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¿Fútbol para inteligentes...?
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¿Fútbol para inteligentes...?

Actualizado 21/09/2017
Manuel Rodríguez García Marogar

EL ecuatoriano José María León Cabrera, "Zurdo nato", escribió un excelente artículo sobre "Los intelectuales que no amaban el fútbol": "Fran Leibowitz le contaba a Martin Scorsese en "Public Speaking" que ella despreciaba los relojes digitales, a los que tachaba de facilones, poco elegantes, hechos para las grandes masas. "Era pura envidia", termina por reconocer sonriendo, "me moría de la envidia de que no hayan existido cuando yo aprendía a leer la hora, algo que me costó mucho y aún me cuesta un poco. Me tomo unos segundos para ver el reloj y poder decir qué hora es. Es como la revolución sexual: nuestros padres la rechazaban porque les hubiese encantado que suceda en su tiempo y no en el nuestro". Sospecho que a cierta intelectualidad le sucede lo mismo con el fútbol: lo envidia porque no lo sabe jugar. En lugar de reconocerlo así, como los simples, formulan los más absurdos cargos en contra del fútbol. Esa es la sospecha que siempre he guardado en contra de Borges, a quien se le puede perdonar hasta que haya ido a decirle a Pinochet ?porque fue "sentido del humor porteño", según García Márquez? que en Argentina, Chile y Uruguay se estaba salvando la libertad y el orden en un continente socavado por el comunismo, pero que se pasó de la raya cuando dijo que "el fútbol es popular porque la estupidez es popular". La única explicación para que un genio del talante de Borges renegara de tal manera del fútbol es que no lograba darle de zurda a la pelota y enviarla al lugar deseado o que, al intentar atajarla con las manos, terminaba con la nariz torcida y la marca evidente de la torpeza invencible".

La gama de deméritos que le endilgan son la supuesta fealdad del juego, la utilización del fútbol como narcótico para las masas, la corrupción asociada a él y han, inclusive, cargado en contra de la hinchada. En apariencia, argumentos sólidos, como los que suelen construir los intelectuales. Sin embargo, una segunda lectura revela que ninguno de estos argumentos se sostiene y es entonces cuando se cae la máscara racional, detrás de la cual aparece, amoratado y macilento, el rostro de la envidia a la que han convidado a su sínodo intelectual por malos. Malos jugadores de fútbol. Hay que ser dos veces ciego para no encontrar la belleza en el deporte".

Sin embargo, hay otros intelectuales que disfrutaron del fútbol, recuerdo mi libro "Esplendor en la hierba. ¡Por un fútbol emocional, sin zancadillas", donde plasmé la opinión de Charlot: " Cuando veo un partido de fútbol, no sólo veo veintidós hombres corriendo detrás de un balón; veo algo más, veo algo divertido, muy divertido: a veintidós hombres que, como en mis películas, se acercan y se alejan; se caen y se pone de pie; se juntan y se separan, se buscan y no se encuentran? y entonces me río". Lo que no hacían Borges, Kipling, o Umberto Eco, allá ellos. Pero Pasolini, Camus, Kundera, Camilo José Cela, etcétera, se regodearon con aspectos del fútbol. Recuerdo un cuento de Cela donde un equipo jugaba con dos porteros, y nos ilustraba con nombres, expresiones y creaciones literarias en torno al fútbol. Igual que Marías nos deleitó con sus "Salvajes y sentimentales". Desde luego que no es obligatorio que el fútbol te guste, si no te emociona dedícate a otra cosa y disfruta de ella? Pero, eso sí, no critiqueis lo que no entendeis...

Salamanca, 21 setiembre.2017

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