Hasta cuándo, feliz año nuevo

Encerramos el 2015 en nuestra memoria, entre imágenes, sonidos, olores y sentimientos quizás de nostalgia en muchos casos, para acunar el 2016 en sus primeros días de existencia entre proyectos, planes, desafíos y siempre buenas intenciones que consideramos fundamental trasmitir permanentemente con un "feliz año" que termina resultando vacío.

Cerramos un año de crisis laboral, social, económica y moral enraizada en la sociedad, con desconfianza, miedos, sospechas y certidumbres de hastío, pobreza y abandono ante una suerte que no llega.

Año electoral que termina con resultados inciertos, sin tantos cambios de los que cabía esperar o realmente se deseaban.

Con pactos cobardes, conservadores e insuficientes, con miedos latentes en la pérdida de los protagonismos personalistas de los que quieren simplemente figurar en un escenario donde se representa la obra de la política, municipal y autonómica, en la que simplemente hacen de bufones de quienes les manejan y les dejan el espacio suficiente para que se piensen que son importantes, cuando en todo caso solo son necesarios por lo que suman, en votos que no en propuestas.

Mientras la algarabía radical, también resultante de las urnas, persiste en su discurso anti-sistema, que ya suena repetitivo. Sin darse cuenta, o eso parece, de que ya pertenece al sistema, vive de él, cobra de él y peca por él. Haciendo problema de Estado la farola que se funde, la cloaca que suena, la rama que estorba?

En nuestra ciudad, que durante este año acabado ha perdido población joven sin descanso, que perpetúa desempleo crónico entre hombres y mujeres, con más de cien mil contratos realizados para traducirse en apenes dos mil altas más en las cotizaciones, ciudad donde se reduce el número de personas paradas porque reniegan de seguir formando parte de las listas del Servicio Público de Empleo, pero no porque hayan encontrado un puesto de trabajo. Se acentúa la bajada de los salarios, se aumentan las horas de trabajo sin que aumenten las horas de contrato, se descuida la prevención y la salud laboral, se olvida la conciliación de la vida laboral y familiar, se desatiende la creciente subida del empleo sumergido.

Y mientras tanto miramos con esperanza el futuro del 2016, entre llantos por la muerte de David Bowie, incrédulos por el acuerdo catalán, asustados y rabiosos por el atentado en Turquía, expectantes ante el futuro incierto del Gobierno de España, intrigados por el desplome del precio del petróleo y deseosos de justicia severa ante los juicios de los casos de corrupción.

Feliz año nuevo??hasta cuándo y para quién??.