¿Quién niega que avanzamos? (II)

Humillados por la derrota ante los Estados Unidos de América, nuestros abuelos entraron en el siglo XX decididos a hacer de España un país moderno y, cogidos de la mano del krausismo y del regeneracionismo, en esos cien años los "hunos" y los "hotros" cosecharon, eslabón a eslabón; dos reyes; dos "cirujanos de hierro"; dos dictaduras; una dictablanda; el caudillismo político; tres constituciones y una Ley Orgánica del Estado; una República; docenas de presidentes de gobierno (tres de ellos asesinados); decena y media de pronunciamientos militares y huelgas revolucionarias; una revolución fascista y otra anarquista; nueve crisis económicas; una guerra colonial; una guerra civil con trescientos mil muertos y medio millón de exiliados; secuelas morales, miedo y el pueblo amordazado durante cuarenta y tres años; la omnipresente represión; la neutralidad en las dos guerras mundiales (la segunda a medias); cuatro bases militares norteamericanas; el "contubernio" de Munich; una transición política pacífica de la dictadura a la democracia; las plagas terroristas; el fin del analfabetismo; los Planes de Desarrollo y la industrialización de algunas áreas del país; los pantanos; la economía del "pelotazo"; las Comunidades Autónomas con una descentralización territorial, política, administrativa, educativa, sanitaria....; un puesto en la OTAN y otro en el Mercado Común Europeo; los pactos? de la Moncloa; cientos de miles de emigrantes; una potencia turística mundial; la sanidad y educación gratuitas y universales; las pensiones a los jubilados; la cobertura a los desempleados; un rosario de mártires del terrorismo y de las persecuciones políticas y religiosas; un ejército profesional entroncado con el pueblo y leal al poder civil; el libre albedrío de las multinacionales y grandes compañías; y una legión de asesinos, farsantes, tiranos, espadones, guerrilleros, terroristas, exiliados, turistas, trabajadores, defraudadores, vagos, esnobs, soñadores, ladrones, ineptos, corruptos y quijotes.

En el tintero quedaron, además del sentido común, una deficiente estructura económica basada en el ladrillo; una sociedad que esperaba todo del país sin estar dispuesta a hacer algo por él; un nacionalismo periférico asilvestrado que, azuzado por los intereses de unos pocos y permitido por la generosidad del resto, intoxicó con mentiras a sus ciudadanos; una corrupción galopante arropada con mantos de impunidad; las puertas y ventanas giratorias; un cajón de palabras vacías; el patriotismo; una juventud desencantada; una policía con pasamontañas; el rechazo a una clase política alejada del pueblo; unos políticos populistas y demagogos que se aprovechan de las carencias y conflictos para medrar; unos partidos políticos dialogantes y pactistas; la arrogancia novedosa del que pasa de emigrante a turista; y una tapadera de silencios y del "y tu más", para no airear los nauseabundos olores de la incompetencia, la ineptitud, el cohecho, el despilfarro de los dineros públicos, la irresponsabilidad en la gestión y la corrupción.