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Remorteños que valoran los cambios
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Actuación número 216

Remorteños que valoran los cambios

Actualizado 02/08/2018
Redacción

SAN MIGUEL DE ROBLEDO | El grupo de Teatro "Lazarillo de Tormes" representó su montaje "Teresa, la jardinera de la luz" gracias al programa que la Diputación celebra para conmemorar el Año Jubilar Teresiano

"La paciencia todo lo alcanza", decía Teresa de Jesús. Nació como Teresa de Cepeda y Ahumada, y cuando decidió cambiar su vida por la que ella consideraba la más adecuada a sus propósitos, se significó mediante el nombre para dar noticia de lo que la identificaba: el amor que sintió, y que movió su vida. Pero sus orígenes fueron los de cualquier persona, con su familia, sus afectos, sus aprendizajes y sus penurias. Una mujer que creció y vivió en la época que le tocaba y que la marcó de tal forma que la impulsó a iniciar un revolucionario cambio entre los que la compartieron con ella.

"Teresa, la jardinera de la luz", obra de teatro que esto nos cuenta, lo hace también desde la perspectiva que supone ver a un personaje que cambia y crece en virtud de su propia evolución vital, y que no ha surgido de la nada, como cuando la Historia sólo presenta un cuadro inamovible de él. Los actores de 'Lazarillo de Tormes' han crecido con la biografía de una mujer a la que han investigado desde sus comienzos y a la que han seguido los pasos por sus caminos vitales, físicos e intelectuales. Y la Teresa que nos presentan tiene todas las dimensiones humanas que se presumen en cualquiera de nosotros, eso sí, bien aprovechadas por conocidas y entregadas a sus semejantes. Con la visión retrospectiva de su vida, la vemos ganar en intensidad, autenticidad y verosimilitud. Gran trabajo que un grupo de actores aficionados ha conseguido elevar a una categoría de total profesionalidad.

Lo que encierra la historia de algunos lugares se enmascara muchas veces en el anonimato en el que el tiempo se empeña en arrinconarlos. Para dar luz a la nueva dimensión que "Teresa, la jardinera de la luz" nos ofrece de esta tan conocida y a la vez tan misteriosa monja del XVI, el grupo de actores que así nos la presenta no descansa en su empeño de llegar a cuantos más rincones de nuestra provincia sea posible. La Diputación de Salamanca que les apoya a lo largo de todo este año, está viendo los frutos imparables de su apuesta, e iniciamos el mes de agosto tras de sus pasos, para llegar a San Miguel de Robledo, pueblo sencillo de las estribaciones de la Sierra Quilamas, portador también en su recorrido de muchos siglos, de una personalidad inamovible como los robles que lo rodean y defensor de sus tradiciones y orígenes que los cambios posteriores no han alterado. Como su patrón san Miguel Arcángel, saben bien como avanzar, salvaguardando la fuerza de sus raíces.

En lo alto de un collado se situaba en la entrada a Las Quilamas un pueblecito que bebía de las aguas de un arroyo mal llamado Muerto. Su virgen morena de Cargamancos habitaba su ermita, y el rigor de los inviernos, hacía que fuera lugar de paso para todos los pueblos que llegaron a nuestra Península y que viajaban a tierras sureñas. Los cristianos le dieron el nombre del arroyo, y a pesar de la gran vida que toda su vegetación y la belleza de sus paisajes le aportaban, le dio una seña de identidad un tanto triste. Con el tiempo tomaron la decisión de cambiar su nombre, pero nunca olvidaron sus orígenes. Su apodo de "remorteños" enorgullece a unos vecinos que se convirtieron en espectadores de excepción de la vida de una mujer que siempre avanzó en el mundo procurando tener claro de donde venía y a dónde quería llegar, y para la que las palabras con las que se daba a conocer, fueron su seña de identidad.

El Arcángel san Miguel, patrón de San Miguel de Robledo, impertérrito espectador del montaje teatral que invadió su iglesia, fue metáfora indiscutible de la fuerza y convicción de que la confianza en la luz de la verdad aplasta a cualquier demonio. La verdad de Arroyo Muerto guarda en su primigenio nombre la fuente de la que su población pudo vivir, y la naturaleza circundante y la confianza en ella como gran tesoro para todos los que la conocen les ha permitido cambiar su topónimo sin miedo a olvidar sus inicios. Para Teresa de Jesús ser monja no le impidió dar a conocer aquello en lo que creía firmemente, y no fue nada inconsistente cuando tanto revolucionó a toda su sociedad y ha seguido haciéndolo a lo largo de siglos. Conocer de primera mano una historia enmascarada en hábitos que de repente cobran vida real de mujeres reales, y ver caer el poder establecido para abrir puertas al futuro, hizo que el público de San Miguel de Robledo aplaudiera con su convicción de remorteños insignes, llenos de la vida de tantos siglos que por ellos han pasado.

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