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India grande y eterna
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India grande y eterna

Actualizado 15/02/2019
Juan Robles

La India tiene futuro, y hay que contar con ella para el desarrollo del conjunto de pueblos unidos por la globalización universal

Hace algunos años, la India estaba de moda entre nosotros en España, y se admiraban sus tradiciones y su espiritualidad. Se viajaba con frecuencia y se imitaban o se trataba de imitar sus tradiciones espirituales o sus recursos medicinales. No digamos ya la atracción que suponía la práctica y la persona de la madre Teresa de Calcuta o del admirado "padre" Ferrer.

Hoy el interés ha decaído, pero la gran India ahí está. Con mil doscientos millones de habitantes, pisándole el terreno a la misma China, Con gran potencial humano, económico y espiritual, sobre todo. Entre China e India constituyen cerca de la mitad de la humanidad en cuanto a número de habitantes, y por la capacidad y fuerza económica, y consiguientemente política.

El potencial de la India, sin embargo, no es fácil percibirlo ni aparece en la prensa o en las noticias de cada día, como sí ocurre en el caso de la Chima. Para percibir un poco la grandeza y la potencialidad de la India hace falta visitarla, y hacerlo si es posible con calma.

Yo llevo en este momento seis días de presencia en la India, y concretamente en Ahmenadab, capital del estado o provincia del Gujerat. Esto no es toda la India, aunque sí un estado de importancia por su tradición y por la proximidad al país de Pakistán.

Nada más llegar a este lugar, se aprecia la presencia abundante y notable de musulmanes, sobre todo por la forma de vestir de muchas de sus mujeres. Y especialmente por la frecuencia del canto de los muecines y de su invitación pública a la oración de los cinco momentos clásicos de oración, a la que acuden enseguida, sobre todo los hombres, que dejan por un rato sus trabajos mientras practican los ritos que les impone el Corán.

Después se va descubriendo que no sólo está presente la religión islámica, sino que abundan los templos de las diferentes prácticas religiosas, como los seguidores de Buda o de las diferentes tradiciones hindús. Pero también se hacen presentes y se dejan notar las iglesias y grupos cristianos, tanto protestantes como católicos.

En su conjunto, destaca por tanto la riqueza de la espiritualidad india, que no se reduce a la riqueza de sus especias y mercados.

Otro aspecto notable de la vida de los indios es el esfuerzo de su trabajo, de sus idas y venidas, con sus autobuses sí, pero sobre todo con sus taxis, bicicletas, abundantes motos y cantidad de rickshaws, que compiten unos con otros de una manera increíble e incomprensible para nosotros, los occidentales, ya que tenemos que enfrentarnos a la locura de la circulación que, además de tener que circular por la izquierda, como país en otro tiempo colonizado por el Reino Unido, nosotros no comprendemos sus reglas ni sus estilos de conducción, donde cada uno busca los agujeros que los demás dejan, quizá por ser un poco menos decididos.

En nuestro caso, además, vivimos la presencia y el trabajo admirables de unas religiosas dominicas, tres de ellas españolas, entregadas aquí a su trabajo de solidaridad desde hace más de sesenta años. Las acompañan, además, otras seis religiosas nativas. Las une teóricamente el idioma inglés, aunque varias hayan pasado tiempo en España y en América, y pueden, por tanto, entenderse también en español. Pero el idioma común y practicado por todas ellas es el local, el gujerati. Uno más de los 1652 idiomas reconocidos.

Estas religiosas, dominicas del Rosario, atienden un taller de costura y creatividad de cerca de 500 mujeres, que trabajan en el lugar, en su taller, o se llevan sus trabajos a casa y reciben después los frutos de su trabajo, que les hace posible salir adelante personalmente y con su familia. A esto se añaden colegios de primera y segunda enseñanza, tanto propios de las religiosas, como parroquiales en los que ellas también colaboran.

Y finalmente atienden a mujeres que vienen a dar a luz en un pequeño hospitalito o traen a sus niños enfermos, que son atendidos por los correspondientes médicos pediatras.

Obras como éstas se dan también en otros lugares de la India, y suponen un gran ejercicio de solidaridad para con las personas y son igualmente un servicio de colaboración al crecimiento y progreso de la grande y tradicional nación. La India tiene futuro, y hay que contar con ella para el desarrollo del conjunto de pueblos unidos por la globalización universal.

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