¿Ser o tener?

Aceptemos que la cuestión bioética suena a chino a la mayoría de la gente. Los avances en biomedicina son básicamente desconocidos, más allá de titulares y reportajes grandilocuentes, y las reflexiones éticas sosegadas se ignoran sin más. De haber debate bioético, que sobre diferentes asuntos se suscita y a menudo dura poco en primera línea, evidentemente alcanza un nivel entre pobre y pésimo. Termina resolviéndose, con fidelidad al pensamiento imperante, que cada uno haga lo que quiera, que todo es relativo y que la Iglesia tiene la culpa. Conclusiones simples para temas complejos.

Convengamos también que, por mucho que se empeñen Cifuentes, Feijoo o quien quiera que aspire a tomar posiciones de pseudo-modernidad en su partido político o en el de al lado, los españoles hablamos más del paro, del tiempo y del fútbol que de la "maternidad subrogada". En los partidos de en frente han querido apreciar una posibilidad de diferenciarse y ponen más énfasis en las sombras de este método que en sus luces, asentando su postura en la casi inevitable mercantilización de la mujer, como se ha demostrado en los países donde se realiza la práctica: no se llama "vientres de alquiler" por casualidad. Apelan a que se podría hacer siempre que fuera de manera altruista, y lo comparan con la donación de órganos, pero ¿qué tiene que ver el vínculo que se establece durante unas cuarenta semanas entre gestante y gestado con el que tú mantienes con tu riñón derecho o yo con uno de mis segmentos hepáticos?

Una vez más, la paternidad o maternidad como derecho. ¿Acaso puede serlo? ¿El derecho a la vida de una persona ha de ser objeto para hacer efectivo el derecho de otra? Transitar por esa senda nos pone en serio peligro. El aborto ya está aceptado socialmente y, en amplias capas de la población, con la generación dicen que tan preparada, asumido como un método anticonceptivo. ¡Qué victoria de la ignorancia ante la que no se hace casi nada! Ya no es ética, ni moral, ni creencias religiosas, ni filosofía del derecho? Demográfica y epidemiológicamente resulta bochornoso para una sociedad que pretende cimentarse en la razón. Junto al insostenible derecho a renunciar a una maternidad-paternidad ya iniciada, el desconcertante derecho a obtenerla a toda costa, aunque llenemos la nevera de embriones, aunque multipliquemos el número de progenitores, aunque tomemos un útero prestado o lo alquilemos? Mientras tanto, miles de niños por adoptar. ¿Se trata de ser padres o de tener hijos? ¿Ser o tener?

En la imagen, "Maternidad" de Pablo Picasso (1901)