Antony Beevor.

Estoy leyendo de Antony Beevor "Creta. La batalla y la resistencia", obra que mereció en 1991 el Runciman Prize. De su autor había leído también, "Vasili Grossman en el Ejército Rojo, 1941-1945". Ambos historiadores merecen la pena de ser leídos. Beevor lo es en el sentido estricto del término. Exhaustivo en la reconstrucción de los escenarios, documentado, objetivo, imparcial. Personalmente no es el género, el histórico, el que más me atrae. No puedo evitar el sentir cierto escepticismo cuando, al unísono, las críticas "científicas" abundan en las virtudes más arriba enunciadas. Pienso, que ningún relato histórico, incluidos los autobiográficos, son "objetivos" o "veraces". La instantánea captada en una fotografía, su descripción, puede alcanzar un insoslayable nivel de autenticidad. No así, el relativo a rememorar un suceso acaecido en la vida de un pueblo, incluso de un suceso personal ¡Son tantas las instantáneas perdidas, las desechadas, las ignoradas¡ En fin, Las seleccionadas, con premeditación, por los contendientes. Con extrema agudeza afirmaba Walter Benjamin, que la versión, la colección de instantáneas de un acontecimiento histórico, resulta mucho más "objetiva" aquella aportada por los vencidos, que la proporcionada por los vencedores (Ejemplo: guerra civil española). Pues bien, la derrota de las fuerzas aliadas en Creta o la victoria pírrica obtenida por las alemanas, historiadas por Beevor, tienen su aquél. Su aquél también literario y, por eso, más lleno de certidumbre histórica. Algo de Shakespeare trasunta el relato. La descripción de los caracteres, las miserias, las ambiciones, los personalismos y los errores humanos que acompañan a sus protagonistas sean alemanes, ingleses, australianos o neozelandeses. La decisiva importancia que tuvieron esas "minucias" en el curso de los acontecimientos. Por ejemplo, el enorme error táctico cometido por el general británico general Bernard Freyberg. Dislate condicionado por su pasado heroico, su irrisoria obcecación y su eduardiana displicencia. Error que condujo a la derrota y a miles y miles de bajas aliadas. O bien, el arrojo de una división de fuerzas griegas, mal preparadas y equipadas, que, apoyadas por el pueblo cretense, al final, convirtieron en pírrica la clara victoria germana. La diferencia entre los griegos y los británicos residía en otra minucia: el "por qué" de los unos y de los otros. Como dijera Nietzsche: "dame un por qué y soportaré cualquier cómo". Churchill refiriéndose al comportamiento del pueblo griego durante la Segunda Guerra decía: "los griegos no lucharon como héroes, más bien los héroes lucharon como los griegos". Retóricas aparte, por ciertas que sean, Beevor rescata lo cotidiano, los "por qué", la intrahistoria, las emociones primigenias y, como no, la literatura. De ahí que Antony Beevor sea un magnífico historiador.