Entre manos

En aquel momento, hace millones de años, cuando un individuo en algún lugar de África, después de torpes ensayos, se irguió, ¡"homo erectus"!, sobre sus patas traseras y le quedaron libres las manos, comenzó otra historia. Y las manos anduvieron metidas en todo en una lista interminable, mano a mano, de mano en mano, entre manos, de la mano, a la mano, dar la mano, venir a las manos, levantar la mano, echar la mano, echar unas manos, con las manos en la masa, ¡manos arriba!, de buena mano, a manos llenas, manos largas, manos limpias, manos blancas, manos unidas? Y ahí venía yo, a lo de manos unidas.

Mi historia con estas manos comenzó hace más de 50 años porque desde entonces traigo entre manos la ocupación y la preocupación que traen y llevan muchas manos unidas, quiero decir que trae y lleva Manos Unidas: los pueblos pobres del sur, con su hambre y su deuda, su sufrido comercio injusto y sus materias primas embargadas, su sanidad sin llegar y sus vacunas imposibles, sus iras tribales, su gobierno corrupto y su pasividad ante el blanco del norte, su conformismo y su resignación a prueba de casi todo? Pesada letanía que como mantra repetido años y años de mano en mano sirve de freno a cualquier proyecto integral.

Sin olvidar, ni mucho menos, a los padres de esa criatura dramática que se llama Hambre y que soporta dos adjetivos siniestros, Injusticia y Muerte; mal nombre y peores apellidos que en buena parte (¡en muy mala parte!, habría que decir) le fueron dados por el Norte rico y prepotente, del que han nacido y siguen naciendo muchos de los males del Sur subdesarrollado, desde un comercio injusto o el inútil paternalismo hasta el control de las materias primas o la pesada deuda externa alegremente provocada, pasando por el comercio de armas o las guerras internas empujadas desde fuera... La lista es tan vieja como conocida y, aunque harían falta precisiones y hasta rebajas, no deja de ser soberbia e impía.

En medio de esta quiebra cabe de todo, encogerse de hombros y mirar para otro lado o rechazar cualquier información porque mente que no sabe corazón que no se inmuta o hacer cualquier remedio de emergencia que tranquilice. Y cabe también crear y empujar acciones e indignaciones, proyectos y ayunos, programas de promoción integral, desarrollo inteligente y sostenible, informaciones y cambios sociales? Y la son casi de obligada participación para el ciudadano ocupado en cosas de humanidad. Por ahí van las iniciativas e intervenciones de Manos Unidas, como los de otras organizaciones que trabajan en ese campo, y que se concentran especialmente en este mes de febrero. Y me resulta de especial lucidez global entender que ese modo de gestión es lo que, en los países de origen, irá deteniendo la necesidad de huir de violencias y miserias. Es la lucha más eficaz, si no la única, frente a la emigración por la fuerza. Camino lento pero irremediablemente eficaz.

En todos estos años (¡ya más de cincuenta!) de trabajo como voluntario de Manos Unidas y de socio de otras organizaciones similares he aprendido, he crecido, me he indignado, me he convertido (muy poco, para desgracia mía), me he apasionado y he descubierto que se puede empujar la historia y, como aquel chaval de los cinco panes de cebada en el evangelio de Juan, cada uno tiene resortes suficientes ?tiempo, sentimientos, dinero, cinco panes, valores y virtudes? - para echar una mano y empujar el carro de la justicia, del desarrollo y de la dignidad para todos, especialmente para la tercera parte de la humanidad que pide pan y reclama justicia. Con mucha torpeza, pero he ido aprendiendo cosas esenciales de la vida.

Y yo, ¿qué puedo hacer?, dice el ciudadano, más abrumado que enterado. Aquí le ofrezco un listín de acciones al alcance: si es creyente la oración, el ayuno y el cambio de vida en lo que impida el amor, la concordia y la justicia, que no es fútil ni poco sino preferente y mucho; y para cualquier ciudadano está la información buscada con interés crítico, la austeridad en la vida, el ahorro inteligente en gastos y despilfarros para compartir más con más dinero, financiar con tiento y discreción proyectos de desarrollo, apoyar gestos y gestiones que necesitan de su presencia y de su participación en su barrio o en su ciudad y muchas cosas más. En Salamanca hay docenas y docenas de oportunidades y muchos espacios institucionales en los que el ciudadano puede participar con solvencia y con eficacia. Cada uno tiene buenas cartas en la mano. ¡Que las juegue!

Claro, pero hay que estar atento y hay que estar allí donde se pueda. Yo, sí puedo. Así de claro.

Nota de recuerdo

Recuerdo la vieja historia: Dos mil años antes de que se secaran los océanos, dijo una gota de agua con aire inteligente: ¿De qué sirve una gota de agua en medio del inmenso mar? Y se fue.