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Pasión cofrade en Alba de Tormes (Parte II)
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SEMANA SANTA

Pasión cofrade en Alba de Tormes (Parte II)

Actualizado 17/04/2019
Manuel Diego

El carmelita albense, Manuel Diego, relata en dos capítulos la historia y proyección de la Semana Santa albense

La antigua Semana Santa antes de la reforma del siglo XX

Pasión cofrade en Alba de Tormes (Parte II) | Imagen 1En la interpretación de la pujanza de cofradías y procesiones en el Medioevo y tiempos posteriores, no hay que perder de vista la historia del culto y de la liturgia de la Iglesia en general, pues prácticamente ya desde el siglo VIII y aun antes, la gente no participaba activamente en el culto, asistía como un mero espectador a lo que por lengua (latina) y ceremonias y ritos venía a ser sólo asunto clerical; el pueblo estaba totalmente alejado de lo que era la verdadera fuente de la vida cristiana, y de ahí que se refugiara en el culto a los santos y las devociones? Pero no hay que ser demasiado puristas; además del alejamiento histórico de la liturgia, la veneración popular a la Pasión de Cristo, al Santísimo Sacramento (típicamente medievales), es también como una consecuencia o desarrollo de lo que se celebra en el Sacramento, como proyectarlo hacia fuera de la iglesia y hacerlo visible y tangible. Por eso, aún hoy, que tenemos la suerte de una liturgia en nuestra lengua hablada y tratamos de entender y participar activamente en ella, estos actos extralitúrgicos (p.e. las procesiones de Semana Santa) tienen su propio lugar y justificación, que es el ayudar a meditar y profundizar, incluso desde el arte y la belleza, lo que sabemos constituye el centro de la vida cristiana. O sea, que las procesiones de Semana Santa no es primero un hecho cultural (como a menudo pensamos), sino mistérico, profundamente religioso y evangélico (necesitamos de signos, visualizar, tocar, sentir?) y que, por eso, a posteriori además origina cultura y mentalidad colectiva.

Conviene recordar dos fechas del siglo XX que convulsionaron (valga la expresión) nuestra tradicional Semana Santa (sobre todo en España) y que por su causa todavía ?por ignorancia- no hemos logrado adaptar, recuperar y hasta mejorar estas expresiones religiosas. Me refiero en primer lugar a la restauración de la Semana Santa efectuada por Pio XII (1951y 1955) devolviéndola a su sentido más original en el tiempo a celebrar, como por ejemplo, que los actos del viernes santo volvieran a la tarde (coincidiendo con la hora de la muerte de Cristo) y, sobre todo, el Sábado santo, de la mañana (como se hacía desde siglos) volviera a la noche, y de esta forma pudiera ser realmente vigilia Pascual del domingo de Resurrección. Es decir, recuperar una Semana santa en su sentido histórico más original por lo que toca al sentido del tiempo. El entonces obispo de Salamanca, Francisco Barbado Viejo mandaba evaluar a los párrocos que hubiesen comenzado en la Pascua 1951 a aplicar ya sólo lo relativo al carácter nocturno de la vigilia pascual del Sábado santo: "Durante el mes de abril todos los rectores de iglesias en que se haya celebrado la solemne vigilia de Pascua de Resurrección, nos comunicarán el resultado de la misma, cuanto al número aproximado de fieles que han asistido y devoción y orden con que lo han hecho, a fin de poder nosotros informar a la Sagrada Congregación [de Ritos]" (18.3.1951). No sabemos si en Alba ese año 1951 marcó ya el cambio para el horario nocturno de la Vigilia, o fue más tarde (1955), cuando se publicó y obligó a seguir toda la nueva ordenación de la Semana Santa. Pero fue algo traumático. Y lo que es peor, estas medidas papales no llegaron del todo a la mentalidad popular. Esto dejó descolocadas a muchas procesiones de estos días, que dependían del esquema del horario anterior, todo por la mañana (había que llenar el vacío de las tarde del Triduo sacro), y muchos no entendieron la importancia y trascendencia de la medida papal. Es decir, con este cambio, tenían que haberse resituado las procesiones en consecuencia y continuidad con el nuevo horario litúrgico. Un caso concreto en Alba: el sermón de la Soledad antes del 1955 (desde siempre) era el viernes santo por la tarde, porque el sábado santo por la mañana ya estaban los ritos de la resurrección. Por eso, ahora, con un criterio mejor, la Soledad de Mena sale de la clausura monjil después de la celebración vespertina del Viernes santo, y el sermón y acto marianos ocurren en el sábado santo por la tarde, pero mucho antes de la Vigilia Pascual nocturna. Los artículos (magníficos por otra parte) de José Sánchez Rojas y Antonio Álamo Salazar sobre la Semana santa albense (y que aconsejo leer) reflejan muy bien la situación anterior a las medidas de Pio XII y, por eso, tienen valor histórico (además de sentimental y literario) para entender, juzgar y estudiar estos días tan especiales de acuerdo a la evolución de su historia.

