Un artista popular: José Ignacio Pérez Martín

Tradicionalmente, se ha distinguido, a lo largo del tiempo, entre un arte culto y otro popular, que casi siempre han recorrido itinerarios paralelos, sin apenas encontrarse e inter-influirse, aunque no siempre ha sido así. Sería el primero el de los llamados artistas, mientras que el segundo correspondería al de los llamados artesanos, un término este último que no nos gusta, ya que preferimos ese otro, que nos parece más adecuado, de artistas populares.

En las tierras salmantinas, en su momento, tanto en su obra 'Reseña histórico-artística de la provincia de Salamanca' (1946) como en otras varias y también en distintos artículos, el agustino P. César Morán Bardón llamó la atención sobre el arte popular salmantino y, en concreto, sobre algún artista popular de La Armuña.

Nosotros, en nuestras indagaciones etnográficas, hemos descubierto artistas populares que tallan la madera tanto en la Sierra de Béjar, como en la de Gredos; y, al indagar en los carros pintados salmantinos, realizamos un pequeño trabajo sobre uno de tales pintores de carros, ya desaparecido: Raúl de Arriba, del pueblo de Abusejo.

Decimos todo esto para introducir a un artista popular albercano, que reside en el pueblo y que ya ha realizado al menos una exposición de sus creaciones el verano y que en el presente tiene otra muestra expuesta en la pradera o jardín del hotel albercano de Las Antiguas Eras. Nos referimos a José Ignacio Pérez Martín, un creador en plena madurez, que reside en el pueblo, tras haber pasado buena parte de su vida en tierras vascas.

Sobre unos palés, colocados en línea recta sobre la hierba, que les sirven de base o peana, expone, en sucesión lineal, una serie de figuras, pertenecientes en su mayor parte al mundo animal, talladas en madera de castaño y desde la estética de un realismo muy característico y emblemático de lo que son las creaciones populares.

Se inicia el recorrido con la figura de Mafalda (con toda la carga simbólica del personaje de Quino) y termina con una representación de la Muerte tocada por un sombrero. Lo cual nos habla claramente de una ironía de carácter crítico. Y, en medio, se encuentran los animales, en una suerte de mito de 'arca de Noé', como si el artista, por el mero hecho de representarlos en madera de castaño, los quisiera implícitamente salvar.

Y, así, desfilan ante nosotros tortugas, elefantes, chimpancés, buitres, peces, ranas, reptiles, cerdos, cocodrilos?, esto es, una representación artística y popular de muy distintas especies. En su contemplación, se nos imponía la lógica de una suerte de 'arca de Noé' a la que acabamos de aludir.

También se nos impuso en tal contemplación el concepto de 'convivencia'. Para esculpir en madera, hay que conocer muy bien la madera, hay que dominar su lógica. Y es lo que parece que hace nuestro artista. Talla directa en madera, como han realizado sobresalientes artistas contemporáneos vascos y gallegos; lo mismo que, por ejemplo, también realizaran en piedra los escultores Emiliano Barral (segoviano) o Mateo Hernández (bejarano). Y ello exige un gran dominio del material.

Se complemente tal exposición con unos enunciados y frases, de carácter crítico, sobre la amenaza en la que vive la tierra, la naturaleza, así como el mundo de los seres vivos y particularmente los animales.

Porque estamos también ante un arte, popular, como es el de José Ignacio Pérez Martín, que no quiere renunciar a esos mensajes críticos y respetuosos con un medio tan amenazado como en el que hoy vivimos.