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Misiones y misioneros
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Misiones y misioneros

Actualizado 13/01/2017
Juan Robles

Misiones y misioneros | Imagen 1Han pasado ya los perifollos navideños y entramos ya en la normalidad de la vida ordinaria. En esta situación, quizá hay aspectos del acontecer diario que no adquieren la suficiente relevancia. Hoy tenemos oportunidad de poner de relieve algunos hechos de importancia apenas conocidos y que conviene destacar de algún modo. Nos toca a nosotros dar reconocimiento a estos hechos. Me refiero a la dimensión misionera y a los acontecimientos que están ocurriendo en estos días y que merece la pena conocer.

El mes de enero coinciden este año una serie de hechos a destacar. La misma Navidad cerraba sus celebraciones con la fiesta de Reyes o de Epifanía. Epifanía quiere decir manifestación de la gloria o del ser de Dios, en este caso hecho niño, que se da a conocer a los Magos paganos y, en ellos, a todos los alejados del mundo judío o del pueblo de Israel, un Dios que quiere ser y manifestarse acogedor para todos. La fiesta de Epifanía, por tanto, es la primera gran fiesta misionera de la historia, y como tal la seguimos celebrando.

Es adecuado, en consecuencia, por parte de la Iglesia católica proponer en ese día la atención hacia los catequistas nativos de los países e iglesias de misión. Ellos, en tantos lugares donde el sacerdote misionero no puede llegar con regularidad, se encargan de cultivar la vida de la comunidad, de llevar a cabo la catequesis, de hacer celebraciones de oración y de preparar a las personas para los sacramentos. Son unos auténticos sacerdotes o pastores que suplen todo lo que ellos pueden hacer, y es mucho, cuando no puede estar presente el misionero sacerdote. La comunidad cristiana, nace, crece y se consolida fundamentalmente por su acción y es luego confirmada por la presencia y celebración de la eucaristía y de los demás sacramentos que de tiempo en tiempo realiza el misionero.

El catequista es una institución fundamental en las misiones de África y, de algún modo también en las de Hispanoamérica, donde se les suele llamar celebradores o presidentes de comunidad, pero que son igualmente responsables de toda la marcha de la comunidad cristiana. Sin esta colaboración de hombres totalmente entregados, por vocación propia, al cultivo y acompañamiento de las comunidades cristianas, muy poco podrían hacer los escasos misioneros.

Ese mismo día de Reyes, la Iglesia española nos invita a recordar y acompañar a otra institución misionera de primera calidad: los sacerdotes misioneros españoles que se entregan a las misiones extranjeras de primera evangelización en los países de misiones por algunos años o de por vida. Para ello cuentan con el llamado Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME). Cuentan con unos ciento cincuenta sacerdotes distribuidos entre África, Asia e Hispanoamérica.

Tradicionalmente eran los religiosos y religiosas los que asumían las tereas de nueva evangelización o acción misionera en los mundos todavía paganos o poco evangelizados. Pero a principios del siglo XX nació en España la necesidad o vocación de que también pudieran participar en la acción y responsabilidad misionera los sacerdotes diocesanos o seculares. Se abrieron varios cauces para ello: las Misiones Diocesanas, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA) y la Sociedad de Misiones Extranjeras (IEME).

Es lógico, pues, que tratándose de una obra misionera española, seamos los españoles los que nos preocupemos de conocerla y de ayudarla, además de animar a sacerdotes de nuestras diócesis, a pesar de la escasez, a que se enrolen en esta obra. En Salamanca tenemos ahora la gracia de contar con un sacerdote comprometido con esta abra misionera. Se trata del sacerdote Leo Ramos, que lleva ya un par de años trabajando con el equipo misionero del IEME encargado del trajo misionero en Zimbabue (África). Con gran satisfacción y trabajo eficaz. Los salmantinos deberíamos preocuparnos de conocer su labor, de apoyarla, de acompañarle y tomar como nuestra la labor misionera que el amigo Leo está llevando a cabo en el corazón de África, cerca de las cataratas Victoria.

En los pasados días hemos tenido la suerte de encontrarnos con misioneros de Salamanca que están trabajando en Hispanoamérica y pasan un tiempo de descanso familiar entre nosotros: Se trata del sacerdote José María Velasco, que está llevando a cobo un gran trabajo pastoral y misionero en las proximidades de Asunción, la capital de Paraguay. También nos hemos encontrado con un matrimonio, ya jubilado, Valentín y Ana que, después de su jubilación, han tenido la valentía y la generosidad de volver a trabajar con los últimos en los desiertos duros con pueblos jóvenes en el norte de Lima. Uno y otros han compartido con nosotros sus logros y dificultades, pero también la felicidad de encontrar lo mejor del fruto de su trabajo misionero.

Finalmente, el domingo día 22 nos centraremos en la Jornada de la Infancia Misionera, la Santa Infancia de siempre, que algunos recordamos con ilusión infantil de cuando, con motivo de la jornada, nos implicábamos en las manifestaciones con coloridas carrozas de niños negros y amarillos, y corríamos con las cabecitas de negros y chinitos solicitando una ayuda para los niños necesitados. Este año la Jornada tiene el lema "Sígueme", invitando al niño a seguir los pasos de Jesús, al que ellos han conocido y quieren que todos los niños del mundo conozcan.

Hoy el sistema de trabajo con los niños y en las mismas comunidades cristianas, parroquias y colegios, es diferente pero la base es la misma: buscar el compromiso de oración, y de ayuda económica con tantos niños que no tienen la oportunidad de conocer al Niño de Dios nacido en Belén y que, además, en muchos casos mueren sin educación digna, sin alimentación suficiente, sin medios para remediar las enfermedades, y aun perecen por exceso de frío, como ocurre desgraciadamente en estos días entre los niños refugiados.

La carga misionera de este primer mes del año merecía la pena ser destacada, y aquí queda nuestro testimonio. Sin olvidar la profesión religiosa definitiva de un misionero de Mariannhill, congregación misionera que tenemos la suerte de tener en Salamanca entre nosotros, que tenía lugar en la parroquia de San Juan de Sahagún en la tarde del mismo día de Reyes. Se trata prácticamente de la única congregación religiosa misionera en nuestra diócesis. Enhorabuena, Felipe.

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