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Paz y bien
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Paz y bien

Actualizado 06/01/2017
Marta Ferreira

Paz y bien | Imagen 1

Me apropio de la expresión que se atribuye a Francisco de Asís para expresarles a todos ustedes lo mejor que podemos desear a alguien a quien queremos: Paz y bien, al empezar el nuevo año, que tras el asesinato colectivo en Estambul no ha podido tener peor principio. Pues precisamente por eso se lo deseo a quien me lee ahora mismo y a toda la Humanidad, porque buena falta nos hace la paz, ya que vivimos en un mundo atravesado por la violencia, pero adviertan que la frase no se limita a desear paz sino que la une al bien. En definitiva no se trata de una paz externa, de la que desaparezcan las guerras (¡ojalá al menos fuera así!), sino de una paz que brota de nuestro interior porque en él habita el bien. En otras palabras, podría desear que desarmemos nuestros corazones, que arranquemos todo deseo que conduce al mal del otro, motivado por la intolerancia, el dogmatismo, la envidia, la codicia o la prepotencia. Desarmar el corazón es poner en su lugar la compasión, la solidaridad, la justicia, la comprensión, el respeto, la tolerancia. Si así fuera, este sería otro mundo, digno de vivirse, a la altura de los mejores designios del hombre, no de sus peores lacras.

Alguien me dirá que es nuestra condición, que así ha sido siempre y que no desaparecerá hasta que lo hagamos nosotros mismos. Responde a aquel pensamiento de Hobbes que ha quedado inmortalizado en su famosa frase: "El hombre es un lobo para el hombre", y en parte es verdad, por eso lo escribió el filósofo inglés. Si miramos el mundo actual, parece que lo radiografía en buena medida. Sería lo opuesto a sostener que el hombre es un hermano para el hombre, pero no voy a caer en el pesimismo diciendo que más bien en este caso se trataría de un desiderátum porque no suele ser muy habitual, y decir esto es mentira. Porque en el mundo conviven las dos especies de seres humanos: los lobos que depredan a los demás y los hermanos que velan por evitarles el sufrimiento compartiendo su suerte y tratando de liberarlos. Yo en mi vida me he topado con ambos, por lo que me considero realista pero no pesimista: he encontrado a mucha gente buena y he recibido tanto de muchas personas, que cómo no voy a pensar que es posible otro mundo, pues esas personas en su ámbito lo hacen posible. Cuando uno conoce a una persona buena siente que el mundo puede salvarse.

Paz y bien, pues, están inextricablemente unidos, la una es el resultado lógico del otro, y cuando uno de los dos falta la ecuación no es perfecta. Hay dictaduras donde externamente reina la paz, pero es la paz de los cementerios, la paz externa que oculta la injusticia. No puede hablarse en sentido estricto en estos casos de paz, que solo existe vinculada a la justicia. Por eso, la paz incluye la libertad, el respeto a los derechos humanos, la convivencia basada en el respeto del pensamiento ajeno, el pluralismo porque todos somos distintos y no es legítimo imponer nuestra manera de pensar a nadie.

Sin embargo, hemos llegado a un extremo tal de escepticismo que muchos ante estos planteamientos que calificarán de utópicos, reivindicarán un mundo de mínimos: que al menos desaparezca el terrorismo que masacra a inocentes, que al menos cualquier ser humano pueda llevarse un pedazo de pan a la boca, que al menos desaparezcan las guerras, que al menos?Yo también me apunto a alcanzar esos mínimos, pero sigo pensando que podemos y debemos ambicionar algo más: por ejemplo, ¿no cabe reivindicar hoy, después de tantos años de que la dijera Pablo VI, que" la paz se llama hoy desarrollo de los pueblos". Pues la pobreza mata, casi todo, y conlleva desesperación y odio.

Pero al menos que por nosotros no quede, amigos. Pongamos paz y bien a nuestro alrededor: en nuestras familias, en nuestros círculos de amistades, en nuestras relaciones profesionales, en el día a día con quienes nos encontremos. Una sonrisa, un ceder el paso, un por favor, un apretón de manos cálido y no blandengue, un rato para escuchar a quien lo está pasando mal, un favor a quien lo necesita aunque no estemos obligados a prestárselo. Cambiar lo que tenemos al lado, lo que podemos cambiar. Sentir que hemos hecho algo en favor de la paz y que hemos desarmado nuestros corazones.

Marta FERREIRA

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