Matrimonios forzados en Burkina Faso: las mujeres que nunca fueron niñas.

Autora: Salvina Ferrara. Activista de Amnistía Internacional

Y ¿qué pasa cuando justamente falta esa voluntad? En algunos países parecería raro hoy en día (sobre todo dentro de la cultura occidental), como si fuera una costumbre del pasado. Pero, efectivamente, no lo es.

De hecho lo que está pasando en Burkina Faso, un país de África occidental, no debería extrañarnos.

Los matrimonios forzados son una realidad bastante difundida por allí, aceptada por la sociedad y no obstaculizada de manera eficaz por el Estado. Datos estadísticos (UNICEF) nos muestran que esta costumbre se encuentra más a menudo en las zonas rurales. Es decir, más del 52% de las mujeres contrajeron matrimonio antes de los 18 años, y el 10%, antes de los 15, o sea cuando todavía eran más o menos niñas. Ellas con frecuencia deben casarse con hombres mayores, de entre 30 y 50 años.

Pero, ¿de qué manera se "justifica" esta costumbre? Pues la gente considera el matrimonio forzado como un modo de consolidar las relaciones entre dos grupos sociales, algo de que las mismas niñas muchas veces no son conscientes porque se ha acordado por otros incluso al nacer ellas o durante sus infancia. Y todo eso a cambio de dinero o de tierras de labor o ganado (la llamada dote del esposo). Así pues es la sociedad la portadora de esta tradición, pero resulta también que a nivel jurídico se hace poco (o nada) para impedirlo. En efecto, en Burkina Faso los matrimonios forzados y a edad temprana son ilegales, pero no se aplica estrictamente la ley, porque esta no afecta a los matrimonios tradicionales y religiosos, que son muy comunes. Además, hay diferencia a nivel legal entre niñas y varones: las primeras pueden casarse desde los 17 años, los segundos desde los 20. Y encima, hay también una excepción a eso: las niñas menores de 15 años y los varones menores de 18 pueden casarse si un tribunal concede una dispensa especial, aunque esto apenas se usa, pues muchos matrimonios se contraen en ceremonias tradicionales. El año pasado, 2015, el país intentó mejorar la situación a través de una estrategia nacional para reducir el matrimonio precoz en un 20% en 2025, pero no parece un objetivo bastante eficaz y práctico y también la comunidad internacional se ha pronunciado contra este conjunto de abusos (porque eso son) que tienen que sufrir las niñas.

Porque ellas, en cuanto se casan, se ven totalmente sometidas a sus parejas. Tareas del hogar, cuidados de los (muchos) hijos, compartir la casa con las otras mujeres (porque a veces el hombre tiene más de una): no hay tiempo ni derecho a la escuela y al trabajo. De hecho, sólo el 64,2% de las niñas de Burkina Faso pueden acceder a la educación, pero muchas de ellas se ven obligadas a abandonar precozmente la escuela para casarse o dedicarse al trabajo doméstico o a otras obligaciones.

Aparte de la falta de derecho a elegir su pareja, la niña arriesga su vida debido a su edad precoz. Es víctima de violencia física y sexual, y cuando se queda embarazada, la mayoría de las veces sufre complicaciones, porque su cuerpo no está aún preparado para tener hijos. Incluso no es inusual encontrar parejas donde el esposo, aunque debe esperar a que ella alcance la pubertad, viole a la niña antes de que alcance esa edad.

La situación es grave, nadie puede negarlo. Amnistía Internacional, justo el 26 de Abril 2016, publicó el informe "Coaccionadas y privadas de derechos: Matrimonios forzados y obstáculos a la contracepción en Burkina Faso", uno de tantos documentos a través de los que denunciamos esta violación de derechos humanos.

El equipo de la organización entrevistó a 379 mujeres y niñas en 2014 y 2015 y documentó la multiplicidad de obstáculos que les impiden acceder al servicio de salud anticonceptiva, también por motivos económicos. Según cifras oficiales, menos del 16% de las mujeres usa métodos modernos de contracepción y esto evitaría no sólo los embarazos no deseados, sino también las enfermedades conectadas. Amnistía Internacional ha pedido al gobierno que facilite de forma gratuita al menos algunos productos anticonceptivos para que las mujeres puedan usarlos con seguridad y de forma discreta. Hay que recordar, a este respecto, la campaña empezada en Julio del 2015, "Mi cuerpo mis derechos", con la que se llama la atención, entre otros, sobre la situación de este estado africano.

"Es crucial que el gobierno respete el derecho de las niñas a tomar sus propias decisiones sobre sus cuerpos, sus vidas y su futuro. Los recientes compromisos anunciados para acabar con los matrimonios prematuros son una medida que supone un bienvenido paso adelante, pero hasta que esas promesas se conviertan en una realidad cotidiana, las niñas seguirán pagando el precio''.