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Tengamos fe...
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Tengamos fe...

Actualizado 20/01/2016
Miguel Mayoral

Este año pasado un español fue subido a los altares de la democracia de los USA, como uno de sus pilares fundadores. Bernaldo de Gálvez, protagonista de la independencia de los USA, afirmaba que "ante acontecimientos adversos hay que tener actitudes de altura".

[Img #533494]Dicen las escrituras, las nuestras, la palabra del Señor: "No hay árbol bueno que dé mal fruto, ni tampoco árbol malo que dé buen fruto; no se recogen higos de los espinos, ni se cosechan uvas del zarzal. El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el malo de su mal saca cosas malas; porque de la abundancia del corazón habla la boca".

La santidad ni se disimula, ni se puede sustituir por nada; lo que uno tengo eso da. Ello nos lleva a pensar en la pasta de la que están hechos nuestros gobernantes y lo que pueden llegar a dar de sí. Desde luego de momento parece que las actitudes de altura brillan por su ausencia.

Tiempo ha, la honra era tan válida para los hombres como las monedas y era sumamente difícil de ganar. Su importancia era enorme, se consideraba el honor como la actitud o el compromiso interno por el cual la persona cumplía sus deberes y la palabra dada. En base a ello era valorada socialmente su conducta, con lo que se ganaba, o no, la honra. Por otro lado la honra es lo que los demás piensan de ti, mientras que el honor es tu consideración de ti mismo. Generalmente se consideraba que a mayor honorabilidad se tenía más honra.

Hoy día la sociedad virtual en la que vivimos hace que prospere la fenomenología del falso y de los grandes falsos de la historia de la humanidad. La historia del falso es la historia del enemigo, incluso cuando no lo hay, porque genera odio que es la emoción que más calienta por dentro. El falsario tiene mayor poder tanto en cuanto está vacío de contenido, y no se puede descubrir o argumentar contra él. Por ello muchos movimientos políticos de aquí y de allá, los pseudonacionalismos a los que asistimos en este país, antisistemas de cualquier pelaje, y demás inconformistas sin saber porqué, cuando no hay dictaduras ni cortapisas se las inventan para poder desarrollar sus políticas.

Habrá que aprender a tener paciencia, pues la sociedad, la nuestra hoy, tampoco está preparada para dar muy buenos frutos que digamos. Las carencias educativas y culturales, además de religiosas, la desorientación general de los nuevos ciudadanos que más bien parecen palomos bailando en el cumbre de un tejado, al son de la música que suena, no nos hacen abrigar muchas esperanzas de que lleguemos a algún puerto, ni bueno ni malo. Tengamos fe.

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