Alegría

La alegría es un banco en un parque, una música de fondo en nuestras vidas, un vuelo de cigüeñas que surcan el aire de cualquier carretera por la que discurrimos y que captan nuestra mirada y la enganchan con una nube de sueños, siempre venideros, siempre pendientes de cumplirse y activarse, prestos a iniciar o a dejar atrás cuando se logra lo soñado. Es el vuelo de un pájaro humilde, el canto de un ruiseñor que lo hace por el simple y bello hecho de compartir, de expandirse, de llegar a ese lugar en el que un alma lo espera y se nutre y genera nuevas palabras, poemas, luces de colores en el corazón ávido de nuevos sabores.

La alegría es un canto de sirena que inunda y surca mares, un deleite que embriaga y da oxígeno a las venas, que abre las puertas de un océano en el que vagar y mecerse, es levitar con un alma leve, confluir en un mundo etéreo y sutil.

Es una margarita desgañitándose por vivir entre dos losas de luz, el reflejo de los árboles sedientos bebiendo de sus sombras en el agua, el crepitar del fuego en hogueras de satisfacción, una hoja verde en un rayo de sol.

Es el cuerpo de Diana cazadora, la huella del devenir en la piedra que redondea los cantos y los matiza de comprensión por la sabiduría del tiempo venidero, es la esperanza y la savia, es la templanza en el corazón.

Dorado de sol en un cuerpo tendido, unas hojas granate en un campo de trigo, la página de un libro, los rizos de tu pelo, una espiga en el cielo, un tulipán en el hielo, un faro de luz en el universo, un nido en un alero, una gardenia de anhelo.

Desnúdame de nubes en el firmamento, alcánzame la estrella de mis sueños, recógeme las flores que nacen en tu cuerpo, el cerrojo en un banco anclado en el tiempo, el sí o el no, luciérnaga del viento.

Alegría es sentir acercarse de puntillas la primavera, escuchar los ríos de fuerza que da la clorofila en el subsuelo para hacerse sangre en las venas de las plantas y desarrollar zarcillos en las viñas y guirnaldas en el pelo, caracoles de plata sintiendo tus dedos, y hacer brotar el campo, y nadar los cielos, estallar en mil colores en ese nuevo nacimiento de flores y olores, de color en el suelo, de brotes en las ramas y en los pensamientos.

Desnúdame de nubes y tormentas, regálame el futuro incierto, alcánzame las luces de mis sueños, estrella de renacimiento, luciérnaga en el viento.

Agradezco a José Amador Martín su fotografía de la escultura de Xu Hongfei.