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Cazorla podría volver a competir de forma oficial el fin de semana tras recuperarse en Salamanca
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INTERNACIONAL ASTURIANO

Cazorla podría volver a competir de forma oficial el fin de semana tras recuperarse en Salamanca

Actualizado 14/08/2018
Redacción

El fisioterapeuta charro Juan Carlos Herranz llevó durante meses su recuperación en su clínica del barrio Garrido, que la repasa en El País

Durante lustros, la librería Herranz era un lugar referente para los vecinos del barrio Garrido. A comienzo de curso para encargar los libros, durante el mismo para comprar todo tipo de material. Era un lugar conocido por todo el entorno. Allí, la familia de Juan Carlos Herranz conducía con éxito el negocio familiar mientras él trataba de cumplir el sueño de ser futbolistas en equipos modestos mientras cursaba bachillerato en el Mateo Hernández. Aquel chico desgarbado, más alto de la media y que, en ocasiones, parecía despistado, acababa enfocando su vocación a la fisioterapia y, sin duda, acertaba. Llegó a pasar por la UD Salamanca, pero el verdadero salto lo daba al entrar en las distintas categorías de la Real Federación Española de Fútbol hasta que terminaba de subir al combinado absoluto. Allí coincidía con la mejor generación de futbolistas que ha dado España. También coincidía con otro salmantino, Vicente del Bosque, tío de Fermín, buen amigo de Herranz. Su valía se hacía notar y se convertía en pieza clave del equipo doble campeón de Europa y campeón del Mundo y, sobre todo, se hacía inseparable de algunos de los futbolistas con más peso.

Allí conocía también a un joven centrocampista asturiano, Santi Cazorla, un jugador que, con el balón en los pies, siempre sacaba un recurso. Wenger no lo dudaba y se lo llevaba al Arsenal como pieza clave. Hace año y medio, después de que en Inglaterra prácticamente le invitaran a tirar la toalla, los caminos de Cazorla y Herranz volvían a cruzarse. En su edición de ayer, el diario El País nos relataba el reencuentro y los meses que han hecho que el asturiano esté a punto de volver a jugar un partido oficial. Será el próximo fin de semana ante la Real Sociedad.

Tras reencontrarse, tras una grave recaída que a punto estuvo de dar al traste con todo el trabajo y las ilusiones, aquella librería del barrio Garrido, convertida desde hace años en la clínica de fisioterapia de Juan Carlos, se transformaba en un auténtico búnker donde ambos empezaban el sueño de la recuperación. Aquel 10 de julio de 2017: "Entró cojeando. Era un cojo. Estaba todo de pena. Tenía el pie que no sabía por dónde empezar, cómo hacer", recuerda Herranz en el reportaje de El País. Sin embargo, se propusieron ir más allá del jardín: "Nuestro objetivo era que volviera a jugar -dice Herranz-. Yo sabía que iba a jodido, pero nunca me puse en la tesitura de que no fuera a jugar. Si no, no habría aceptado tratarlo. Aunque el primer objetivo era que quedara lo mejor posible para su vida. Le dije que iríamos por etapas: que el tobillo se fuera desinflamando, que caminara, corriera, saltara? Pero para él todo lo que no fuera jugar era una derrota", continúa el texto.

Cazorla siguió a rajatabla la recuperación que conducía Herranz con el apoyo de Javi Barrueco (preparador físico que estuvo vinculado al CB Tormes y al Albense FS), Sara en pilates, Isabel en piscina, el también fisio Diego Alonso. Su presencia en el Helmántico para realizar ejercicios y aumentar la autoestima causó sorpresa, la misma que causaba verlo por las calles o cenando en algún restaurante. Mucha gente ni se creía que fuera él hasta que la prensa empezó a descubrirlo. Su presencia en el Helmántico le permitió volver a tomar contacto con el balón. "Se lo metimos como golosina, primero pases en corto -dice Herranz-. Estaba feliz. En cuanto veía un balón se tiraba a por él", relata Herranz, que reconoce que "es un tipo muy duro para aguantar el dolor. Cualquier otro futbolista no habría conseguido lo que ha conseguido él", dice el fiisoterapeuta, que no se dedicó solo a removerle los tejidos. Con la familia del futbolista a más de 1.200 kilómetros, Herranz le construyó una, y casi hasta le alojó en su casa: "Me la estaban reformando; si no, habría vivido conmigo", dice. Le prestó hasta sus amigos, Tate, Nano y Diego: "Salía con ellos mientras yo me quedaba trabajando. Hacían rutas de tres horas en bici y ellos me decían: nos lleva reventados? Subían al pico Cervero y los sacaba a todos de rueda. Luego se tomaban unas cervecitas, le sacaban un poco de jamón en casa?", dice Herranz textualmente en El País.

Tras una presentación de altura, el próximo fin de semana Villarreal asistirá a su vuelta al fútbol. Allí, el fisio salmantino observará como a veces los sueños se cumplen.

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