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Educación + Dis
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Educación + Dis

Actualizado 12/11/2016
José Antonio Mirón

En nuestro país se han producido grandes avances en la atención educativa de las personas con discapacidad cuyo punto de inflexión fue el desarrollo de la LISMI (Ley de Integración de los Discapacitados en 1982); pero siguen existiendo dinámicas ambiguas, poco efectivas y escaso compromiso social con la misión que tiene el sistema educativo, la sensibilización y formación en valores para que la inclusión de los alumnos con discapacidad tengan las mismas oportunidades que los todos alumnos. Además, la Convención Internacional de la ONU desde 2006 reconoce y establece los Derechos de las Personas con Discapacidad. La crisis que viene sufriendo el sistema educativo español no puede ser excusa para no avanzar en la formación en valores como el respeto a la diversidad funcional, la tolerancia de los que tienen mayores dificultades y un mayor compromiso social efectivo con aquellos que son más vulnerables en una Sociedad compleja y competitiva como la actual.

Las Administraciones Públicas no deben ampararse en la crisis socioeconómica porque su misión en este ámbito no es cuestión de presupuestos sino de la voluntad de cumplir la misión de conseguir la igualdad de oportunidades en los más débiles. Por lo tanto, en este ámbito hay que profundizar en la efectividad de sus Derechos para no tirar por tierra los avances sociales que se han conseguido con mucho esfuerzo en el sistema educativo, sanitario y social. En el ámbito educativo los alumnos con discapacidad constituyen un grupo poblacional deficientemente tratado, en recursos financieros, humanos y científico-técnicos reduciendo así su pronóstico vital de normalización e integración social y laboral. Los puntos críticos de su proceso educativo, está identificados, la ESO donde se producen los mayores atascos y fracasos por falta de planes individuales y de recursos para su proceso de enseñanza-aprendizaje. El segundo, en la etapa de transición a la vida adulta, donde no se deja estar a las personas con discapacidad el tiempo necesario para mejorar sus capacidades y habilidades. Esta etapa debería ser más flexible y adaptarla a cada persona por lo debería durar para algunos hasta los 24-25 años, en base a las posibilidades y capacidades de cada caso, en lugar terminar a los 21 actuales. Unos años más en Educación pueden suponer un aumento significativo en su grado de autonomía e integración en su edad adulta.

Se pueden aludir muchas excusas y sinrazones para justificar la situación actual; pero la realidad es que a este proceso le perjudica la falta de un Consenso Nacional en Educación; pero también la crisis de la docencia que sufre la universidad española donde los equipos rectorales están más pendientes de hacer titulares de prensa que de mejorar la misión esencial de la Universidad, como es ser referentes sociales en dinámicas profesionales y sociales y, en consecuencia, incorporar a la Sociedad profesionales titulados y competentes en sus perfiles laborales; pero también con valores para promocionar una Sociedad inclusiva. Hoy esto no se cumple porque existe una crisis orgánica y funcional en la docencia y en los docentes dado que se valora más el impacto bibliográfico que el impacto social de buen docente lo que conlleva a que el profesorado le dedique más tiempo a publicar que a realizar un procesos de enseñanza-aprendizaje competentes, responsables y efectivos. El ministerio de Educación no puede, ni debe esconderse ante esta crisis de la Educación en general y de la Educación Superior. Debe cambiar las dinámicas nocivas que existen en la promoción del profesorado con indicadores que valoren la actividad del buen docente y no sólo la investigación. Porque si no se cambian estas dinámicas en la carrera docente la Universidad seguirá sin cumplir su fundamental misión, convertir bachilleres en profesionales que hagan mejor a la Sociedad y a las personas, en las que se incluyen las Personas con desventajas por su discapacidad.

En mi opinión, cuando se avanza en valores humanos como la Educación y la educación inclusiva se avanza en modernidad, progreso y sostenibilidad social y, cuando se logra, existen razones para estar satisfechos y orgullosos de lo que se aporta y se consigue.

JAMCA

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