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¿Estudias o aprendes?
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AMOR Y PEDAGOGÍA

¿Estudias o aprendes?

Actualizado 25/01/2016
Sagrario Rollán

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La saturación de las bibliotecas públicas, en estos dias que comienza el año natural y acaba el primer cuatrimestre para los univesrsitarios, es noticia.

Algunos apacientan sus carteras, apuntes y cuadernos en la mesa correspondiente, durante largas horas, mientras se conectan para wasapear la gran hazaña del madrugón y la fila para coger vez, porque el estudiante de Salamanca lleva una vida dura, no os creáis que todo son nocheviejas, sanalbertos, novatadas y demás divertimentos. Estamos en tiempo de concentración absoluta.

Nunca he entendido muy bien esas jornadas intensivas de estudio, cuando no se puede leer una novela, ni sacar al perro, ni ir al cine, ni dar un paseo bajo la fiesta de la lluvia, después de la pertinaz sequía del otoño.

Me pregunto, además, si estos jóvenes que estudian "a destajo" aprenderán algo que les interese, que sea útil para aprender otras cosas o que simplemente sacie y alegre su curiosaidad intelectual, si es que la tienen...

Algunos piden redacciones sobre tal o cual tema en las redes, o directamente los calcan del "rincón del vago" , el nombre no puede ser más ajustado; otros copian la wikipedia con sus errores o lapsus incluídos, y luego le discutirán al profesor: "pero si es lo que pone" Lo que pone la gallina de los huevos de oro, claro, si lo pone la gallina, la wikipedia o el libro de texto, que tanto detesto... ¡Ah los potitos literarios, los emparedados académicos , los precocinados de internet! ¡Cuanta estulticia están alimentado!

¿Para qué aprender, si lo que importa es aprobar los exámenes ?

La relación que mantiene una mayoría de universitarios primerizos, y también algunos veteranos, con sus estudios, es bien pobre. Parece consistir meramente en estudiar para aprobar, en seguir memorizando, como ya hicieran en el instituto o en la escuela. La relación con las notas y con los certificados sigue siendo una relación perversamente mercantil.

Pero ¿ alguien les enseñó otra cosa? , ¿ alguna vez tuvieron profesores que alumbraran su curiosidad, que motivaran su ánimo? ¿Acaso no hace mucho, demasiado tiempo, que cercenaron su creatividad con programas y métodos repetitivos e insulsos? ¿No es cierto, por otra parte, que desde casa y desde la escuela se les empujó al estudio competitivo, en lugar de invitarlos a un aprendizaje significativo?

Hace unos dias reflexionaba al hilo de las declaraciones de Sir Ken Robinson , http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20120203/54247867713/la-escuela-mata-la-creatividad.html

Y me preguntaba si no sería mucho más fácil empezar promocionando la lectura sosegada y atenta de aquellas mentes preclaras que al principio del siglo pasado ya pensaron estas cosas y las pensaron con palabras propias en nuestro mismo idioma, como Ortega y Gasset (La rebelión de las masas, 1929), María Zambrano (Hacia un saber sobre el alma, 1950), o el mismo Unamuno (Amor y Pedagogía, 1902) que andar mendigando préstamos supuestamente innovadores, que lo único que hacen, amén de subrayar el sentido común, "hay gentes tan llenas de sentido común, que no les queda el más pequeño rincón para el sentido propio", lo que hacen es propagar el sofisma y la pedantería.

Pienso, por ejemplo, en las pretensiones del famoso "Libro blanco de la educación", escrito por alguien ("de cuyo nombre no quiero acordarme") que jamás ha pisado un aula adolescente ni tiene la más mínima intención de hacerlo, lo cual no le impide pontificar sobre los buenos y malos profesores, y hacer ingeniosas apuestas sobre la mengua o incremento salarial de los mismos.

Mas todo esto no pasa por nosotros sin dañar profundamente el intelecto y sin mermar tantas esperanzas pedagógicas frustradas en los últimos años, por leyes de educación indiferentes, incompetentes y ramplonas.

Nuestros jóvenes universitarios, que estudian, pero no trabajan, ni aprenden, ni reflexionan, son el fruto, ya cercenado, de un sistema de aprendizaje competitivo - hay que ser listo/ yo no soy tonto - , el mismo que ha generado la corrupción, que tanto nos escandaliza.

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