Pero el aviso metodológico es de importancia, porque lo que a uno le parece tradicional y antiguo y, por lo tanto lo defiende como cierto e histórico, responde más bien a diversas coyunturas y circunstancias que obligaron a cambiar en horarios, reorganización de procesiones, actuación de cofradías, lugares donde guardar los pasos, etc. Por eso, en el caso concreto de Alba, hay que tener en cuenta para trazar la historia más veraz de la Semana Santa moderna: 1) La nueva estructura de parroquias a finales del siglo XIX, donde algunas quedan suprimidas y son agregadas a otras; 2) la construcción de la basílica que obliga a ceder el terreno y edificio de la iglesia de la Vera Cruz a las monjas carmelitas, lugar donde se guardaban algunos pasos; 3) el cierre al culto de la iglesia de san Miguel y la posterior decisión de sacar de allí los pasos de Semana Santa que se guardaban en depósito; 4) La decisión de Pio XII de reestructurar toda la Semana Santa de acuerdo a criterios más genuinos, sobre todo en el horario, años 1951 y 1955; 5) los años de restauración de la iglesia de san Juan, etapa del párroco don Miguel, durante los cuales todos los cultos, también la Semana Santa, estaban centrados en San Pedro; 6) la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II (1963) que se empezó a aplicar en los años 1969-1970; 7) y, por último, analizar todas las medidas y novedades que se aplican en la etapa parroquial de Don Florentino Gutiérrez y Magdalena Cabezas Díaz (1972 hasta septiembre 2004). Y los momentos y decisiones más recientes los tenemos aun frescos en la memoria y hasta más documentados, via internet.

La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II (1969-1970)

Pasión cofrade en Alba de Tormes (Parte II) | Imagen 2Insistir aun que habría que haber recuperado terreno en el sentido nuevo, pero más genuino, de la Semana Santa: lo primero es la celebración litúrgica, insustituible, que justifica y hasta explica lo que luego se escenifica con los pasos. No siempre fue así. Todavía en el 1969, cuando Pablo VI promulga el nuevo año litúrgico y nuevos ritos y textos para la Semana santa, se venía arrastrando la situación anteriormente descrita. Y por eso, todavía hoy, hay gente que está en las procesiones, mientras que no asiste a la liturgia de estos días. Es un error y un desconocimiento de la vida cristiana en la necesaria dimensión celebrativa que tiene. Han invertido por completo la espiritualidad y el sentido verdadero de estos días; se trastorna así la Semana Santa en su dimensión más auténtica (incluso históricamente), y si ésta para muchos es sólo las procesiones, pasa a ser únicamente espectáculo, no misterio del Cristo recordado y celebrado, asimilado y vivido en mi vida, también este año 2019.

Y, por último, creo no debe olvidarse en la historia reciente (la última configuración) de la Semana santa albense el interés y la actuación de Florentino Gutiérrez, cuando era párroco, y de Magdalena Cabezas Díaz que tanto trabajaron aquellos años en la parroquia (hasta el 2004). Además de reestructurar los horarios, actos litúrgicos e itinerarios de procesiones, a ellos se debe la revisión de los estatutos de varias cofradías (Ánimas, Vera Cruz, Santo Cristo?), la edición de la nueva novena del Santo Cristo de la Salud? Pero también el impulso para crear aquella cofradía infantil de los Amigos de Jesús y, sobre todo, la Cofradía de los jóvenes que logra mantenerse con estilo y propia identidad y hasta con un paso de mérito artístico readaptado para la procesión.

No estaría mal tampoco documentar la incorporación a nuestra Semana Santa del Via Crucis de los jóvenes en el martes santo. Y sobre todo, el inicio de la costumbre de los pregones de Semana Santa que dura hasta nuestros días, casi siempre acompañados del concierto propio del tiempo de nuestra Banda albense. Tradición que compartimos con tantos lugares y ciudades de España, pero que demuestra se ha elevado el tono cultural por considerar de mucha importancia cristiana y social estas fechas festivas anuales.

A lo que habría que añadir también el trabajo anónimo y desinteresado de tantos laicos que se implican y van contra corriente en esta tarea ingrata de coordinar, preparar, dirigir, mejorar, estar ahí para que todo salga y esté a punto. Muy buena impresión causaba ver en la mesa presidencial de la recién constituida Junta de cofradías el pasado viernes 12 de abril a la hora del pregón y del concierto de Semana santa, a personas probadas en edad, jóvenes, mujeres? Quiere decir que algo importante está ocurriendo en nuestra Semana Santa, y casi no lo percibimos.

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