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Por qué el cambio horario facilitaría terminar antes de trabajar
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racionalización de horarios

Por qué el cambio horario facilitaría terminar antes de trabajar

Actualizado 11/04/2016
El Norte de Castilla

Rajoy se ha comprometido a buscar un acuerdo para lograr una jornada que finalice a las 18.00 horas

Tanto si Mariano Rajoy continúa en la presidencia del Gobierno como si le quita el sitio Pedro Sánchez, los horarios laborales podrían sufrir un vuelco en España. El actual jefe del Ejecutivo en funciones se ha comprometido a buscar un acuerdo para lograr una jornada de trabajo que finalice a las seis de la tarde, y retrasar sesenta minutos la manecilla del reloj ?lo que marca el meridiano de Greenwich?, dos propuestas que también figuran en el pacto del PSOE con Ciudadanos. Rajoy retoma así un tema que dejó guardado en un cajón hace casi dos años, aunque está cosechando muchos aplausos por ello. «Nunca es tarde si la hora es buena», bromea José Luis Casero, presidente de Arhoe, la Asociación para la Racionalización de Horarios.

Esta agrupación es una de las entidades más comprometidas con el cambio. «No se trata de tener más o menos luz, sino de establecer un modelo socioeconómico que nos haga ser un país líder», subraya. «Ahora somos la cuarta economía de Europa, pero somos los novenos en productividad», añade. Buena culpa de ello la tienen nuestros horarios, que van a la contra de Europa. Mientras aquí estamos desayunando, en París ya arrancan la jornada laboral. Y cuando nos vamos a comer, en Estocolmo ya están cerrando la agenda del día siguiente. Estamos más horas en la oficina que nuestros vecinos franceses (41 frente a 35), pero no obtenemos ningún beneficio.

«Tenemos una serie de hábitos que ya no tienen sentido», apunta Nuria Chinchilla, profesora en IESE Business School. El primero de ellos es vivir en un huso horario que no nos corresponde. En 1942, la Alemania nazi impuso su hora a Francia. El Reino Unido y Portugal tomaron la misma decisión por cuestiones tácticas. Y Franco, como gesto de simpatía hacia Hitler. Cuando terminó la II Guerra Mundial, Londres y Lisboa volvieron a su hora natural (atrasaron el reloj 60 minutos), pero París y Madrid no. Para nuestros vecinos, esa decisión es bastante lógica porque están situados en el mapa más al este, pero España se encuentra en el meridiano de Greenwich, como Gran Bretaña.

El tópico de la siesta

A las nueve y media de la noche, en casa de Cristina Fernández, que vive en Southampton (al sur de Inglaterra), reina la paz más absoluta. «Yo salgo del trabajo a la una de la tarde, justo cuando mi hija de tres años acaba el colegio. Mi marido llega a casa a partir de las cinco y cenamos a eso de las seis». En España, a las siete, cuando esta familia ya ha recogido la mesa, dos de cada diez trabajadores continúan en su puesto. Precisamente esto es lo que el Gobierno quiere combatir, aunque a parte de la prensa anglosajona le hace mucha gracia. «España anuncia un plan para eliminar sus famosas siestas de tres horas», titulaba el sensacionalista 'Daily Mail'. El tabloide aclara en el interior de su información que la jornada laboral española empieza a las nueve de la mañana y se parte «con una siesta-almuerzo que rompe el día».

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