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La cuadratura del círculo
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REPRESENTACIÓN TEATRAL

La cuadratura del círculo

Actualizado 17/08/2018
Grupo 'Lazarillo de Tormes'

PEÑAPARDA | El grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes' representó en la jornada del miércoles 'Teresa, la Jardinera de la Luz' por 226ª vez

Un gran peñasco coronado de una cruz de piedra da nombre al pueblo que a sus pies ha vivido miles de años de Historia. Lugar singular, suma de muchas influencias. Peñaparda, localidad salmantina que tiene el privilegio de contemplar toda la panorámica de las dos sierras que la enmarcan, Gata y Francia, ha tomado de un elemento de la naturaleza su nombre, y ha conocido la vida de gentes celtas, romanas, lusitanas, leonesas, incluso extremeñas, con cuyos territorios vive colindante.

En la tarde de La Asunción, y desde su Peñaparda, se ve a lo lejos aproximarse entre nubes de polvo a unas mujeres que con tan solo una carreta y alguna mula, avanzan polvorientas hacia el pueblo. Sonríen ante el berraco betón de piedra que asusta a sus animales, y al entrar en el pueblo los dejan abrevar en el caño rectangular, mientras ellas se refrescan en una fuente redonda romana de nombre impronunciable para cualquiera que no viva en este pueblo. Se acercan a una bella iglesia que posee un antiguo arco románico que da paso a un fresco recinto donde una virgen del Carmen es la señora del lugar. Los vecinos se sienten felices de poder ofrecer un entorno carmelita a estas monjas porque vistas de cerca no pueden ocultar que sus hábitos lo son. Pero una vez dentro, pues los habitantes de Peñaparda las siguen hacia el interior, algo extraño sucede. Un oscuro hombre, quizá dominico por su negro hábito, aparece como de la nada y se sube a un púlpito. Parece nervioso hasta que un precioso órgano renacentista suena y las hermanas carmelitas entran en escena cantando un Kyrie Eleyson. La atmósfera del recinto se transforma y el siglo XVI invade la vida de todos los presentes. La iglesia del convento de Alba de Tormes es el contexto que envuelve la situación, no puede ser otro, porque la madre Teresa de Jesús agoniza en una de sus celdas, y por su iglesia entran un grupo de sus hermanas que vienen de lejos a acompañarla en tan señalados momentos. Pero parece ser que la Inquisición no está dispuesta a consentirlo, acostumbrada a tener la última palabra en la católica España de su católica Majestad Felipe II.

Algo similar sucede cada vez que "Teresa, la jardinera de la luz" llega a un pueblo. Son los integrantes del grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes', los que a la puerta de la iglesia de la localidad anfitriona de cada una de sus representaciones, bajan su sencillo atrezzo, y montan en el escenario pertinente, el altar, un púlpito y un órgano en los que se situarán un dominico inquisidor y el maestro Salinas. Una vez que las actrices visten sus hábitos dejan de serlo para convertirse en las hermanas carmelitas que ante un amenazante reverendo, dan explicaciones de lo que su madre Teresa ha sido, es y será siempre para ellas. La injusticia de las acusaciones va tomando peso específico, y el personaje de Teresa de Jesús pasa a ser también imborrable en la mente y corazón del público que la va conociendo a través de esta obra de teatro.

Al igual que tantos variados vestigios de la Historia han conformado la personalidad única de Peñaparda, y han hecho de la localidad un lugar distinto a todos, pero claramente auténtico, así las distintas monjas carmelitas, con sus tan diferentes caracteres, han absorbido de tal forma el espíritu de su maestra que hacen el perfecto retrato global de ella.

Con ella han fundado conventos por esos caminos en los que han convivido como la familia que son, en libertad, con respeto, riñas, alegría y amor. De ella han aprendido a recitar bellos poemas dedicados a Dios, han guardado su correspondencia, y han valorado palabras claves en una existencia que se ha tornado libre. Tanta luz deslumbra como la luminaria que este pueblo enciende en sus fiestas de enero de san Sebastián, a un hombre oscuro que baja de la peña parda de la ignorancia para ponerse a los pies de una singular luz.

"Teresa, la jardinera de la luz" se ha convertido en un instrumento diferente para descubrir a alguien que fue mujer antes que monja, pero cuya melodía es la misma que tienen todos los seres humanos, como ese pandero típico de este pueblo, que a pesar de ser cuadrado y tocarse con una porra, emite los ritmos ancestrales con los que siempre se ha bailado. El lenguaje de este montaje es una especie de "palra d'El Rebollal", que recoge las voces de leoneses, asturianos y castellanos y conforma un habla del dialecto extremeño. Porque para entender al hombre en su totalidad, hay que oír con armonía todas las voces que suenan en su vida. Y esto lo ha conseguido 'Lazarillo de Tormes' con la Teresa que nos ha descubierto en su siempre único, siempre diferente trabajo "Teresa, la jardinera de la luz", redondo y lleno de aristas.

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