El menguante Transporte Metropolitano.

Aunque parezca que el Transporte Metropolitano va por delante, la fecha de 13 de Octubre en esa pantalla inútil se fotografió el pasado 23 de Septiembre, a efectos informativos no existe. En realidad todo va mal.

En el BOCyL del 3 de Mayo de 2006 apareció el Acuerdo de la Junta que "aprueba el denominado Plan Coordinado de Explotación del Transporte Metropolitano de Salamanca", en los autobuses rotulado como "Metropolitano Salamanca". El documento expone que "Tal coordinación resulta particularmente relevante en las aglomeraciones urbanas donde se plantean intensas relaciones intermunicipales, a fin de facilitar la movilidad, la accesibilidad, el respeto al medio ambiente y la cohesión de la red de transportes públicos que operan en dichos ámbitos". De eso hace más de 12 años, crisis económica incluida, tiempo más que suficiente para que un sistema de transporte público como este se hubiera consolidado y fuera un elemento clave de la movilidad en Salamanca y su entorno.

La costumbre de esperar o regular en doble fila en la Gran Vía parece que se mantiene.

Según el Plan de Movilidad de 2012 de la capital, esta atrae todos los días laborables 97.830 viajes en vehículo privado desde fuera de su término municipal, y 16.633 en transporte público. La inmensa mayoría de esos viajes atraídos proceden del entorno de la ciudad, por lo que la apuesta decidida por un sistema de transporte público metropolitano serio parece no sólo estratégica, sino decisiva para contar con un servicio atractivo, eficaz, útil y sostenible ambientalmente para los ciudadanos.

Por desgracia no todos los años se publican los datos exactos, los de 2013 a 2015 y los de 2017 son aproximados.

Hace tiempo que alertaba sobre la sensación que en el transporte metropolitano, servicio público competencia de la Junta, parece que priman más los intereses particulares de las empresas que el general, donde los municipios sólo tienen voz y ponen dinero. Esto limita decisivamente ofrecer un servicio efectivo y de calidad frente a otros modos de transporte contaminantes, con pocos destinos en la capital y crecientemente caro para el usuario (con subidas repentinas e intempestivas). Si sumamos que no parece tan difícil aparcar en Salamanca, la conclusión es el claro y evidente descenso en el número de usuarios.

Datos del Instituto Nacional de Estadística, INE. Cada año incluye los municipios que forman parte del Servicio de Transporte Metropolitano en ese momento, 9 originalmente y 13 en 2017.

Y eso que la población del entorno de Salamanca, en los municipios incluidos, no para de crecer desde 2006, con 15.951 personas más a 1 de enero de 2017, que compensan sobradamente las 11.485 de menos de la capital.

La verdad que conseguir datos de la evolución de este servicio es complicado, fuera de la que facilitan los medios de comunicación. Averiguar cómo funciona o los horarios es más complicado si no se consulta la web correspondiente que, hasta el momento, se actualiza de manera razonable (aunque no tengo claro que para todos los municipios). Ni asomo de otra posibilidad, incluidas las paradas en la capital, aunque en los pueblos la información que se dispone es variopinta.

En busca de la información inexistente.

Ahora que reverdece la posibilidad de crear servicios comarcales, el taxi parece cercano, y además se aproximan las elecciones Municipales y Regionales, las declaraciones que se hacen de vez en cuando en ese sentido (pero no se va más allá) tienen que convertirse en realidad. Contar con un Plan de Movilidad verdaderamente Sostenible de carácter comarcal, es clave para mejorar la calidad de vida de toda la ciudadanía. Con la participación y el compromiso de los Ayuntamientos y sus habitantes, y dotado de competencias reales que permitan coordinar de forma efectiva las políticas de movilidad en toda el área. Se debería crear un sistema de transporte público comarcal en simbiosis con el de la capital o directamente el mismo, y con preferencia frente al coche privado, lo que reduciría la necesidad de más infraestructura para el transporte. Si sumamos un fomento serio de modos de transporte como la bici, seguramente todo iría mejor.