Contradicción, qué bonito nombre tienes

Eso de darle medallas a santos y vírgenes me parece una costumbre propia de tiempos pretéritos y de cierto ministro del interior un tanto inquietante, no me digan que no. Uno se lo espera de Fernández Díaz que tenía un aire así como vintage en los fondos y en las formas que te pedía a gritos encomendarte a la Virgen del Pilar por aquello de la Benemérita. Claro que cuando quien menea el santoral es un alcalde del cambio y encima, espoleado por su muy laico presidente del comité central, a mí lo que me provoca es salir corriendo a ponerle un cirio tamaño extra grande a Santa Rita, patrona de los imposibles. No me digan que no tiene su gracia eso de llevar con sumo laicismo según Iglesias otorgar una medalla municipal a la Virgen. Guasa gaditana, no cabe duda.

A los alcaldes del cambio les llueven las críticas y les escamotean los logros. De todas formas, estas contradicciones flagrantes hacen mucho más para suscitar la crítica y el descontento que bajar el déficit público o conseguir cumplir sus promesas electorales. A ellos se les pide más, se les exige lo máximo, y con salidas de pata de banco tan contradictorias como esta, pues uno se queda pensando y rascándose la cabeza porque o somos laicos o no lo somos, y más cuando llega el jefe y remacha la faena. Contradicción, que bonito nombre tienes. A este paso, con la zancada larga y el pecho henchido de gozo, Pedro Sánchez va a arrasar y Rajoy tan feliz, cediéndole el testigo, la urna catalana, la política internacional y hasta el testigo. A Iglesias le quedará el derecho al pataleo. Entre unas cosas y otras copas, la actualidad está tan caliente que quema, y visto lo visto en Manchester y en Londrés, el politiqueo español es pura quincalla, menudencias de esas como una sociedad panameña en manos, en parte, de un fiscal anticorrupción. Contradicción, qué bonito nombre tienes.

A Esperanza Aguirre le crecían los enanos, las ranas y los sapos inflados de comisiones. A la fiscalía anticorrupción, los motivos personales para entender que uno tiene que estar impoluto para según qué cargos. Mientras, los colmillos se afilan contra Cifuentes que tiene el cuello fino y una concesión diminuta en discordia. Lo dicho, frente a la situación internacional, con un líder que demuestra a cada paso la mayor de las estupideces, con una Gran Bretaña empecinada en la tontería de irse de Europa y un reguero de muertos por todas partes, la política española es una astracanada constante en la que otorgamos generosamente medallas y parabienes a santos patrones y vírgenes y mártires, todo, contradictoriamente, desde una posición progresista y laica. En fin, no hay nada peor que sentirse decepcionado por aquellos de los que esperamos otra forma de hacer. Y lo peor, con apoyos que más bien parecen la típica excusa de niño chico: es que se me cayó. No cariño, le has pegado un balonazo que ni Cristiano en la final de Cardif. En fin, menos mal que era el jarrón ese antiguo que no le gustaba a nadie, nene.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.