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La Escuela Taurina de Salamanca revive la afición de Galinduste
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TENTADERO PÚBLICO

La Escuela Taurina de Salamanca revive la afición de Galinduste

Actualizado 27/07/2016
Raquel Zurdo

Antonio Zurdo, Valentín Calama, Ismael Matín, Josu de la Calzada y Daniel Martín se vieron las caras con cinco vacas de Manuel Gimeno

Tras 23 años de sequía taurina, volvieron los toros a Galinduste y lo hicieron de la mano de los chicos de la Escuela Taurina de la Diputación de Salamanca. Cinco de los alumnos más jóvenes de la escuela, Antonio Zurdo, Valentín Calama, Ismael Matín, Josu de la Calzada y Daniel Martín, por ese orden, se vieron las caras con cinco vacas de Manuel Gimeno, una para cada alumno. Tarde calurosa en la plaza de toros del municipio salmantino a la que se acercaron a disfrutar más de un centenar de personas. Las condiciones de la plaza no eran las mejores, demasiada arena y muy suelta, impidió que los pupilos se acoplasen bien al piso e hizo que resbalasen en varias ocasiones. Dichas condiciones afectaron también a los animales provocando que estos se cayesen y se frenasen sin terminar el muletazo.

Las eralas y añojas de la ganadería salmantina mostraron muy buenas hechuras y, en líneas generales, un gran nivel en los engaños. Humillación, fijeza y nobleza como cualidades a destacar durante toda la lidia.

Los chicos dieron la talla destacando profundos derechazos de Antonio que le correspondió en turno la vaca menos agraciada, se revolvía rápido y embestía a media altura, Valentín dio largas y buenas tandas por ambas manos, de Ismael destacó sobre todo la disposición y la raza con la que se metió a muchos de los allí presentes en el bolsillo además de la limpieza de las verónicas con las que recibió a la añoja, Josu bailó con la mejor de la tarde y la exprimió de principio a fin con muy buenos naturales y finalizando con un toreo de cercanías de esos que hacen que los tendidos se llenen de murmullos, Daniel puso el broche final a una bonita tarde propiciándole a la última de Gimeno unos naturales muy puros y de largo recorrido los muletazos que dio con la diestra. Todos ellos finalizaban su vaca simulando la suerte máxima del toreo, la suerte de matar.

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