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Cerco a la muerte
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Cerco a la muerte

Actualizado 27/03/2016
Redacción

20/marzo/domingo

Veo la televisión. Una de esas series americanas de la sobremesa que siempre cuentan la historia de un psicópata, lo que a mi me disloca la tranquilidad. Por eso me despisto y miro a mi izquierda, a la parte trasera de la casa. Un amplio ventanal hace de cortina con un pequeño jardín parapetado con la calle por un seto de viejos cipreses. Fotografía en un verde que me relaja. Un jilguero se posa en una rama. Sus movimientos son nerviosos. Mira con descaro y desconfianza a la vez. Parece una pompa de jabón ovalada. Unos metros más, al fondo, el parque de Covaresa, uno de los espacios verdes más logrados de Valladolid, cargado de chopos - que se alzan majestuosos - acacias, sauces llorones y rosales.

Hoy todos los medios informativos dicen que empieza la primavera. Hacen cálculos de días y horas para demostrar por qué empieza un día antes de lo habitual. El jilguero mueve su cabeza con desconfianza. Percibe algún ruido. Mira con avidez hacia todos los lados. Golpes de cabeza rápidos. Busca el agujero donde meterse, donde ha decido hacer el nido. El jilguero es un pájaro limpio, ágil, dulce, la belleza misma, por su sencillez, por su ser y no ser, por volar sin que el aire se dé cuenta, como si fuera el mismo aire, incluso viento, pero tenue, ingrávido, grácil.

Esta misma mañana, al otro lado, a la entrada de casa, he visto a un mirlo posado sobre la cancela. Llevaba en el pico una hoja seca. Estaba haciendo el nido. Al verme me ha mirado unos segundos antes de lanzarse al vuelo. Me ha percibido como un extraño, como si yo hubiera invadido su hábitat. Puede que el mirlo tuviera razón. Ya hoy mismo, sobre las seis de la mañana, he oído movimientos azorados, madrugadores. De mirlo. Porque el mirlo es inconfundible; ruidoso, travieso, inocente, claro, espontáneo. El mirlo tiene un plumaje negro, parecido al tordo, pero más limpio, luminoso. Y se distingue porque es ligeramente más grande. Y por el pico, anaranjado, casi fluorescente.

Voy a comer con la familia a Fuensaldaña. Al restaurante La Encina. Tenemos ganas de lechazo. No cordero, lechazo. Hace tres meses que no lo como. Es el manjar de Valladolid. Y de Segovia. Y de Burgos, sobre todo de Aranda de Duero. El lechazo churro es el mejor. Por eso no se debe confundir churras con merinas. La oveja churra pare lechazos de carne dulce, blanca, tierna. Y hasta nueve kilos y medio, en canal, es sublime, único, distinto, inigualable en España entera. La merina es más lechera. Llega a dar un litro al día, la churra medio. Cada cual tiene sus características.

En Fuensaldaña, en La Encina, está el profesional de una de las mejores cocinas de España. César. No porque haga virguerías, platos de diseño y cosas por el estilo. No, ni siquiera se distingue por sus guisos, excepto los callos. Es, sencillamente, un profesional que se preocupa del producto de forma obsesiva. Y sabe donde encontrarlo, que no es fácil. Hoy un buen lechazo churro sólo lo tienen los pastores que llevan a sus ovejas a comer a suertes donde crece hierba sana y plantas silvestres, sabrosas, tierras donde crece el tomillo y el espliego.

Hace algún tiempo, allá por los años noventa, pronuncié en Valladolid un pregón sobre el lechazo churro. Me lo pidió el presidente de Colechu, Narciso Coloma Baruque, persona entrañable, agricultor y ganadero palentino. No pude negarme. Siempre evito este tipo de compromisos, pero en esta ocasión no tuve fuerzas. El año anterior este mismo pregón lo había dado el insigne escritor y periodista Néstor Luján, que estuvo a la altura de su fama y el precio de su caché.

