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Demetrio Martín, un zapatero con oficio, testigo de las pisadas de la historia en Peñaranda
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NUEVA ENTREGA DE 'HUELLA FOTOGRÁFICA'

Demetrio Martín, un zapatero con oficio, testigo de las pisadas de la historia en Peñaranda

Actualizado 05/04/2019
Redacción

Pablo Quiroga retrataba un día cualquiera a este conocido vecino, que lleva más de cuarenta años en el oficio y en su taller de la calle Nuestra Señora

El fotógrafo Pablo Quiroga nos acerca hasta, Demetrio Martin, historia viva de los pequeños negocios con ADN puro de Peñaranda desde su origen. Las arrugas de sus manos y el encurtido de su piel son el vivo reflejo de más de cuatro décadas entregado en cuerpo y alma a la reparación de zapatos, siempre desde su humilde y pequeño taller situado en la calle Nuestra Señora.
Un lugar bien conocido por varias generaciones de peñarandinos y vecinos de la comarca, quienes no han dudado en pasar por allí a llevar su calzado para que, con su pericia y paciencia, volvieran a lucir como nuevos, a la vez que se echaban y echan un animado "parlao" debatiendo, porque no decirlo, entre lo divino y lo humano.
Nunca han faltado sus inseparables compañeros de faena, los pájaros y el alegre cantar de los canarios, banda sonora de los alrededores cuando el buen tiempo deja que se asomen a la calle. Tampoco lo ha hecho esa

gran montonera en la que se almacena toda la faena pendiente, ni su eterno e inseparable delantal de cuero, sobre el que teje y repara uno a uno a sus delicados pacientes. Y poco o nada ha cambiado su pequeña banqueta de mimbre o la mesa, que ha sujetado y recogido la historia y evolución del calzado y los utensilios de reparación, esos que ha visto evolucionar de manera vertiginosa, y de los que aún conserva algunos de los más primitivos, con los que iniciaba su labor muchos años atrás.

Hoy sigue manteniéndose al pie de los pies, siempre dispuesto, con la sonrisa pintada y la broma o el saludo para todos los que transitan por su puerta o su particular "oficina" a diario, esa que lejos de pensar en su cierre mira hacia adelante con la ilusión de aquel joven que un día decidió formar parte de la afamada familia zapatera peñarandina, época de la que a buen seguro, tanto Deme como sus clientes, guardan en la retina con gran estima.
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