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Vuelva Usted mañana
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Vuelva Usted mañana

Actualizado 06/08/2018
Antonio Matilla

Vuelva Usted mañana | Imagen 1

El verano - y más con estas calores, a las que estábamos desacostumbrados, se ve que la memoria térmica es frágil, casi tan frágil y acomodaticia como la memoria histórica- es ocasión propicia para desengrasar el espíritu haciendo cosas que, por unas causas u otras, no hemos podido hacer. Y así, hacía tiempo que había caído en mis manos una recopilación de artículos de Mariano José de Larra y nunca encontraba tiempo de echarles un vistazo, urgido por temas más actuales o más urgentes.

"Vuelva Vd. mañana" es quizá el más famoso y, encontrado al fin un hueco, me dispuse a leerlo. Mira, me dije, es una buena ocasión para ver cómo se vivía entonces la burocracia y cómo nos aprieta ahora. Fue enternecedor adentrarme por unos minutos en el pesimismo romántico de Larra. Se ve que la sensación de que este país, o sea, el Reino de España, entonces de las Españas, no tiene remedio es un a priori de nuestra condición que se metamorfiza con los cambios de época para llegar siempre a la misma conclusión: en efecto, no tenemos remedio.

Pero hay cosas que han cambiado profundamente. Por ejemplo, vagos los habrá ahora como entonces, pero no ejercen, ni siquiera en la Administración, y no digamos nada de la empresa privada. Vamos, que si ahora un empleado público o privado te dice que vuelvas mañana una y otra vez, el que no vuelve es él, que lo defenestran o. como mínimo, le abren expediente o, lo que es peor, le ponen de chupa de dómine en Instagram de forma que ya no tendrá dónde esconderse.

Claro que hay formas modernas y sofisticadas, digitales, de decir "vuelva usted mañana". Por ejemplo, para que un extranjero adquiera la nacionalidad española antes era burocráticamente complicado, tenía que demostrar su arraigo en nuestro suelo, testigos incluidos, pero mal que bien accedía al reconocimiento de ese derecho. Ahora es todo más sencillo: primero tiene que pagar los derechos de examen, después examinarse acerca del sistema político y de las costumbres españolas con una batería de preguntas tan difíciles, que ningún español de nación sería capaz de aprobarlo sin un estudio concienzudo y yo diría que muchos parlamentarios tampoco. Pero bueno, a base de estudio y de clases particulares, si el extranjero domina medianamente nuestro idioma, podrá salir airoso del examen. Y, como ha pagado y, se supone que el que paga manda, pues le darán la nacionalidad enseguida. Pues mal supuesto. El truco para decirles que vuelvan mañana es sencillo: si hace veinte años había cuatro personas en el Ministerio de Justicia para tramitar los expedientes de nacionalidad, basta con seguir manteniendo ese número de funcionarios para que un extranjero que ha superado la dificilísima prueba escrita y ha pagado la matrícula del examen tenga que esperar dos, tres, o los años que sean, porque los cuatro pobres funcionarios ?normalmente funcionarias- por más prisa que se den, no pueden acelerar las decenas de miles de expedientes que se les acumulan, de modo que trabajan a destajo pero para lograr la nacionalidad, vuelva Vd. a preguntar mañana, a ver si ha habido suerte y ya le toca.

La burocracia, en el imaginario colectivo, suele ir unida a los papeles, siempre papeles, no pierda Vd. estos papeles, que son muy importantes. Pero en la ultramoderna burocracia empresarial, las cosas no son así. Por ejemplo, en una compañía de telefonía y otros servicios de comunicación, no te darán un papel ni por recomendación médica, te llamará alguien desde Costa Rica ?un suponer- y tú tendrás que intentar hacerle entender que necesitas un papel, pero ¿cómo te lo va a mandar desde Costa Rica? Ni lo sueñe Vd.. Las cosas se complican si es una editorial que te quiere vender alguna publicación. Como se te ocurra ser educado y contestes cuando te llaman: "Sí, dígame", como has dicho "sí" y está grabado, resulta que ya has adquirido un compromiso verbal. Sin papeles, que siempre ha habido "pactos de caballeros" y una palabra dada "va a misa", aunque ambos interlocutores sean ateos por la gracia de Dios.

En la era digital, bajo el dominio tecnológico de la informática, las decisiones libres siguen tropezando con muchísimas dificultades, entre ellas con los "errores del sistema". Por ejemplo, tú das la orden a tu banco de que devuelvan determinada factura de pago periódico, el empleado teclea en un ordenador y ya no te la vuelven a pasar?hasta que la orden se reactiva ella solita, "por un error del sistema". ¿Qué diría D. Mariano José de estas nuevas formas de burocracia? Puede que adelantara el pistoletazo.

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