Yo había leído algunos libros de este escritor catalán, y me sentí pequeño, incapaz ni siquiera de imitarle. Pero al final lo hice. Y gratis. Trabajé mucho. El resultado tuvo la recompensa del esfuerzo decente. Hice un recorrido por lenguaje pastoril de la literatura española: "Pastores, los que fuerdes/allá por las majadas al otero?San Juan de la Cruz. Inicié el pregón con esta cita y pasé por Las Jarchas, las Cantigas y Garcilaso de la Vega?Escribí un homenaje a los pastores y a la oveja churra: "el pastor, siempre rumiando soledad, a pie parado, entre laderas y baldíos, escuchando la voz del viento y compartiendo el zurrón con el perro?" "La oveja churra, que nació al mezclarse la oveja indígena de la península con la que trajeron los celtas (ovies aries celtiberius) es una raza sedentaria, pegada al terruño; una oveja sobria, resistente, precoz, longeva y elegante; una oveja de probada lealtad a esta tierra, como lo demuestra el hecho de que en su día también se le llamara riberiega, por su emplazamiento en el valle del Duero. Las ovejas churras deben ser cuidadas con mimo, con tranquilidad, que conozcan el pago, que vayan por la cañada tranquilas, sin sobresaltos, a por la ración diaria; que las mañanas sean tempranas y las tardecicas a sol poniéndose, ya de regreso al cabañal o de camino a la telera."

El lechazo por Castilla y León es sagrado. No puede haber comido hierba, de ahí su nombre, y la raza también es determinante. Hay restaurantes que sirven casi borregos, además de razas alejadas de la churra, la excelencia, o la castellana, incluida en la marca Tierra de Sabor. Y ese producto, por muy bien asado que esté nunca será igual, ni parecido. Lo que sucede es que los que llegan a estas tierras de lejos, y son desconocedores de este manjar, se tragan lo que sea. Y se quedan tan contentos. El fraude llega a todos los sectores; este es uno, aunque son más los restaurantes serios y rigurosos con la verdad y la tradición que los que engañan.

Mis amigos de la Peña Cañizo hacen elogio de mi "Picoteo" anterior. Son muy sensibles. Si les trato bien se vuelcan. Lo que no aceptan son las críticas. Por precisas y justas que sean. No son una excepción al mundo general. El elogio es un bálsamo siempre. La crítica, aunque sea equilibrada y acertada, no se acepta. Es ley, conducta, muy humana. A mi mismo, cuando alguien me critica, aunque yo sepa que tiene razón, lo detesto, lo aparto, no quiero ni verlo.

Los humanos somos así: demócratas por obligación, falsos, de corta y pega. La crítica negativa, que es la auténtica crítica, no se admite. Los políticos mucho menos; si eres periodista y crítico te ponen una cruz y les piden a las brujas que te pongan una vela negra. En general, los gobernantes y políticos de estos tiempos son muy demócratas de puertas hacia fuera, pero cuando se les rasca un poco se les ve el plumero. Algunos si en lugar de vivir en democracia lo hicieran en una dictadura, como hace cincuenta años, no dudarían en apuntarse al régimen autoritario y colaborar con él.

Son demócratas porque toca, porque es lo que se lleva, porque necesitan los votos, porque no tienen otra alternativa. Muchos, en otras circunstancias, actuarían con mano de hierro, de ordeno y mando porque lo digo yo. Suelen mostrarse sensibles, amigables, abiertos y plurales si las cosas van por el camino que les interesa, porque así convencen a sus posibles electores. Pero demócratas de convicción he conocido a pocos, muy pocos. Es más. No he conocido a ninguno que acepte de buen talante la crítica a su quehacer, a su trabajo como políticos. "O conmigo o contra mi", ese es su lema, no entienden otra cosa. La doblez de nuestros políticos viene alimentada por las enseñanzas de Maquiavelo, por la pillería histórica española, por la zorrería emanada del propio pueblo y por las enseñanzas literarias de la picaresca. Además de por la escasa experiencia democrática de nuestro país.

21/marzo/lunes

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama visita Cuba. Día mucho más que histórico. Después de una larga cadena de enfrentamiento, los poderosos americanos se avienen a acercarse a los revolucionarios cubanos. Raúl Castro, el hermanísimo de Fidel, hace tiempo que inició una serie de gestos con el presidente estadounidense para cambiar las relaciones de ambos países.

Al final llegó el día. Lo que no quitó para que Raúl no lo fuera a recibir al aeropuerto José Martí, en un día lluvioso, a Obama, quien tuvo que tirar de paraguas para cubrir a su mujer. También le acompañaban sus hijas y su suegra. Anécdotas que ilustran la categoría.

