Fin del Jubileo, sigue la misericordia

El domingo pasado, día 13, tenía lugar en todas las diócesis del mundo la clausura del Jubileo de la Misericordia. En Roma, esta clausura, que protagonizará el Papa Francisco, tendrá lugar el próximo domingo día 20, fiesta de Cristo Rey y último domingo del año cristiano o año litúrgico.

Las celebraciones prolongadas, como es el caso de un Jubileo de cualquier tipo, que suele durar un año, corren el riesgo de olvidar el motivo de la celebración cuando se cierran los acontecimientos del jubileo, en nuestro caso el tema de la misericordia.

La misericordia es, sin embargo, lo importante que ha dado lugar a la celebración de un año entero que está a punto de terminar. El Jubileo nos ha ayudado a conocer más profundamente el tema y contenido de la misericordia, especialmente la misericordia cristiana, tal como la refleja la Biblia y especialmente el Evangelio.

El Papa Francisco, convocante del Jubileo de la Misericordia, ha hablado y lo ha puesto en práctica continuamente, dando signos y explicaciones del concepto de la misericordia, y para facilitar la comprensión del tema, nos ha dicho que la misericordia que nosotros tenemos que practicar se resume en las tradicionales Obras de Misericordia, las siete corporales y las siete espirituales. Merece la pena mantenerlas vivas y seguir practicándolas en adelante. No viene mal repasarlas de vez en cuando y hacer examen de conciencia sobre nuestro cumplimiento de las mismas.

Misericordia es conmoción del corazón ante las necesidades o padecimientos del prójimo. Pues las necesidades de nuestros prójimos siguen siendo muchas y conviene no olvidarlas. El Papa nos ha ido dando ejemplo de práctica de las obras de misericordia a lo largo de todo el año. Particularmente notables han sido los gestos de aproximación a los grupos humanos más necesitados en los llamados por él "viernes de la misericordia", uno en cada mes del año. Han sido visitas realizadas a grupos marginales y alejados de las asistencias sociales ordinarias muchas veces.

Esas visitas especiales las ha realizado el Papa sin protocolos especiales, con coches privados y sin guardia o policía de guardia personal visible. Así fue la sorpresa de la visita a los lugares del terremoto del centro de Italia. Y el último viernes lo dedicó a una visita privada y sin prisas, en plan de escucha, a un grupo de sacerdotes casados y sus familias.

El año ha estado jalonado también por jubileos de diferentes estamentos que han sido convocados a Roma y que han recibido una atención especial por parte del Papa y de la Santa Sede. Han llamado especialmente la atención los dos últimos jubileos celebrados: el de los reclusos de todo el mundo, y el de los pobres carentes de domicilio y que viven ordinariamente en la calle.

Con ocasión del jubileo de los presos, el Papa pidió a los gobiernos del mundo y a sus presidentes que hicieran algún gesto de misericordia liberando al mayor número posible de presos del propio país. Curiosamente, la primera respuesta, que sepamos, ha sido la de los 787 presos indultados por el gobierno de Cuba. El Papa ha invitado también a las parroquias católicas a acoger a algún refugiado de los que llegan a nuestras fronteras.

Como se ve, no nos faltan ocasiones de ejercitar las obras de misericordia. En este año se nos ha marcado el camino, dándonos ejemplos prácticos y exhortándonos a seguir practicando también nosotros las obras de misericordia con tantos desheredados de la fortuna y faltos de cariño y cuidados elementales muchas veces.

Las actitudes de misericordia no deberían quedarse a nivel de asistencias individuales. Habría que realizar también gestos de conciliación y de encuentro entre grupos y países: ricos y pobres, enfermos y abandonados, países desarrollados y otros necesitados de desarrollo? Podríamos extendernos en muchos más casos que abrirían más casos de encuentro, de solidaridad, de cercanía. Incluso entre grupos políticos, sindicales, educativos, que están bien necesitados de hablar y de entenderse, debiendo ser los grupos más poderosos los que sean compasivos o misericordiosos con los más desheredados.

El año de la misericordia se termina, pero sigue siendo necesaria la práctica de las obras de misericordia. Ojalá aprendamos y cambiemos de actitud, respondiendo a las llamadas que en este año nos han dirigido el Papa y los organizadores del Año de la Misericordia. Espero que los lectores tengan también misericordia y comprensión conmigo. Gracias.