Niebla baja

En estas mañanas grises de la vieja Salamanca, ni se distinguen las calles. No ha amanecido todavía. Los edificios son meras sombras que delinean las callejas difuminadas ¿Saldrá el sol en alguna hora del día?

No, el sol hoy no saldrá. Hay continua oscuridad, de día y de noche. No hay día ni noche. No por voluntad divina. Sino por voluntad del hombre, que no quiere distinguir ya ni verdad ni mentira. Ni el sol se atreve a salir. La ciudad permanece sombría, siempre de medio luto.

Los coches avanzan sonámbulos, sin desperezarse. Adivinan los semáforos entrevistos. Los árboles de las avenidas son esqueletos desvestidos, arrojadas ya al suelo las hojas secas, decoloradas.

¿Y la gente? Sí, la gente salió como todos los días, pero no habla. Cada cual en su burbuja silente. Hacia el trabajo cotidiano sin mirarse siquiera. Sin preocuparse por quien está al lado, por si siente o si padece.

No abrirán hoy las tiendas. No es festivo. Pero para qué. La languidez rebosa los escaparates y se derrama por las calles peatonales, por donde avanzan los estudiantes, también callados, aún dormidos, hacia unas clases improbables.

Las lenguas de niebla peinan los tejados, donde ninguna brisa sopla. Quietud inmóvil que es pura apariencia. La tormenta está en las conciencias. El alboroto no se ve, pero se nota. No hace falta escarbar las impávidas superficies para observar una inquietud incómoda. Podríamos decir, para acertar, que se huele. Hedor de podredumbre hueca.

Los cuervos aparecerán. Debieran esperar al mediodía, pero vendrán mucho antes. Quizás sepan que hoy ni mediodía habrá. Que no se va a diferenciar la tarde de la noche.

Aparecerán con sus bufandas y sus tacones, con mirada engreída y sonrisa superior, dominante. Moverán poco los picos, sólo lo suficiente, por si se les cae el bigote, falso como sus propios ropajes, color de ceniza amarillenta.

Pasarán de largo como una historia que no deja huella, sólo se recordará su lejano paso. Se desvanecerá su presencia, como un lejano mal sueño.

Hoy no saldrá el sol, pero amanecerá mañana. Y resplandecerá la verdad.