Después todo fue por los cauces adecuados, incluida una rueda de prensa de ambos mandatarios en la que hubo preguntas de calado para los dos. A Obama: "¿Cuándo se terminará el bloqueo a Cuba?". "No hay fecha, pero se terminará". A Castro: "¿Cuándo se liberará de las cárceles a los presos políticos? "Deme una lista con esos presos, sus nombres, quiénes, cuántos, y si los hay hoy mismo quedarán libres". Vamos, negó la mayor porque ¿ qué es un preso político, quién está preso y por qué causas? O sea, en las causas está la clave. El régimen cubano los puede tener en las cárceles por otros motivos, aunque sean falsos.

En cualquier caso: visita que supone mucho más que un acercamiento. ¡Qué lejos queda la Bahía de Cochinos!, ¡qué desconocida la Ciénaga Zapata!¡Qué olvidados Kennedy y Kruschov!¡Qué distante la guerra fría que estuvo tan caliente!

Es necesario recordar un hecho que pudo suponer la Tercera Guerra Mundial. Fue en 1962, la crisis de los misiles. Fidel Castro empezó a instalar misiles que le enviaba la URSS y que pretendían contrarrestar los que habían instalado los americanos. El problema fue aumentando de tono y Estados Unidos amenazó con hacer un bloqueo naval para evitar la llegada de más misiles. Tiras y aflojas de la diplomacia hasta que Kennedy y Kruschov llegaron a un acuerdo: Cuba retiró los misiles, Estados Unidos hizo lo mismo y no hubo bloqueo naval. Pudo ser una guerra nuclear de consecuencias imprevisibles. A ambos monstruos les paralizó el miedo. Afortunadamente.

El problema había comenzado en 1961. Estados Unidos no aguantó que Fidel Castro, tras derrocar a Fulgencio Batista, estableciera en Cuba un régimen comunista. Por eso apoyó al autoproclamado gobierno cubano en el exilio, presidido por José Miró Cardona, en su iniciativa de desembarcar un pequeño ejército en la Playa Girón de Bahía de Cochinos para realizar una "contrarrevolución". Esto lo había aprobado el presidente Eisenhower, con informes de la CIA, y fue apoyado después por Kennedy.

El desembarco fue un fracaso porque Fidel Castro conocía bien el terreno y, además de destruir la cabeza de puente, fue metiendo a la "contra" que llegó a tierra en un callejón sin salida. Muchos murieron en la Ciénaga Zapata, llena de caimanes. Yo estuve en este lugar y pude imaginarme el final de aquellos contrarrevolucionarios. Fidel volvió a ganar.

Tres veces he visitado Cuba. La primera vez en 1993. Mi amigo Tomás Infante, periodista de gran vocación internacional, organizó un viaje con otros compañeros, Rufo Arlanzón, de Telemadrid, y Alberto Burgos, redactor en El Diario de Burgos. Tomás me dijo: "tenemos que ir a Cuba antes de que se muera Fidel; hay que conocer la Cuba revolucionaria, la del Che Guevara". Y allí que nos fuimos. Fidel aún sigue vivo después de 23 años.

Recuerdo aún lo primero que dije a los pocos minutos de tomar tierra en el aeropuerto José Martí de La Habana: "entiendo por qué los españoles siempre quisieron quedarse aquí". Era primavera, los flamboyanes llenaban todo el ambiente, con sus flores rojas, enormes, desconocida imagen en España. Nunca antes había visto un árbol tan espectacular, tan generoso, tan colorido. El calor era envolvente, el aire erótico. Al rededor del aeropuerto la vegetación era abundante, pletórica, de altas palmeras. Percibí un clima caliente, pero dulce, mucho sosiego, y tuve una sensación general de felicidad.

Nos hospedamos en el histórico Hotel Nacional, un edifico en piedra firme y armónico, cerca del malecón, rodeado de jardines cuidados, de aire distinguido, elegante, aunque carente de lujo. También sufría las penurias que sufría la isla.

En Cuba, en La Habana, descubrimos la pobreza que rumiaba en todos los rincones. La URSS andaba de capa caída y había reducido mucho la ayuda al país marxista leninista del Caribe, la punta de lanza en la zona contra el gran enemigo americano.

