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Réquiem por Sangare
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Réquiem por Sangare

Actualizado 21/01/2017
Fructuoso Mangas

La historia que sigue contiene imágenes, detalles y situaciones de enorme crudeza, por eso lo advierto de antemano para que los menores, los apocados y los indiferentes se abstengan, por favor, de entrar en el relato de los hechos.

Goundou era una insignificante aldea al suroeste de Ghana, a veinte kilómetros de Enchi, la capital de la región, y a muy pocos de la frontera con Costa de Marfil. La aldea estaba rodeada por tierras llanas y pobres, pantanosas desde abril a septiembre y secas como el polvo de octubre a marzo; en condiciones tan extremas era difícil el cultivo de cualquier cosa. La aldea subsistía en la miseria a base de arroz, plátano, ñame y maíz. Todos conocían alguna palabra suelta en inglés, pero se hablaba bungase o sehwi. No había ancianos, porque la vida no llegaba a tanto y un niño de cada quince moría en los días siguientes a su nacimiento.

Sangare, que así se llamaba la niña, tenía quince años cuando en la región del Volta fue entregada, como miles de niñas en aquella zona de Ghana, a un mago local según esa antigua y terrible forma de explotación de las mujeres trokosis; ella pasó a ser "la esposa del dios" y por eso quedaba al servicio total y caprichoso del mago: trabajos forzados, tratos vejatorios, desprecio social, sometimiento sexual... y ningún derecho, ni a la comida ni a la vida ni a la libertad. Era una verdadera esclava, aunque según una ley de rango nacional de unos atrás aquella situación estaba tipificada como delito grave, pero nunca ningún mago ni encargado de santuario había sido detenido por aquella práctica.

Sangare, después de ocho años de rigurosa esclavitud, decidió huir buscando otra vida sabiendo a qué se exponía si era cazada por el mago y sus criados. Ella sería sacrificada de alguna forma que desconocía y su familia sufriría el desprecio total durante tres generaciones. Era la ley no escrita y se cumplía con tanta crueldad como exactitud desde hacía siglos.

Logró escapar viva y andando de noche y escondiéndose de día acabó en aquella pequeña aldea del suroeste del país, siguiendo la pista de sus padres que habían huido dos años antes a causa de una disputa de tierras por enfrentamientos tribales. No logró encontrarlos y quizás habían muerto en algún punto de aquel maldito camino. Y allí estaba en aquella aldea miserable y perdida, en la que no era nadie entre los nadies, sin familia, sin tierra, sin memoria que retener y con dos niñas pequeñas que le dolían más que todas las heridas de la vida. Por eso después de tres años durante los que hizo de todo de lo que se puede hacer por necesidad, decidió pasar la frontera de Costa de Marfil, para ver si allí encontraba alguna forma de vivir la vida que no fuera la miseria o la esclavitud. Se fue con un vendedor de hierbas medicinales que hacía cada medio año un recorrido hasta Abengourou, ya en Costa de Marfil. Tuvo que soportar de todo, hasta lo que no se debe confesar siquiera.

Por eso en cuanto llegó a la ciudad, siguió huyendo con una capacidad increíble de resistencia en aquel clima tropical que devoraba y carcomía todo lo que se ponía a su alcance. Y tirando de las dos niñas hacia no sabía qué ni adónde?

? Pasaron meses y meses de duro y dramático camino hasta la costa de Mauritania. Por fin logró subir a una patera con los 430 dólares que le quedaban, resistió dos semanas de travesía sin rumbo y casi sin agua, vio morir de sed y locura a casi todos los desgraciados compañeros de patera hasta que cayó sin sentido en el fondo de la embarcación medio hundida entre las heces y el agua. Nadie la miró. No sabía que un barco pesquero gallego, el Naboeiro, estaba a punto de descubrir la mancha de una barca perdida en el océano a 220 kilómetros de Gran Canaria después de diecisiete días de resistencia y de sed.

El patrón del pesquero avisó a Salvamento Marítimo y rescató como pudo a los supervivientes. Eran seis. Y entre ellos estaba una mujer, desmayada y sin sentido, que una hora después era subida a un helicóptero para trasladarla con los demás a Tenerife. Un chico de Mali y una mujer, que después diría llamarse Sangare, eran los más graves y los médicos temieron por sus vidas; la mujer tenía la piel cortada por el salitre, llena de llagas y escoriaciones, los labios hinchados y entumecidos hasta la imposibilidad de abrir la boca, los ojos cubiertos de una capa indefinible de sal y residuos, con la piel fuertemente pegada a las cuatro camisetas que llevaba y que tuvieron que cortar con tijeras como cuando se quitan las capas de una cebolla, según diría después uno de los médicos, levantando ampollas y trozos de piel sin que la mujer moviera un músculo. El pulso era débil, la tensión muy baja, la hipoglucemia amenazaba con un coma, mientras la arritmia era cada vez más fuerte... Había que actuar de prisa. Aquella mujer se les podría morir allí mismo, en el helicóptero de salvamento.

Dos días después, el 22 de febrero, de madrugada, cuando los medios de comunicación pudieron dar noticias más completas de la tragedia y del estado de salud de los seis supervivientes, Sangare, aquella mujer fuerte, abrió los ojos y tras unos segundos de duda y de sorpresa se dio cuenta de que estaba salvada. Al pensar en sus hijas, perdidas quién sabe dónde, intentó buscar una lágrima. No pudo, pero lloró por dentro.

Ella no sabía que en sus divagaciones inconscientes hablaba de su tribu y de su poblado en lengua bhungasi y con eso estaba suficientemente identificada. Volvería deportada a la miseria de Ghana.

Aclaración

Hace unos días barcos de socorro italianos rescataron en 10 horas casi mil emigrantes entre Lampedusa y Libia. Y me acordé de Sangare, la de Ghana. Curiosamente he estado oyendo noticias de emigrantes rescatados en el mar desde hace meses y meses y en ningún caso me había acordado de Sangare. Esta mujer de Gana es pura creación mía; el relato, escrito el año 2002 y que se alarga durante varias páginas, relata, con datos reales de emigrantes verdaderos, su aventura desde Ghana hasta Canarias. Ahora he decidido rescatar algunos párrafos y volver a recordar a esta mujer como símbolo, alto y noble, de todos los que han tratado, con éxito o con muerte, de atravesar el mar para llegar a Europa. Va por ellos? con enorme respeto y con toda mi consideración.

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