La Cofradía del Santísimo de San Martín

Está visto que los curas no podemos tener vacaciones. O sí podemos, pero a costa de desgarros del alma. Y así ha ocurrido este año, que al segundo día de vacaciones me entero de que ha fallecido uno de los dos directivos veteranos de la Cofradía del Santísimo de San Martín, el Sr. Ruano. Descanse en paz. Hasta el último día ha estado llevando las cuentas y la responsabilidad junto al otro veterano, el Sr. Livianos, vecino cercanisimo de la parroquia y compañero ocasional de los desastres televisados del Real Madrid durante el pasado curso futbolístico.

La Cofradía del Santísimo hunde sus raíces en el siglo XVI, como se confirma por la mera lectura de la Bula papal de erección, guardada a buen recaudo y presentada en copia facsimilar convenientemente enmarcada en el centro del retablo del Santísimo.

Hay un grave riesgo de desaparición de la Cofradía, basada en la convicción de la presencia permanente del Señor Jesús resucitado y glorificado, que prometió que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Los cristianos sabemos que Jesús está vivo. También sabemos que nosotros tenemos "fecha de caducidad", desconocida pero segura, de modo que la Biología es muy capaz de hacer desaparecer esta Cofradía porque eso está inscrito en la esencia de los seres vivos, también de los humanos. Según los filósofos la esencia es lo que configura nuestros límites y la muerte forma parte de nuestra esencia.

A los católicos la fe nos asegura que la muerte es el final de la fe porque nos permite participar plenamente, por gracia -regalo- de la misericordia de Dios, de la condición actual de Jesucristo, que es la de estar vivo. La fe cede el paso al amor pleno, a la misericordia absoluta de Dios para conmigo y para cada uno de los humanos amados por Dios, que somos todos.

De todas formas, lo que haga Dios con nosotros después de nuestra muerte es cosa suya, de Dios, digo. Pero yo, como cura de San Martín y sujeto, por tanto, a la condición de la fe, me preocupa el que la Cofradía del Santísimo desaparezca, porque desaparecerá uno de los apoyos más efectivos de la fe que hemos tenido en la parroquia durante los últimos -casi- quinientos años.

Otra de las causas de esa posible desaparición podría ser la Sociología. Me explicó - y esto es una mera hipótesis que los historiadores podrían confirmar, desmentir o matizar-: podría haber sucedido que la sociedad salmantina hubiera ido desarrollando a lo largo de siglos la idea, a mi modo de ver falsa, de que esta Cofradía es solo para los ricos y ya se sabe que esto de ser rico es mejor que no se sepa, pues tanto la rapiña de Hacienda como la envidia de los vecinos pueden causar problemas. Vamos, que nadie, en la Iglesia actual, estaría por la labor de pertenecer a un Club de ricos oficiales.

Voy a hacer todo lo posible por aumentar el número de Cofrades del Santísimo, pero a nadie puedo obligar. Tengo para mí que es perfectamente compatible, es más, es una consecuencia lógica, la Adoración del Santísimo y la contemplación sacramentalmente directa del rostro de Cristo en el rostro de los pobres actuales, múltiples y globalizados rostros, que van desde nuestros ancianos "solos en casa" hasta los que huyen de la Policía de Fronteras en México o siguen muriendo ahogados en el Mediterráneo o ahogados por la insolidaridad manifiesta de esta Europa de nuestros pecados.

Y es que Cristo está real y sacramentalmente presente entre nosotros, pero nos defendemos de su presencia real. Una Cofradía modernizada y actualizada podría ayudarnos y espolearnos mucho. Pero es un asunto de fe. Y la fe no puede imponerse, sí proponerse?