No voy a recordar todo el viaje. Pero sí que Tomás había solicitado a las autoridades competentes una reunión con Fidel y apunto estuvo de producirse, pero se frustró en el último momento. También recuerdo una anécdota cruel. Un chico se pegó a nosotros para ayudarnos a conocer La Habana. Era práctica habitual y permanente con todos los turistas. A pesar de nuestra negativa, la persona persistió, hasta que le dejamos venir con nosotros. Le daríamos una propina y asunto concluido. Pero no. A él se unieron otros dos más, y si nos descuidamos nos sigue un tropel.

En un momento determinado decidimos entrar a comer a un restaurante, de los pocos que había, a un "paladar". A nuestros acompañantes no les dejaron entrar y se quedaron en la calle. Pensábamos sacarles algo de comer, porque tenían hambre. Pero cuál fue nuestra sorpresa que cuando estábamos terminando entraron con rapidez y se pusieron a comer nuestras sobras. No nos dio tiempo, como exhalaciones se lanzaron a nuestros platos. Nunca he superado aquella situación. A los pobres chicos la vigilancia los sacó rápidamente. Pedimos después más comida, la pagamos, y se la sacamos a la calle. También les regalamos camisetas, zapatillas de deporte y otras pertenencias que llevábamos encima.

Tomamos mojitos en La Bodeguita del Medio, y el daikirís en El Floridita. Imitamos a Hemingway y a todos los famosos que por allí habían pasado a lo largo de la historia. También, como a más de uno, fui pasto del agua en mal estado. Bebí de una botella en el hotel que debía estar rellenada y a la que le habían vuelto a poner el tapón. Cuando la bebí me supo a rayos, pero seguí bebiendo porque tenía sed. Tuve fiebres de 40 grados, que me llegaron a dejar casi inconsciente. Me vi obligado a ponerme una inyección salvadora para bajarme la calentura desproporcionada.

El problema se produjo cuando el médico no encontraba ninguna inyección en el hotel ni en las farmacias, desprovistas de todo. Al final encontraron una de aquellas de los años sesenta en Cañizo, enorme, de caballo, de metal gris, que hubo que hervirse para desinfectarla. En catorce horas, como por ensalmo, estuve como nuevo. Nunca más volví a beber agua: sólo cerveza o agua de coco recién abierto.

Aquella fue la primera Cuba que conocí.

En años posteriores hice una segunda visita. A Varadero, a Cayo Coco, a Cayo Guillermo. Nos invitó Pepe Halcón, o sea, Juan José Hidalgo, presidente de Viajes Halcón y Air Europa, salmantino, con el que tenía buena relación. Nos recibió en el aeropuerto José Martí. Hidalgo, al que acompañó en todo momento su jefe de comunicación, Graciliano Gumiel, estaba en negociaciones con el gobierno de Cuba para mantener vuelos regulares con la isla desde España. Quería que los periodistas diéramos cuenta informativa de sus deseos. Nos hospedamos en el Hotel Habana Libre. Allí sigue enseñándose como algo emblemático la habitación que sirvió de despacho a Fidel Castro cuando llegó a La Habana después de Sierra Maestra.

Fue un viaje lleno de contenido turístico, con visitas a Varadero, uno de los centros turístico más avanzado de Cuba, y a los "cayos", Coco y Guillermo. En un barco de época recorrimos lugares paradisíacos, sorprendentes, lejanos a la imagen de la Cuba pobre que había visto en el viaje anterior.

En mi tercera visita a la isla fui hacia la zona de Vuelta Abajo, una comarca al este de la isla. Desde niño oí en Cañizo, a mi padre, decir muchas veces que fumaba tabaco de "vueltabajo" pero sin saber de qué se trataba, ni qué era. Aquí, treinta años después, lo descubrí. Campos inmensos llenos de hojas de tabaco, grandes, hermosas, verdes, previas a pasar al secadero para después terminar siendo los famosos puros habanos, hechos a base de paciencia por las manos expertas de mujeres y hombres cubanos.

Vuelta Abajo es una zona preciosa, llena de encanto, como la Cueva del Indio, una oquedad inmensa con un río subterráneo navegable. El paisaje, al fondo, al sureste, está dominado por los "mogotes", montañas viejas, mochas, redondas, que sobrepasan con frecuencia las nubes, que se cuelan entre ellas, generando una imagen única, mezcla de cielo y tierra, propicios para inspirar historias paganas de dioses mundanos y mágicos, afición muy cubana.

