German Alfayate, el ingenio de una pasión por su ‘Peñaranda en miniautura’

Hablar de German Alfayate es hacerlo de un incansable creador, amante de la naturaleza y con especial debilidad por su particular 'Jardín del Edén' al que dedica delicadeza y cuidados a partes iguales. Es presentar a un hombre con una intensa vida en la que un buen día, por esos avatares que a veces tiene la mente y la imaginación, decidía emprender un nuevo reto como era el de recuperar la 'Peñaranda de sus recuerdos' pero a escala y de manera artesanal.

Una pasión por las maquetas que comenzaba a dibujarse hace algo más de 40 años, cuando comenzaba a idear su primera creación, centrada en el ferrocarril, trabajándola con gran esfuerzo y dedicación, aún a sabiendas de que comenzaba a dar forma a su gran proyecto.

Ya con su residencia en Peñaranda, lo primero que pensaba era en adaptar la buhardilla de su casa para comenzar a instalar su 'pequeño mundo' y proseguir con su imparable creatividad, haciendo más y más grande su 'primer hijo artístico', al que no le falta un detalle, desde circuitos completos de tren, carriles a traves de túneles escavados en la montaña, escenas de la vida cotidiana o elementos tan llamativos con un operativo de Bomberos sofocando un incendio en una vivienda que parece ser real gracias a sus detallistas efectos.

Y dentro de este gran mundo a escala, German no dudaba en incluir algunos de los escenarios y momentos históricos de mayor calado de su querida ciudad, estando muy presentes lugares como la Plaza de España, la histórica residencia Sagrado Corazón de Jesús o la iglesia parroquial, además de poderse ver de manera muy imaginativa un perfecto desfile procesional de la Semana Santa del ayer peñarandino, entre otros.

Y así, este ejecutivo, que dedicaba su vida profesional a ser responsable de personal de una gran cadena hotelera, comenzaba a dar vida a estampas de otro tiempo y que han estado presentes en su mente, recorriendo una vida imparable con grandes recuerdos atesorados.

Y así llegaban la Ermita de San Luis, el convento de las Madres Carmelit

as, la Plaza Nueva, el Teatro Calderón o la Plaza de toros. Todos lugares emblemáticos de Peñaranda y que el artista ha representado con fidelidad y mimo, recuperando imágenes y detalles de cada espacio que el tiempo ha borrado, pero que no lo hizo su memoria, algo que no deja de sorprender a todos y cada uno de los peñarandinos que observan con detalle cada creación.

Hablar de tiempo invertido en cada una de sus maquetas es hacerlo de una cantidad de horas que ni el mismo artista es capaz de calcular, algo que según explica "no lo das importancia si lo que estás haciendo te apasiona" ya que en cada una de sus históricos escenarios pone la delicadeza en cada detalle, como las personas que lo pueblan, pintando uno a uno a mano, o la instalación de detalles distintivos como luces, farolas, e incluso el lanzamiento de fuegos artificiales en uno de aquellos recordados domingos de Ferias.

A mayores de los espacios, German ha querido reproducir momentos y lugares de la vida cotidiana como la recreación de un 'mercado vecinal', que se situaba frente a la Plaza Agustín Martínez Soler, la intensa vida que contenía el conocido como 'Instituto Laboral' o lugares de recreo y fiesta tan emblemáticos como la Bombilla, además de hacerse todo un especialista en revivir algunos de los tesoros perdidos más queridos de la ciudad como era el gran retablo que presidia el Altar Mayor de la iglesia parroquial o los conocidos espacios al aire libre en donde se lavaba la ropa a mano, entre otros muchos.

Todos ellos son lugares que perduran en la retina de la vida y la sociedad de Peñaranda y que ahora pueden disfrutarse de manera cómoda en la Casa del Arte, uno de los grandes epicentros culturares de la ciudad de inevitable visita, levantado por el Ayuntamiento, y en la que podemos recorrer una gran muestra de estas originales 'miniaturas' que simbolizan más que el ingenio de un creador, lugares en los que las anécdotas y las vivencias del ayer parecen volver al hoy, sacando, porque no decirlo, el lado más infantil y divertido que todos los visitantes llevan dentro.