y Platón, que tiene sobre esto textos políticos memorables, de que la democracia tiene por definición una extraña relación con la verdad, porque aquella es el gobierno de la opinión y ésta debiera basarse en la razón y en sus argumentos no en la estadística (sic)? Por eso ha habido desde siempre, y ahora también, cierta tensión no resuelta entre el pensamiento que busca la verdad y la política que busca el número.

Y eso sin contar que la proliferación, creo que excesiva y a veces poco cuidada, de tertulias y tertulianos extiende la idea fácil de que todo es opinable y las cosas son como cada uno las piensa o como le encajen en su modo de pensar o como su tribu lo decida. Nunca fue tan gaseoso ni tan líquido el sólido fundamento de lo verdadero y de lo bello y de lo bueno, que eran los tres grandes adjetivos clásicos del ser.

Y llegados aquí, la vida queda reducida a una especie de Pasapalabra, de la que encima tiene los derechos una empresa inglesa, ya se sabe. Lo que faltaba, el brexit en el portal.

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