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Elogio de lo menor
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Elogio de lo menor

Actualizado 30/11/2018
Fructuoso Mangas

Era en el primer curso del antiguo bachillerato cuando repasábamos aquello de "Grande Mayor Máximo" y "Pequeño Menor Mínimo"; y por si fuera poco lo aprendíamos luego en clase de latín al dar los comparativos y superlativos irregulares "Magnus Maior? "? Las formas estaban claras, pero yo al menos estaba muy lejos del pensamiento que hoy traigo a mi reflexión y que da pie al título, que, lo confieso, es quizás un poco exagerado.

En estos tiempos de gigantismos y de records Guinness, es todo un desafío ideológico ensalzar el valor de lo insignificante, de lo mínimo, cuando se acaba de recoger una sandía de 90 kilos y una calabaza de 117. O se está construyendo la torre más alta que dentro de un año, dicen, ya quedará pequeña, allá en Myanmar, que mejor harían en reparar el genocidio de los rohinyas en vez de andar medio jugando con la torre de Babel. Y así medio mundo tras lo grande, tras lo más grande, tras lo más grandioso.

Pues para llevar la contraria, no sin razones como se verá, escribo el título Elogio de lo menor, y casi iba a decir, de lo mínimo. Es el elogio de lo menor, la alabanza de lo pequeño, la defensa del minimalismo sobre todo en los modos de vida y en las prioridades de la propia existencia. No es fácil, porque la corriente social empuja justamente a lo contrario y a esta humilde convicción se llega o por la larga experiencia de la vida que te muestra y demuestra lo que de otra forma no aprendes o porque efectivamente has tenido un pensamiento muy iluminador que lleva a esa convicción o por repetidas experiencias de austeridad que te demuestran la feliz realidad de la vida sencilla y desembarazada. En todo caso no es fácil llegar a esta conclusión. Y me da la impresión de que nunca es definitiva, hay que redescubrirla una y otra vez y no sin esfuerzo. Y recuerdo cosas acordadas como el que deja halla, el que vende compra, el que pierde gana.

De hecho, pensaba yo mientras escribía, quizás este descubrimiento estaba en buena parte de aquellos gestos cristianos de muchas personas que a lo largo de la historia lo dejaron todo o casi todo para irse a vivir poco menos que con lo puesto y eso desde San Antonio Abad hasta la hermana Santa Teresa de Calcuta o San Carlos de Foucauld pasando por san Francisco de Asís o San Francisco de Borja, uno de los Borgias y duque de Gandía. Y miles y millones que desde distintas razones e instancias han hecho lo mismo a lo largo de los siglos.

Precisamente a uno de ellos, a San Ignacio de Loyola, se le dedicaba la frase más antigua y más famosa en este tema y que como casi todas las frases buenas que tenemos está en latín: Non coerceri máximo, contineri tamen minimo divinum est; la traducción no es tan fácil; de hecho el papa Francisco que la cita, aunque con alguna imprecisión, en su "Gaudete et Exultate" hace su propia y libre traducción; puede decirse que "Propiedad divina es no estar constreñido por lo más grande y, sin embargo, estar contenido entero en lo más pequeño". La inmensidad de Dios en la pequeñez del hombre, que dice don Olegario al citar también esta frase al comienzo de su "Entraña?", o la inmensidad del destino que cabe en casi nada como entiende Holderlin al ponerla al frente de su "Hiperion" o Karl Rhaner al dedicarle todo un artículo de explicación o Erasmo al argumentar desde ella que el sabio saca mucho de lo que parece poco. Como se ve la idea es sugestiva y está llena de resonancias. Y hasta ha dado lugar a libros con el mismo título que este artículo. Incluso Leonardo Boff tiene un libro "Cristianismo. Lo mínimo de lo mínimo", que ya riza el rizo. Sin olvidar el "Less is More" de Robert Browning hablando de Andrea de Sarto, mil veces citado con razón o sin ella.

Y en la vida diaria, en casi todos sus niveles, la casa, la estética, el arte, la decoración, el vestido? se pone de moda de vez en cuando lo que se ha llamado el "minimalismo" y abarca muchas tendencias que reducen al mínimo sus medios de expresión o de uso o de necesidad o de exhibición o de composición? Y así hay minimalismo en la pintura, en la fotografía, en la música, en la decoración, en el vestido? hasta en la comida y en la comunicación por el medio que sea. Sin hablar de la nanotecnología y recordando que el nano es la milmillonésima parte de un metro, o sea mil veces el micro, creo, que yo soy de letras.

Pues bien, casi entrando en la materia que en principio buscaba, estamos tan llenos de cosas y de tantas y tan grandes que apenas podemos disfrutar de ellas, como el niño rodeado de juguetes por todas partes y que no sabe qué quiere ni de qué disfrutar. Así andamos hoy, como niños grandes llenos de utensilios, aparatos, máquinas? La sobrecarga de estímulos nos impele a la compra y al consumo.

Y en esa lista interminable de insumos que se vuelve infinita estamos dejando para el final lo que en esencia es necesario, por ejemplo la libertad personal, la independencia mental, la serenidad vital, la fe y la trascendencia, la desenvoltura interior que te hace feliz y tantos sentimientos y sensaciones que hoy hemos perdido en buena parte. La vida se nos apoya en cosas no en valores y sensibilidades, como debería ser.

Habría que identificar lo importante, con independencia y lucidez, y desde ahí fijar y etiquetar lo accesorio para dominarlo y hasta si es necesario eliminarlo, y así poder llegar a una vida plena y placentera. Algo de esto había en aquella irónica historia del poeta Horacio "Beatus ille", que luego copió y tradujo a su aire poético Fray Luis de León en su "Qué descansada vida"; cuántas veces habría que tirar por la ventana ocupaciones, preocupaciones, ambiciones, acaparamientos, pertenencias, soberbias y agobios y dedicarse a disfrutar en paz de las cuatro cosas importantes de verdad para ser feliz.

Y quizás es cierto que menos es mejor o aquel menos es más que pusieron de moda arquitectos importantes en el siglo pasado para proponer un modelo humano de casa y de espacio interior. Pues algo así para la casa interior de la vida, para el alma, para el espíritu, para la conciencia: no dejarse acogotar por lo máximo y disfrutar al máximo de lo pequeño y mínimo. Me apunto y ojalá me funcione.

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