En todos los viajes pude escuchar a grupos musicales cantar "Lagrimas negras" o el homenaje al Che, de Carlos Puebla, "Hasta siempre, Comandante". "Aprendimos a quererte/ desde la histórica altura/ donde el sol de tu bravura/ le puso cerco a la muerte?." Cuba es un mundo lleno de sorpresas, especial para los españoles, donde nos reencontramos con nuestros antepasados a cada paso, y más, claro, si se acude al cementerio de La Habana, uno de los camposantos más espectaculares y lujosos del mundo. Allí descubrimos nuestros propios apellidos esculpidos para la eternidad.

De Cuba me quedo sobre todo con su gente, amable (¡cómo no, señor!), tranquila, cadenciosa. Sus playas, caribeñas, de aguas transparentes, su ron, de sabor a la propia isla, sus campos de caña de azúcar. La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad, Cojímar, a la lado, donde Hemingway se hizo amigo de Gregorio Fuentes, el barquero del que siempre se dijo que le inspiró para escribir "El viejo y el mar".

La belleza natural de Cuba tiene la contra de la pobreza, de la decadencia, del abandono y de la miseria en muchos casos. Por eso uno de mis artículos al volver de la isla lo titulé "El corazón partío", como Alejandro Sanz. La maravilla del país y su gente contrasta con la falta de libertad y la perseverancia de un régimen marxista leninista que ya ha demostrado todo lo que es capaz de dar de sí. En Cuba siempre tuve la sensación de que alguien me vigilaba, de que nunca me perdieron de vista. No me equivoco.

Obama, con este viaje, ha empezado a cambiar la historia: ha puesto las bases para que dos conceptos políticos, dos filosofías de vida, dos mundos, en definitiva, caminen por los mismos senderos.

22/marzo/martes

De nuevo el terrorismo islamista. En Bruselas, el corazón de Europa, sede de las principales instituciones de la Unión Europea, cinco criminales, algunos suicidas, han vuelto a matar de forma indiscriminada, absurda y cruel. En el aeropuerto y en el metro. Mas de 30 muertos y cerca de 200 heridos. Terrible. Los gobernantes no saben qué hacer, cómo detener esta guerra. Porque es una guerra, Por otros procedimientos distintos a los convencionales. Pero guerra.

Están muy bien las condolencias, y las lamentaciones, y las lágrimas, y la solidaridad entre países y fuerzas políticas. Pero se demuestra que es insuficiente. Tienen que unirse todos los países democráticos. No se puede vencer al llamado Estado Islámico sólo con buena voluntad, con palabras y declaraciones. Cada país no puede ir por libre en las acciones. Tendrá que haber mucha más unión, más inteligencia y más eficacia.

Nueva York, Madrid, Londres, Boston, París, Bruselas?, pero ¿y todos esos países donde pasa lo mismo y lo vemos tan lejos? El fanatismo religioso islamista está ganando. Todos estamos muertos de miedo esperando dónde será la próxima. ¡ Qué tristeza!

23/marzo/miércoles

Como es lógico, los atentados de ayer en Bruselas acaparan todos los medios informativos. Las imágenes por televisión y las fotos son demoledoras, de un dolor insoportable. La pregunta de todos es la misma: ¿Qué hacer? De momento en la reunión del Pacto Antiyihadista en España el partido "Podemos" asiste de observador, pero nada más, y en Navarra decide no condenar los atentados de Bruselas. Tenemos que aprender, entender y asumir el mensaje de las novelas negro-policíacas de César Pérez Gellida: que el asesino siempre termina siendo el que parece que es, aunque la trama nos confunda de la idea ya fraguada. No falla. Lo vemos y nos desviamos de lo que parece tan claro. "Podemos" terminará muriendo en la realidad de sus propias contradicciones. Tardará, pero ya ha empezado su declive. Hay cosas en las que no valen las explicaciones.

