¿Quién niega que avanzamos? (y III)

Y al volver la esquina de unos fuegos artificiales, se nos apareció el siglo XXI. Fue cambiar la hoja en el calendario y, sin darnos cuenta, entramos en un mundo nuevo y esperanzado donde los políticos elegidos democráticamente, fiel reflejo del pueblo soberano, por fin han aprendido las lecciones de los dos últimos siglos de nuestra doliente Historia, y han hecho del diálogo y del consenso el eje de sus políticas. Representantes del pueblo que, teniendo como meta el interés del país, el progreso y el bien social, han relegado al desván de la memoria el populismo, la demagogia, los intereses partidistas y los particulares. Es digno de respeto y admiración ver como los partidos políticos, aunque hayan ganado las elecciones y tengan mayoría absoluta en el Congreso, no aprueban una ley sin discutir hasta la saciedad con la oposición y tratar de convencerla de la bondad de sus propuestas. Estos modos de hacer política han convertido en pesadilla de tiempos pasados el caudillismo, las imposiciones, el amiguismo, el tactismo, el postureo, los trágalas, las intransigencias y el frentismo.

Nueva política y renacida sociedad, porque ya nadie se pregunta qué puede hacer España por él, sino que puede hacer él por España. Con esta entrega? ¿cómo no va a estar el país instalado en una transparencia generalizada y en una escrupulosa honradez? ¿Acaso alguien recuerda si alguna vez hubo incompetencia, ineptitud, derroche, cohecho, malversación de dineros públicos, "sillonitis" y corrupción?

-Eso sólo ocurre en las repúblicas bananeras ?dicen con desprecio los más jóvenes cuando los mayores sacan el tema-, nosotros tenemos un Gobierno formado por los conciudadanos más íntegros y capaces.

¿Y que decir de las grandes compañías, multinacionales y entidades bancarias? Olvidados antiguos intereses espurios, siempre están dispuestas a atender las demandas de los consumidores, llegando en su afán de servicio y amabilidad hasta el exceso. No se quedan atrás las élites económicas; nuestros oligarcas, multimillonarios, terratenientes y demás gentes de bien, dan diariamente pruebas de solidaridad con sus compatriotas más desfavorecidos.

-Todos vamos en el mismo barco ?les han oído comentar.

A los más leídos no les sorprende, porque desde que empezó el siglo han ido cerrando los paraísos fiscales por falta de clientes.

Buen ejemplo de esta nueva convivencia patriótica son algunas Comunidades Autónomas periféricas que, ejerciendo el autogobierno tras la descentralización política, administrativa, educativa, sanitaria, etc., lideran el amor a España, país del que se consideran sus abanderados.

Para concluir, es tal la connivencia de los ciudadanos con sus políticos que, en los eventos públicos o pruebas deportivas donde unos y otros coinciden, el pueblo, puesto en pie y con una mano sobre el pecho, canta con fervor el himno nacional y rubrica con un aplauso espontáneo el buen hacer de los padres de la Patria.

Ya no necesitamos sentido común, sólo sentido del humor.