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El reloj de pulsera
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El reloj de pulsera

Actualizado 24/05/2019
Redacción

Te regalan un reloj de pulsera. Pero se llama "distinto". Se dice que es un reloj de entrenamiento. Hasta aquí, nos llevamos bien. Todo se entiende. Pero pronto se complica.

La primera instrucción es que hay que configurarlo. ¡Ya empezamos con las enemistades!

Para colmo de males, se configura con el móvil. Y ya estás diciendo, a no se sabe quién, quizás al señor que sabe mucho más que las porteras de antes, que los serenos en tu barrio de la niñez, que la legión de vecinas que sacan las sillas al fresco en verano en el pueblo de al lado? ¡muchísimo más!? ¡nada menos que al señor Google!, la dirección de tu correo electrónico, el número de tu teléfono móvil, tu estatura (sin exagerar), tu peso (quedándote corto), tu índice de grasa corporal (¡vaya faena!, mejor que el índice? decir el meñique, noooo?), tu número de pie, la medida de tu cintura (uffff!, ¡cómo se complica!), la música que oyes en tu IPhone, los vídeos de YouTube que frecuentas, y de paso, como todo sale en las pantallas, dónde trabajas, dónde compras el pan y en qué contenedor reciclas el vidrio. Porque al siguiente toque, te sale el recorrido de todos los sitios en los que has estado ese día, ya sea aquí o en Tegucigalpa. Y si has tenido que volver al súper porque se te ha olvidado la harina, también te pone el trayecto (lo único que no sabe el señor Google es si la cogiste normal, de rebozar, o de la que sube rápido al hacer un bizcocho). Debe partirse de la risa, el señor Google, cuando esté aburrido de no ver nada interesante en su pantalla gigante de ver el mundo y diga: ¡voy a ver si hoy se le olvida algo más a quien se le olvidó la harina ayer!? Y como vayas con despiste? será tu perdición: ya tendrás abonado al señor que lo sabe todo a tu "canal particular" de por vida.

Pues bueno? qué le vamos a hacer? algo que parecía tan inofensivo en un principio como un simple reloj de pulsera, con tan solo un par de botoncitos camuflados entre una correa de quita y pon para poder cambiarla de cuando en cuando, tan mona? para que haga juego con los pantalones, con la blusa, la chaqueta, el corsé, los cordones de los zapatos o el color del pelo? Esa conexión de que todo pegue y esté acorde, algo que te conecta a los archivos del mundo, con tu talla, tu peso, tu domicilio, tu índice (o tu meñique, dijimos) de grasa corporal? Que se convierte en pesadilla pero se conecta a tu sueño y te diseña un diagrama de si duermes o no con calidad, que te avisa cuando llevas un rato sentado para recordarte que tienes que moverte y que aprovechas para dar una vuelta a la casa y que no te vuelva a molestar en? (¿cinco minutoooos???!!), que te pone de ira a cien pero te dice las pulsaciones de tu corazón, que te recuerda si es martes o jueves, que te avisa si debes ponerte una chaqueta de más o de menos, acorde al frío exterior? Ese reloj que parece la Enciclopedia Espasa en versión Wikipedia, en tu muñeca, dejando un rastro muchísimo más intenso que el que dejan muchas personas por las mañanas, un olor fluorescente a azahar o bergamota, a loción corporal intensiva para piel seca o para después del afeitado, cuyas palmadas en la cara resuenan entre las paredes del ascensor cuando aún llevas la pestaña pegada y te acabas de abrochar el último botón de la camisa.

Definitivamente, acabo de comprender, de forma instantánea, por qué se llama reloj de entrenamiento. ¡Porque el índice mayor que va a entrenar y medir es el de mi paciencia!

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