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Tábula rasa
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Tábula rasa

Actualizado 22/07/2017
Fructuoso Mangas

Lo de rasa viene de ras. Y raer y rasgar y rascar y raspar y roer son todos primos suyos y rasurar es hijo natural. Y rata es probablemente sobrina segunda. Bien, queda claro lo de rasa. Y lo de tábula era cualquier pieza plana y pequeña que en este caso fuera susceptible de ser raspada; en este caso sería con una superficie de cera en la que escribir una y otra vez después de allanada de nuevo y bien raspada con una espátula adecuada. Se borra lo anterior y se escribe un texto nuevo. Es hacer tabla rasa, es borrón y cuenta nueva.

Algo así hecho yo en falta en las tábulas de mi ciudad, que son sobre todo las fachadas y superficies similares. La memoria histórica, cuidadosa, imperturbable y justa, debiera ser en esto más vigilante. A modo de ejemplo, pongo algunos casos recorriendo algunas fachadas de Salamanca, esperando ser bien entendido, no sea que alguien lo tome por la tremenda y se fabrique una espátula gigante para borrar todo lo molesto o, al contrario, levante barricadas para que nadie rasque ni raspe ni raiga alguno de los puntos conflictivos que, entre muchos, aquí señalo.

Y como por alguna pared hay que empezar, yo corregiría la primera la fachada de la Universidad, ese engendro ideológico que levanta la institución en homenaje vergonzoso al emperador que ya llegará. Y digo vergonzoso porque ese emperador va a ajusticiar a comuneros (¡qué nombre más honroso, vive Dios!) salmantinos que perdieron el honroso levantamiento popular contra la imperiosa (nunca mejor dicho) imposición de un forastero de Gante. No podemos consentir homenaje tan torpe en lugar tan insigne y selecto como la fachada misma del edificio histórico de la Universidad.

Por eso lo primero quitar el águila bicéfala, de infaustos recuerdos y brutal significado; eliminar al Martín V que preside todo desde arriba como quien bendice las gestas imperiales olvidando al pueblo y ya puestos, eliminar de la parte alta los distintos símbolos de un estado extranjero que ya no tienen razón de ser o por lo menos de estar; raspar cuidadosamente como hizo el emperador con los escudos de la Casa de Maldonado, el rebelde, los demás escudos. Quizás se podrían poner medallones con las efigies de Bravo, Padilla y Maldonado para corregir honestamente la historia y dejar a cada uno en su sitio. Borrón y cuenta nueva. Y en lugar de la pareja de reyes colocar una joven figura femenina con gorro frigio; al buen observador con poco le basta.

Y sin entrar en más detalles de los muchos que hay en toda esta zona urbana al menos corregir y redimir históricamente la entrada a las Escuelas Menores con ese doble arco lleno de injuriosos recuerdos, fuera bicefalias por tripartito y rasurar los escudos con alusiones extrañas a lo nuestro por muy romanas que sean. Mejor que quede todo el lienzo como tabla rasa, quizás se podría cubrir con alguna inscripción en tinta roja y letra nuestra que recoja alguna alusión al gran momento de reinterpretación cultural que estamos viviendo.

Por supuesto, y es otro ejemplo por repasar algún otro espacio histórico, habría que arreglar en nombre de la historia verdadera y de la sana ideología reinante la facha, quiero decir fachada, claro, del Colegio Fonseca; hacer tabla rasa del gran medallón que la preside con un Santiago matamoros, violento y provocador, indigno de aparecer en ninguna página de nuestra ciudad. Por eso tabla rasa y dejar la fachada limpia de manchas de historia negra y violenta. Y borrar con esmero todos los escudos del Arzobispo que por menos le hemos quitado la calle al cardenal Pla y Deniel.

Ah, aunque parezca ejemplo pequeño, me parece significativo: las dos inscripciones torpemente amontonadas en la fachada de la iglesia de la Clerecía (¡habría que cambiar ya este nombre tan atrabiliario!) habría que borrarlas tanto la original (los reyes la dedican a la Compañía de Jesús) como sobrepuesta (dedicado a los reyes) que ya quiso arreglar algo las cosas sin borrarlas el escribidor pétreo de turno. Ahora no, borrar las dos del todo y por mantener cierto tono cultural poner en su lugar alguna frase de Marcial o de Petronio a tono con los tiempos que corren y con el alegre bullicio que rodea la zona.

Y repasando rápidamente algunos casos más expuestos llamar la atención sobre ese enorme y fementido escudo que preside la fachada del antiguo Banco de España; no porque el error sea más reciente deja de merecer menos el ser borrado. O ya que estamos al lado repasar, ¡por fin!, todos los medallones de la plaza mayor y dejar uno o dos por cada lado, si es que los hay con dignidad histórica y sin proyectar sombra, ni discriminación o ideologías superadas, y vaciar y raspar los restantes para que no quede en la plaza nada que manche nuestra mirada. Tabla rasa. Así nos libramos de nuestra vieja historia (¡ya era hora!) y de todas las brujas y sambenitos y baldones y discutibles gestas de nuestra historia lejana y reciente, amén. Así partiendo de tabla rasa, de borrón y cuenta nueva, podremos construir felizmente nuestro futuro. Con permiso de Nietzsche, Marx y Aldous Husley, claro. Eso está hecho.

Bueno, esto no da para más aunque queda mucha tela por cortar en una ciudad llena de elementos que nos recuerdan lo que hemos sido y lo que hemos hecho.

Y ahora, en la tablilla de cera de la historia, recién allanada y raspada, a escribir, limpios, ligeros y libres nuestro futuro.

Nota urgente: El que borra su memoria se queda en nadie, dictaminó Otto Rank, discípulo de Sigmund Freud, pero a lo mejor estaba equivocado?

Nota normal: Hay en mi reflexión algún dato o alusión que no es históricamente riguroso, pero no me hago problema de semejante cosa en estos tiempos de posverdad.

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