Por la tarde voy con Violeta a Zamora. A ver a Luis Jaramillo, director de la COPE Castilla y León, pero sobre todo, amigo. Es el encargado de pronunciar la plegaria del Juramento del Silencio, un acto muy especial en la inigualable Semana Santa de Zamora. Lo hizo ante el Cristo de las Injurias, una talla anónima del siglo XVI, atribuida a varios escultores, entre ellos Gaspar Becerra. Esta ofrenda siempre la ha hecho a lo largo de 70 años el alcalde de la ciudad, pero este año no ha sido así. El regidor zamorano es de Izquierda Unida y no "comulga" con este tipo de actos religiosos. La cofradía eligió a Luis Jaramillo para sustituir a Francisco Guarido.

Hizo un Juramento emocionado en el tono, demostrando su conocimiento del medio radiofónico, y creíble, basado en su fe de viejo católico y amante de la Semana Santa zamorana. Pero fue aún mejor el contenido por cuanto supo mezclar la oración, lógica en un acto de esta categoría, con un discurso de corte seglar pegado a la actualidad social, cultural y política.

Recordó el acto terrorista de Bruselas, pidió el fin de esta "barbarie irracional" y urgió a solucionar el problema sirio y "las vergonzantes hileras de refugiados sin asilo, sin rumbo y sin esperanza". Fue un Juramento breve, como manda el protocolo, pero de verbos rotundos y adjetivos precisos. La Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias escuchó con devoción a Luis Jaramillo. El periodista zamorano dijo que vivimos "unos tiempos que no son fáciles" y que la realidad "se extiende a una sociedad individualista e indiferente que se expande como una epidemia." Su ofrenda también fue de "un silencio nada cobarde, ese de agachar la cabeza, ni de actitud esquiva ante los problemas; al contrario, un silencio que clama reconciliación, diálogo, derribo de muros de odio e ira, con el fin de abrir caminos de paz y entendimiento." Luis Jaramillo cosechó un profundo silencio que supuso en realidad una profunda e intensa salva de aplausos inteiores.

Está claro que el cristianismo, y el catolicismo, en la adecuada apreciación de la justicia y el entendimiento, es un una muestra religiosa que cualquiera puede suscribir. La religión, las religiones, deben ir siempre por ese camino de unión, de sencillez, de humildad y de naturalidad. Ejemplo que ha dado el Papa Francisco a lavar los pies a doce refugiados en una casa de acogida. La Iglesia de la púrpura no tiene cabida en estos tiempos.

En una Zamora de calles a rebosar para ver pasar las distintas procesiones, pude ver también la de Las Capas Pardas, una de las más emotivas y singulares de la Semana Santa zamorana. Sale desde la Iglesia de Olivares, a paso lento, y muy lento sigue, entre el río Duero y la muralla, para adentrarse después por las calles estrechas, medievales, de la eterna Zamora.

Miles de personas, muchas de ellas jóvenes, se integran desde fuera, en una tradición llena de misterio. Las capas alistanas, marrones, austeras, la forma en cruz del desfile de los cofrades, los faroles cuadrados, de luz tenue, y las matracas, que despiertan el ánimo y avivan el seso, le dan a este paso "un no sé qué que deja balbuciendo" a los "cofrades de acera".

La música del "bombardino", suave, dulce, termina por sumergir al público en situación, entre expectante y activa. Y se nota a lo largo de un recorrido que los 150 cofrades tratan como a sagrado. No en vano el nombre real es Cofradía de la Penitencia". Sólo portan un paso, el Cristo del Amparo, del siglo XVII y de autor desconocido. O sea: poco, pero mucho.

24/marzo/jueves

Me levanto tarde. Anoche volví de Zamora de madrugada, a las 4 de la mañana. Saco a pasear a Rumbo y me refugio en casa. Cocino un potaje de Semana Santa: garbanzos, espinacas y bacalao. Aplico la misma receta de cada año y me queda perfecto. A Violeta le encanta. La cocina exige experiencia.

Por la tarde se extiende la noticia de la muerte del futbolista Johan Cruyff, icono del FC Barcelona. Recuerdo su llegada a la Ciudad Condal y su juego. Asistí en el Camp Nou al primer partido que vistió los colores azulgranas. Fue contra el Granada, en la Liga. El Barcelona ganó 4-0 y Cruyff ya demostró quien iba a ser.

Día triste para el fútbol. Como entrenador cambió la mentalidad del FC Barcelona y ganó su primera Champion. Sus enseñanzas aún siguen triunfando.

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