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Simbolismo, riqueza y magia en la joyería del traje de vistas
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Simbolismo, riqueza y magia en la joyería del traje de vistas

Actualizado 18/08/2019
Ana Vicente

El traje de vistas albercano convierte el cuerpo de la mujer en objeto en el que proyectar la riqueza y la honorabilidad de la familia y lo proteje del mal con amuletos e iconografía de las tres culturas

En estos días en los que muchos pueblos salmantinos se visten de gala para vivir sus fiestas La Alberca vive El Ofertorio y las mujeres albercanas han lucido sus trajes de vistas cargados de simbolismo en plata y coral.

El traje de vistas de La Alberca destaca por hacer de la indumentaria femenina un medio de exhibición. Tradicionalmente, la forma más habitual de manifestar la riqueza era la acumulación de joyas o la superposición de piezas de ropa en ceremonias de especial relevancia social. El traje de vistas es un paradigma de esta forma de exhibición por el número y riqueza de las piezas que lo componen y que convierten el cuerpo de las mujeres en un objeto en el que proyectar la honorabilidad familiar.

El traje de vistas originalmente era un vestido de novia que con el tiempo perdió su carácter nupcial para convertirse en una indumentaria festiva vinculada a la celebración de procesiones y ofertorios. Históricamente las novias de La Alberca eran vestidas, calzadas y peinadas por otras mujeres, en un proceso largo y complejo que se realizaba siguiendo un orden determinado para no dañar las piezas de la indumentaria. Las novias vestían diferentes modelos en cada momento de la ceremonia nupcial. El modelo festivo utilizado en la actualidad corresponde a la indumentaria que llevaba la novia a la salida de la iglesia y se caracterizaba por la ausencia del serenero o manto de vistas con el que se cubría la cabeza en el interior de la iglesia.

En La Alberca actualmente existen diversos tipos de trajes de fiesta para cada ocasión. El traje de vistas puede verse durante la celebración de dos festividades: la procesión del Corpus Christi y el Diagosto o la fiesta de Nuestra Señora de la Asunción que se celebra los días 15 y 16 de agosto. Esos días las mujeres exhiben en su indumentaria la riqueza familiar conseguida gracias a la comercialización itinerante de los embutidos y transmitida de generación en generación. Las mujeres se convierten así en símbolos de ostentación, riqueza y posición familiar en el seno de la comunidad.

El traje de vistas está cargado de elementos simbólicos, mágicos y protectores frente al mal, la desgracia y la enfermedad entre los que destaca especialmente la joyería. El conjunto está formado principalmente por relicarios, patenas, medallas, crucifijos, rosarios, sortijas, hebillas, broches, collares y pendientes. Con un peso en joyas de aproximadamente 11 kilos, el traje es una caja de ahorros andante en la que la familia acumula toda la riqueza que va obteniendo a lo largo de los años pero con un simbolismo de joyería protectora contra las enfermedades, el mal y las desgracias, religiosa que viene desde los modelos originales del traje en el siglo XVI.

Los pendientes son las piezas más personales, pueden tener forma de herradura o abanico, las clásicas arracadas o los modelos más modernos denominados por su forma de bellota, de madeja, de calabaza o de cesta.

Los collares cortos están formados por cuentas de valiosos corales rojos con elementos de plata, los más pequeños se denominan manojitos, cortos y pegados al cuello, a continuación se colocan otros más grandes llamados manojos. Los collares largos o vueltas, llamadas cada una de forma diferente según su tamaño, primero una media vueltita, debajo dos vueltas chicas y otras tres medias vueltas, en las que ya se mezclan los grandes trozos de coral con bolas o bollagras y los carretes, castillos, castilletes o alconciles, relacionados con la protección del cuerpo, están realizados en filigrana de plata (tres vueltas dobles de corales y dos o tres de plata) y de las que cuelgan diversos amuletos: la Santa Faz, cruces de Caravaca, Santiago Matamoros, águilas bicéfalas, Cruces de los Ángeles, crecientes lunares, medallas y por último, la vuelta grande, sin corales, solo formada por grandes bollagras y carretes, de la que cuelga una gran venera, tablillas o patenas con el Santiago Matamoros cincelado o Cristo en la cruz.

El corazón de la novia que se coloca sobre el corazón, es una pieza hueca realizada en plata con la imagen de Cristo en un lado, en ocasiones preñado y la Virgen en otro y de la que cuelgan cinco pequeñas imágenes con forma de medias lunas, cabezas de ángeles o higas. El novio se lo entregaba a la novia en el día de la pedida y se coloca sobre el corazón sujeta con un lazo formado con colonias.

Las brazaleras o colganderas son unos dijeros formados por un conjunto de cadenas de plata que se sujetan a unos ojales realizados en las axilas del jubón y cuelgan de ellas medallas y cruces, además de diversidad de amuletos, las medias lunas de origen árabe para alejar los males de la luna, las higas, campanillas, truchas articuladas para la fecundidad, castañas de indias, garras de tejón contra el maligno, lágrimas de cristal, relicarios, cajitas de plata con los evangelios, sonajeros, medallas y crucifijos.

Los botones y broches siguen los modelos clásicos de la joyería salmantina. Los botones no se cosen a las piezas sino que se sujetan a unos ojetes por un pasador del que cuelga un eslabón y la cabeza del botón. Esto se hace para que estos botones, grandes lujos para la economía familiar, se pudieran utilizar por diferentes personas en diferentes trajes, sin necesidad de descoserlos, para evitar que la ropa se deteriorara.

Las joyas de mano son el rosario y las sortijas, el primero se incluye entre las joyas que las mujeres llevan en la mano porque es en la derecha donde se lleva, enrollado en varias vueltas. Está realizado con cuentas de corales, bolas y crucifijo de plata sobredorada. Los anillos son sobrios y pequeños.

La hebilla de plata sobredorada y de grandes dimensiones, herencia del siglo XVIII, se coloca en los zapatos

Dada su belleza plástica, el traje de vistas ha sido motivo de interés de diversos artistas, escenógrafos, pintores, escultores y especialmente fotógrafos, que han logrado que este conjunto adquiera la condición de arquetipo de la indumentaria tradicional española y que se haya convertido en una obra de arte. Las fotografías que ilustran este artículo han sido realizadas por Manuel Álvarez Monteserín (Moniz) el pasado 15 de agosto y por Ana Vicente sobre el traje de vistas que se puede admirar en la exposición Moda y Época de Cervantes, en el claustro alto del Convento de San Francisco de Béjar, abierta de martes a sábado de 11 a 14.30 h. y por las tardes de 17.00 a 20.30 h.

Información del Museo del Traje y Juan Antonio Rodríguez-Menéndez

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