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Memorable concierto de piano de María José Vidal Manzano en el Teatro Liceo
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LA OPINIÓN DE JOSÉ RAMOS DOMINGO

Memorable concierto de piano de María José Vidal Manzano en el Teatro Liceo

Actualizado 20/04/2018
David Rodríguez

El profesor de la USAL José Ramos Domingo analiza el concierto que ofreció la pianista Mª José Vidal, residente en Miróbriga

Dejando a un lado el debate purista de la debida interpretación de las sonatas de Scarlatti al clavicémbalo y teniendo ya por superados los rigurosos historicismos de la instrumentación, María José Vidal Manzano, en soberbia unidad de atmósfera y textura, supo descubrirnos , el Jueves, 19 de abril, a todo el auditorio salmantino que acudió al Liceo, que el vocabulario armónico scarlattiano es también para el piano y, bastó para demostrarlo, apenas atacar los primeros compases de la hermosa sonata K.213; después, en incesante cascada de regalo sonoro para los oídos, María José, volvería a sorprendernos con la innegable y virtuosa ejecución de las sonatas K. 146, 208, 209 y 125. Pudimos percibir entonces en giros repentinos de modulación todos los colores y audacias de las construcciones tonales del músico italiano, gamas, matices y contrastes de velocidad. Y aquí, nuestra solista, en clara expresión de dulzura lírica y no menos sentimiento poético, terminó por conmovernos en los pasajes lentos que, en preciosas cadencias de lucimiento y ornamentación barroca consiguió elevar y emocionar a todo el auditorio allí presente.

De igual emoción y no menos precioso regalo fue la sonata (Hob XVI/20) de Joseph Haynd que medió de gozne e intermedio con la segunda parte del programa, volviendo María José a darnos una vez más, muestra y lección virtuosa de cómo ha de interpretarse, ya casi en tendencia romanticista y muy cercana a las influencias literarias y musicales del Sturm und Drang, esta sonta del músico austriaco. Y dando arranque al Moderato, pieza de sin igual belleza, supo desde el principio de su interpretación trasladarnos a ese intimismo prerromántico que posteriormente nos hablaría el vocabulario pianístico mozartiano. Permeando la centralidad de la sonata volvió a introducirnos María José con suavísima pulsación y no menos sentimiento en el desbordante Andante con moto para concluir finalmente en brillantísima ejecución a lo Sviatoslav Richter con el Allegro Finale.

Cerró la segunda parte del concierto en el teatro Liceo el Carnaval (op.9) de Robert Schumann, volviendo a conseguir y encontrar María José Vidal Manzano, como pocas solistas, la inconfundible materia sonora cargada de alto contenido emocional de ritmo schumanniano, sacando al aire una soberbia interpretación pianística plagada de sutiles confidencias, matices cambiantes y perfiles nítidos. Y de esta obra de Schumann, a modo de suite y con claras connotaciones descriptivas, hemos de subrayar en su ejecución tres magistrales pasajes: primero el Valse noble expresado con suma delicadeza y suavidad sentimental en su expresión; después Chiarina, secuencia de hermosísimas cadencias, expuesta y ejecutada por nuestra solista con total fidelidad en tempo de passionato, pareciéndonos en su audición estar contemplando un cuadro degasiano y, finalmente, a resaltar, la maravillosa evocación que la solista nos hizo del retrato de Chopin, sabiendo reflejar en su interpretación toda la sensibilidad y espíritu del pianista polaco.

En fin para los que allí estuvimos en el Liceo salmantino, brillantísima ejecución y no menos concierto memorable de María José Vidal Manzano con un programa sabiamente elegido: barroco-clasicismo-romanticismo.

José Ramos Domingo

Profesor de Historia del Arte de la Universidad Pontificia de Salamanca

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